El 18 de febrero de 2018, el rostro de Guardi Hernández Marriaga se hace conocido por una tragedia: su casa se incendia en el sector Villa Carmen, entre los barrios Henequén y La Reina. Lo pierde todo.
Un año después, su nombre se vuelve a escuchar, pero está vez el asunto es más cruel. Guardi está muerto. En la madrugada de ayer, un cuchillo atraviesa su corazón. El hombre muere en el CAP de Blas de Lezo, a donde lo ingresan policías tras encontrarlo agonizando en el sector Nelson Arango, de Henequén.
Guardi salió el sábado de casa -San Pedro Mártir- muy temprano a trabajar. El empleo no es fijo, así que se le mide al oficio que lo requiera.
“Salió a trabajar. Era albañil, pero también hacía oficios varios. No supe más de él hasta que me avisaron está madrugada -ayer- que estaba muerto”, dice la compañera sentimental de Guardi.
Todo indica que Hernández se vio involucrado en una riña en la que lleva la peor parte. Testigos señalan que el agresor sería un vecino de la víctima.
“El único problema que tenía Guardi era con un hombre que también vive en el barrio. Siempre tuvieron líos, pero no sabemos por qué”, dice la mujer.
Pese a esta versión, la Policía informa que varias personas consumen droga y que de un momento a otro se forma una riña entre Guardi y alias ‘Jorge Barón’.
Los uniformados hace un cerco y llegan a casa del señalado de cometer el crimen, pero ha huido.
Ese vecino del que hablan los dolientes de Guardi sería el mismo que le ocasionó la desgracia en febrero del año pasado, aunque para ese entonces, la víctima no lo mencionó.
“Cuando prendió la casa nos enteramos que había sido él. No entiendo cuál es era el problema que tenían”, dice entre lágrimas la viuda.
El 16 de febrero de 2018, Hernández salió a comprar tamarindos y al regresar encuentra su casa de madera y zinc en llamas. La víctima dice esa vez que no tarda 30 minutos en regresar y que no pudo ser un cortocircuito porque no tenía electrodomésticos conectados.
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