Lorena Teherán Martínez se aferra a un álbum. Lo abraza fuerte mientras observa algunas fotos y sus ojos se humedecen. Delante de sus hermanas dice que solo quiere justicia. Ellas también lloran.
Lorena es la mamá de Fabio Enrique Julio Teherán, el joven de la comunidad LGBT que asesinaron en la madrugada del 8 de diciembre de 2017 en la entrada al barrio Las Gaviotas, en la acera donde están varios establecimientos comerciales. Ella asegura que se desangra por dentro, pues dos años y dos meses después, no tiene claro qué sucedió con la investigación.
Semanas después de la muerte de Julio, el presunto responsable se presentó en la Fiscalía. Se trata de Jorge Leonardo Rodríguez Pelegrino, también de la comunidad LGBT, y quien una vez ocurrido el hecho, dijo la Policía, se refugió en Bogotá.
Luego de esto, un juez de Control de Garantías envió a Jorge a la Cárcel de Ternera, pese a no aceptar los cargos por homicidio. Sin embargo, meses después, el abogado del procesado consiguió que le dieran detención domiciliaria. Una medida que, según Consuelo González Martínez, tía de Fabio, no se está cumpliendo, y lo que es peor, “cuando vamos al juzgado no obtenemos respuestas”.
“Fui a la Fiscalía porque a mi hijo le robaron el celular. Estando allí, una joven lloraba la muerte de su hermano y en ese momento sale un abogado o fiscal (no está claro) y le pregunta que por qué no lo buscó, le dijo: ‘Yo te hubiera ayudado. Puede que tu caso quede como el del muchacho que mataron en la entrada a Las Gaviotas, como un muerto sin dolientes’”, puntualizó Rosa Amelia Teherán, también tía de Fabio.
El proceso contra Jorge Rodríguez siguió su curso. La familia de Fabio sabía que le habían dado detención domiciliaria, pero no bajo qué circunstancia.
El Universal intentó hablar con la fiscal, pero ella solo informó que se debe conseguir la información en el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Cartagena. Fue entonces cuando se conoció que Jorge Rodríguez llegó a un preacuerdo con la Fiscalía el 19 de junio de 2018 y por esa razón lo sentenciaron a 84 meses de cárcel (7 años), concediéndole la prisión domiciliaria.
Lo peor es que Jorge no fue sentenciado por homicidio, le endilgaron el delito de homicidio simple preterintencional, es decir, que el resultado fue más allá que su intención. Según esto, Jorge no quería asesinar a Fabio.
La familia de Fabio asegura que durante la judicialización de Jorge observaron muchas inconsistencias que, según ellos, consideran un tráfico de influencias.
“La fiscal del caso, cuando Jorge se entregó, la buscamos, pero eso como que ya estaba acordado. Estaban reunidos en una cafetería, ella -la fiscal- y la pareja de Jorge. Mientras hablaban nos señalaban a mi hija y a mí, mientras estábamos esperando el desarrollo de la audiencia”, cuenta Consuelo, quien agrega que la fiscal se encontraba con el abogado de Jorge fuera de los estrados y tiene como prueba una foto.
A esto le suman que no fueron notificados de la audiencia en la que Jorge preacordó. “Todo fue manipulado. Conseguimos el audio de esa audiencia y alguien se presentó con mi nombre y cédula y yo no fui notificada de nada. Hicieron todo eso sin presencia de familiares de Fabio”, precisa Lorena.
Pero qué tendría que decir Jorge Rodríguez frente a todo esto. El Universal lo contactó, e incluso se mostró presto a darnos una entrevista, pero horas después de indicar que hablaría con su abogado no obtuvimos más respuestas.
Dentro de las cosas que se conocieron está que Jorge cuenta con un permiso para trabajar. “Es muy duro encontrarse en la calle a quien te arrebató a un ser querido y no poder hacer nada. Nos ha tocado muy duro”, dijo con voz entrecortada Consuelo, quien al final del 2018 se topó con Jorge durante el Reinado de la Independencia.
Y mientras los días siguen corriendo, Lorena, Consuelo, Rosa Amelia y demás familiares de Fabio se aferran a la justicia divina.
Fabio Enrique Julio Teherán tenía 23 años, era el mayor de dos hermanos y estudiaba comunicación social. Se caracterizaba por su alegría, amabilidad y empuje. “Era el alma de las fiestas. Bailaba, cantaba, estaba enamorado de la vida, de su familia, de su pareja”, coinciden los amigos de Fabio.
Para la época del crimen, la víctima residía con sus parientes en el barrio La Esperanza.
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