Revista dominical


Ficci 2013

RICARDO CHICA GELIS

04 de marzo de 2012 12:01 AM

Más de treinta y seis mil personas entraron a las funciones gratuitas del FICCI. Alguien pensó en nosotros. Y no lo digo por lo gratuito. Lo digo por la participación, por la inclusión, por la invitación a vivir la experiencia colectiva de ver cine. Se trató de un espectáculo digno, de un evento que nos merecemos. En primera instancia destaco el concepto del FICCI: sin mezquindades, sin pequeñeces. Se pensó en grande, en traer lo mejor del cine actual, en subir el nivel al sustrato de calidad mundial.
Manifestación de ese concepto está en el afiche de la versión cincuenta y dos, que acaba de terminar. En realidad son dos afiches que, yuxtapuestos, son arte en movimiento. En el primer afiche se está formando una ola en el mar. En el segundo afiche revienta la ola en vigorosa espuma. Los afiches, juntos, no sólo captan el espíritu mismo de la plástica cinematográfica, sino que, además, es un homenaje a lo que le venimos dando la espalda hace rato: somos un pueblo de mar. El enfoque conceptual se refleja también en la curaduría de las películas. Hay la oportunidad de conocer películas destacadas de Europa, Estados Unidos o del Medio Oriente; pero, sin duda, la identidad del repertorio fílmico es Latinoamericano, lo que es consecuente con la tradición del festival.
En segunda instancia está el profesionalismo en la gestión de recursos, de procesos y su logística. En otras palabras la plata que costó el festival se ve y se siente. Ello resulta patente con la presencia de actores, actrices, directores, productores, críticos y artistas que dan realce y categoría tanto al FICCI, como a la ciudad y al país. Así mismo, la calidad y organización de eventos especiales como apertura, clausura, ruedas de prensa, sección académica, premiaciones entre otras, fue respetuosa con el público; pues, en un alto porcentaje (por no decir que todo) se cumplió con lo planeado. En tercera instancia, aunque, debería ponerlo de primero, estamos nosotros. Respondimos, no sólo a un evento artístico y cultural, sino a un acto de amor colectivo; fuimos más allá de la diversión y aprovechamos la oportunidad de conversar, de pensar, de debatir sobre tantas lecturas, sobre tantos puntos de vista antes y después de la proyección de cada película. Fuimos y somos tan grandes como el FICCI. 
Pienso que como público y como sociedad nos han despreciado; nos vienen subestimando, porque se cree que la cultura y el arte es un elemento accesorio a las dinámicas sociales y ello es especialmente cierto cuando de sectores populares se trata. Nunca hay que perder de vista que, este desprecio, tiene una raíz estructural tanto en lo económico, como en lo social. Porque nuestra historia es el devenir del abuso; es claro que una ciudad vive a expensas de la otra. Casi todo es injusto, casi todo es desigual. Son pocas, o nulas, las evidencias de integración, de maduración colectiva, en lo económico principalmente. La calidad educativa, por ejemplo, es tan desigual, que ciertas escuelas barriales tienen que resolver problemas de supervivencia, antes que el de la formación. Resulta abismal la diferencia entre las realidades educativas que ocurren en Cartagena. Así como la diferencia nutricional, o la laboral, e incluso, empresarial. A la voz de todo el FICCI gratis, nos implicaron en términos de igualdad; sin importar las críticas, las opiniones en contra. Ahí está la taquilla abierta ¡entren!
Con lo anterior estoy sugiriendo varias cosas, para el caso de la oferta cultural en Cartagena. Hay que coger ejemplo del FICCI, esto no significa que los eventos deben ser tal cual, ni más faltaba. Uno. Me refiero al espíritu inclusivo, como quiera que esto se organice. Dos. Hay que pensar en grande y después se consigue la plata. No al revés. Casi siempre nos ajustamos a los exiguos presupuestos y los resultados son chichipatos. Tres. Los eventos deben pensarlo cartageneros, para cartageneros; con esto me refiero a que ya está bueno que seamos el puro escenario y ya. Es extraordinaria la iniciativa foránea, ni más faltaba; pero, primero está la gente y después la muralla; primero están los ciudadanos y después los turistas. Cuatro. Todo lo anterior, requiere fundamento conceptual; pensamiento estratégico; y una fuerte apuesta por acertar. Cinco. Sin unión y sin respeto, nada de lo anterior es posible. Estoy a la expectativa sobre las películas que veremos en el FICCI 2013. 

ricardo_chica@hotmail.com

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