“Aquí delante de mis hijos , te digo que no quiero nada contigo”.
La frase sentenció a muerte la estabilidad de Denis Botet Flórez. El rastro del ácido es, desde el domingo 5 de mayo de 2013, la angustia y la compañía inesperada que desvelan a Denis. La noche y la bruma de ese día condenaron sus pasos, cuando el tiempo y su mirada se nublaron. No pudo aferrarse ni a su blusa, esta se chamuscó con la dosis de barbarie que le cayó. El caso de esta mujer es el primer registro en Cartagena con características similares a los ataques con ácido o agentes químicos conocidos en el país.
El trazo corrugado en los ojos de esta mujer de 51 años se debe al ácido que le roció, sin resquemor, su compañero sentimental. Su apariencia se cubre y se asoma por la tenue capa de luz que deja un chal negro y viejo en su mejilla izquierda. En su rostro solo queda la pista de sus ojos que al recordar la pesadilla de ese mes de mayo, vacilan al contenerse para no desbordar en lágrimas. Lentes oscuros y rayados son los que cubren los ojos de Botet, pues los especialistas que la atienden con retrasos, le dijeron que no debe quitárselas, ni de día, ni de noche.
Dentro de los países en el mundo que más registran ataques con ácido en contra de mujeres, Colombia, según el portal español feminicidio.net, ocupa el primer lugar debido al aumento de los casos en los últimos diez años.
En 2011 y 2012 se registraron 42 y 162 casos, respectivamente. En 2013 fueron 69 ataques según el Instituto Nacional de Medicina Legal. Se estima que más de 900 ataques con ácido fueron ejecutados en el país. El caso colombiano es especial porque no solo se agrede a mujeres, también los hombres sufren con la atrocidad del ácido.
Hace 15 años se registró el primer ataque con ácido en Colombia y fue el caso de Gina Potes, una mujer a la que agredieron por ser bonita. Desde ese año Carolina, Manuela, Nicol, Natalia María, Juana, Laura, Jessica, Catalina, Emilia, Roxana, Mónica, Camila, Lorena, Julieth, Estefany, Clara, Erika, Magnolia, Tania, Gloria, Cecilia, Rosa, Ariadna, Milena, Angie, Cindy, Pamela, Berta, Inés, Marcela, Juliana, Carmen, Sofía, Diana, Nadia, Claudia, Amparo, Lucia, Andrea y Denis engrosan la lista de mujeres atacadas con ácido en el país.
Recuperación y Secuelas
La recuperación a cualquier ataque con ácido es lenta y en principio superficial, ya que la acción de este líquido o solución en la dermis de “vitriol” (como también se le conoce en el mundo) quema a nivel interno las capas de la misma, hasta llegar en mayor medida a los huesos. Normalmente, el ácido actúa dejando la piel a contextura de látex, desprendiendo y mutilando en algunos casos las partes del cuerpo en el que se ha rociado.
De la mujer de antes, que trabajaba vendiendo productos por catálogos, solo queda el nombre, dice su hija Yuli Torres, al iniciar el relato de la hoy marcada y aislada Denis Botet. Esta mujer de contextura delgada, piel morena, cabello negro y frente pronunciada, aún vive en la calle Urdaneta Arbeláez del sector Omaira Sánchez, en el barrio La Candelaria, el mismo lugar donde su agresor, esperó a que llegara la noche para camuflarse y atacarla a quemarropa.
Desde el ataque, Denis tiene que soportar el rechazo y el desempleo. La vida es más difícil para los que presentan alguna afección en los ojos tras el contacto con la solución nociva y ácida, tal como le pasó a Botet. Esta mujer se muestra muy fuerte ante cualquiera que le pregunta por los hechos de ese domingo, pero en el fondo se muere de miedo cada vez que menciona el nombre de ‘El Bigote’, alias del agresor que le destrozó la vida, no sólo físicamente, también en términos psicológicos.
La tortura para las atacadas con ácido no sólo es la marca que les queda de por vida, también es la zozobra de que los atacantes no sean judicializados, como es el caso de Denis, cuyo agresor estuvo encarcelado sólo unas horas, ya que al no ser sorprendido en flagrancia y al no presentarse ninguna denuncia formal, fue puesto en libertad, por ley de garantías. El agresor de esta mujer vive en su mismo barrio y aunque ella asegura que, después del ataque, ‘El bigote’ le ayudó económicamente con las medicinas, el miedo la invade más.
Precaria situación
¿Cómo sobrevive está mujer de precarios recursos luego del ataque? La respuesta es igual a su retrato que la identifica de un lado como Denis o la ‘flaca’ (como le dicen sus vecinos), y la sombra al otro lado en el que su rostro se tiraniza con la piel y las nubes blanquecinas que asoman en lo que fueron sus pupilas color café.
La exclusión especialmente para las mujeres atacadas es social laboral y sentimental, puesto que ninguno de estos proyectos luego de los ataques, son ejecutados a feliz término. Estas mujeres son aisladas y separadas de la esfera social a la que antes pertenecieron. No se les hace fácil reanudar su vida amorosa, mucho menos su inserción laboral, son discriminadas por tener el rostro, las manos o cualquier parte del cuerpo quemadas por el ácido.
Denis Botet tiene que vivir de la caridad de algunos de sus familiares y de lo que se rebusque alguno de sus hijos. Dice que a su edad el capítulo del amor está cerrado. “No pienso en eso. Ya esa parte de mi vida está sellada y olvidada desde que me hicieron este daño”.
Lo que dice la ley
La ley 1639 de 2011, que regula el proceso de los ataques con ácido en el país, ya está siendo aplicada. Esta misma ley contempla una pena máxima de 12 años de cárcel y de 15 y 17 años cuando la agresión sea en el rostro o en el cuello. Denis no conoce nada a cerca de la ley, dice “que a los pobres les llegan de ultimo los beneficios en este país”.
Hoy la calle está sola, oscura y silenciosa, es domingo y a Denis le toca regresar a su casa, luego de salir en busca del sustento que pueda reunirle su familia en el barrio Blas de Lezo, ella debe sumirse ante el miedo que le produce voltear a cada lado, saberse insegura temiendo que su agresor esté al acecho.