La última vez que Juan Carlos Támara fue visto en su tierra, en el municipio de Arjona, iba caminando por sus propios medios y en muy buen estado de salud, tanto físico como mental, pero el viernes regresó dentro de un féretro, listo para ser despedido por sus familiares y amigos.
Cuando eran las 4 de la tarde de ese día, sus dolientes lo recibieron con el dolor más grande que habrían podido imaginar alguna vez. Támara fue entregado por el Ejército, después de estar seis meses dentro de la institución, prestando el servicio militar.
Según las primeras versiones, el joven habría decidido acabar con su vida, usando un arma de fuego, en medio de su turno de guardia, pero sus parientes tienen muchas dudas.
Para ellos, Juan Carlos, de 19 años, no se hizo daño a sí mismo y piden que el caso sea investigado con mucha responsabilidad.
A las 10:30 de la mañana del miércoles -12 de junio-, Támara estaba cumpliendo con su turno de vigilancia en una de las garitas de la sede castrense, en el sector La Pampa, costado oriental de la antigua vía Panamericana, por la salida al sur de Cundinamarca, camino a Melgar (Tolima) y Girardot.
Según los compañeros del fallecido, a esa hora escucharon un disparo que los puso en alerta y obligó a todos los uniformados a movilizarse, para verificar de dónde provenía la detonación y su causa.
Los hombres aseguraron que, en medio del recorrido por el área, llegaron donde estaba Juan Carlos y lo encontraron tendido sobre el piso, con un impacto de bala, que él mismo se habría propinado. De inmediato intentaron auxiliarlo, pero “ya era tarde, no tenía signos vitales”.
Sin embargo, el Comando del Batallón de Infantería 39 Sumapaz dio instrucciones, con el fin de que investigadores especiales determinen las circunstancias que rodean el deceso de Juan Támara.
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