La intolerancia volvió a ganar una batalla.
Esta vez en el barrio Ceballos, donde un joven habría matado a su tío, tras propinarle una profunda herida con un arma cortopunzante, durante la madrugada del domingo.
Cerca de la medianoche de ayer, Guillermo Céspedes Pérez, de 50 años, se encontraba en la calle Segunda de Las Flores, donde queda su vivienda, en compañía de un sobrino. Este fue identificado como Wilfrido Batista, de 25 años. Ellos disfrutaban de un rato agradable.
Todo iba bien entre los dos familiares, las risas no paraban. Sin embargo, todo cambió de un momento a otro cuando la intolerancia, impaciencia y la euforia propia de la violencia llegó a hacer de las suyas
Cruce de palabras
Las risas y la alegría que un rato antes habían inundado la casa, se tornaron en insultos y groserías por parte de tío y sobrino. Ese cruce de palabras fue el preámbulo para la calamidad que se aproximaba. Los insultos fueron aumentando de tono, al punto de llegar a ofenderse mutuamente, según comentaron algunos de los testigos en el sitio. Tanto era el enojo entre los dos, que Wilfrido no soportó más y tras agarrar un cuchillo, presuntamente, le propinó una tremenda puñalada en el tórax a la altura del corazón a su propio tío, quien cayó al suelo, agonizando. Por su parte, el joven señalado de cometer el homicidio, al ver a Céspedes Pérez tendido, casi al borde de la muerte, no pensó en más nada sino en huir.
Una hermana del herido, quien acababa de llegar a la casa, se dio cuenta de que Guillermo estaba tendido en un charco de sangre. Inmediatamente llamó a un primo, quien finalmente fue quien llevó a Guillermo a la Clínica El Bosque, donde los médicos de turno manifestaron que había ingresado sin signos vitales.
Ildefonso Céspedes, hermano de la víctima, manifestó que para ellos las razones de la riña en la que murió su pariente son un misterio. “No sabemos por qué estaban peleando. Lo cierto es que era la primera vez que lo hacían, incluso nunca habían tenido diferencias”, expresó el doliente.
Intolerancia familiar
Este no es el primer caso donde la consanguinidad hace un agravante en la muerte. En lo que va del año, ya son varios los casos de familiares que se asesinan entre ellos. En mayo, Cristian Camargo Quiroz, fue el autor intelectual de la muerte de su madre, Cedulia Camargo Quiroz, a quien mandó a asesinar para cobrar un seguro millonario de la mujer de 67 años. Dos meses después de que la mujer recibiera un impacto de bala en la cabeza, capturaron a su hijo.
John Moscote, asesinó a su hermana a comienzos de septiembre, por un abanico, en el barrio El Pozón. Mirladys del Carmen Torres Ruiz, la víctima, habría dejado un abanico encendido para sus dos hijos y al volver, su hermano John lo estaría utilizando para dormir con unos amigos. Ella lo apagó y cuando él despertó iracundo, le enterró un cuchillo en el corazón.
Dagoberto Carmona, un campesino de 66 años, fue asesinado por su hijo, con quien compartía también el nombre, en el corregimiento San Agustín, el pasado 25 de septiembre. Los hechos ocurrieron cuando Dagoberto, hijo, llegó en estado de alicoramiento y empezó una discusión con su pareja. Cogió una escopeta, su padre se interpuso en la pelea tratando de quitarle el arma y esta se dispara en el forcejeo, la bala entró por la axila izquierda y el hombre murió.
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