La guambiana que descubrió el mar

Nunca había visto el mar.
Bernarda Tumiña Tombé, la joven guambiana que integra la delegación de diez colombianos en la Ruta Quetzal 2012, acaba de descubrir el mar.
“Ahora ya conozco el mar, pero quisiera que mi madre, mi abuela y mi hermano lo conocieran”.  Tiene 16 años y estudia en el colegio Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Silvia (Cauca). Dice que quiere estudiar medicina y conocer los secretos de la homeopatía para cuidar a los suyos. Teme por la preservación de los valores ancestrales de su comunidad y descree del artificio de la opulencia sin corazón. Ante la magnificencia de la Catedral de Sevilla, le pregunté qué sentía ante los restos de Cristóbal Colón que se presumen reposan allí, y su respuesta fue certera: “No me toma por sorpresa que esté enterrado allí. Eso es natural. Tampoco me sorprende la riqueza y el oro que brilla en toda la catedral. Siento una gran perturbación al pensar que con todo ese oro habría menos sufrimiento en el mundo”.
Al escucharla, pienso que todo ese oro provenía de América, y especialmente de Cartagena de Indias, como uno de los puertos principales en la ruta del oro. Las Torre del Oro en Sevilla nos sobrecoge y nos eriza el alma. Hay belleza monumental en cada paisaje, pero también una historia de lágrimas que luego de más de cinco siglos busca el cauce de nuevas alianzas y reencuentros.
Bernarda cree que la mayor sorpresa de este viaje es la diversidad de las culturas y los secretos guardados en los museos, pero ante todo, el ser humano.
A su edad ha bebido el yagé como prueba ceremonial de sabiduría ancestral. “La primera vez me hizo vomitar. Esa primera bebida es un reencuentro con los ancestros, es el reconocimiento de donde venimos. La segunda bebida, es la valoración de tu paisaje, tu entorno y tu familia. Aún me faltan dos pruebas más. El yagé es además de depurativo un alimento tradicional en la comunidad guambiana”.
Bernarda ha llegado a la Ruta Quetzal para contar cómo vivían los suyos antes de la llegada de los españoles. Mira con ojos serenos las olas encrespadas del Mediterráneo y sonríe al ver el paso de los pájaros. Fue una de las pocas ruteras que en la noche de clausura en la Universidad Complutense de Madrid sorprendió al público, y Miguel de la Quadra-Salcedo la abrazó para felicitarla y recordar que ella junto al resto de la expedición habían sido declarados por el presidente Santos “embajadores de Colombia ante el mundo”.
Espera venir a Cartagena y mirar junto a su familia ese mar por donde cruzaron las civilizaciones europeas y se dieron cita en el tiempo los hijos de otras culturas.