La trocha de Aguas Prietas, en jurisdicción de Turbaco, quedó manchada con sangre y en esta hallaron el cadáver de un hombre, cuyo destino quedó marcado por la violencia. Marcado por los múltiples balazos que le causaron la muerte en un hecho lleno de misterio e incógnitas por resolver, que quedó al descubierto el miércoles en la mañana.
Para empezar, las autoridades han resuelto una de las principales preguntas, dándole una identidad al difunto, ya que no se sabía quién era. Se llamaba Antonio Carlos Vega Herrera y tenía 40 años.
Así lo descifraron médicos forenses del instituto de Medicina Legal, cuya sede está en Zaragocilla, gracias a un proceso de dactiloscopia: compararon las huellas dactilares del hombre asesinado con las que hay en los archivos de la Registraduría y dieron con su identidad.
Mientras tanto, investigadores de la Policía tratan de hallar testigos y analizan los elementos encontrados en la escena del crimen, para tratar de identificar a los responsables del hecho y establecer los móviles del asesinato. También tratan de dar con los parientes o allegados de la víctima, pues el testimonio de estos será clave para saber hacia dónde orientar la investigación.
Hallazgo macabro
Fue un labriego que pasaba en la mañana del miércoles por el kilómetro 3 de la trocha de Aguas Prietas, quien descubrió el cadáver de Antonio Vega. Estaba tendido en mitad de la trocha y vestía un suéter, una bermuda y unas chancletas blancas. Tenía heridas de bala en la cabeza, la espalda, el cuello, la cadera y un brazo.
El labriego avisó a las autoridades y miembros de la Sijín llegaron al lugar a hacer la inspección técnica del cuerpo. En el lugar nadie lo conocía y no tenía documentos de identidad. Por eso, su cadáver fue ingresado como NN a la morgue de Medicina Legal en Zaragocilla, donde permanece. Hasta ayer no aparecían dolientes del hombre asesinado.
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