Revista dominical


Lente de la nostalgia: La moda sigue...

GERMÁN FONSECA CASTILLO

16 de diciembre de 2012 07:57 AM

En el anterior artículo me refería a la moda en la ciudad desde finales del siglo XIX hasta aproximadamente los años 30 del XX; destacaba como era indicadora  de las diferencias sociales, el uso de telas producidas en el exterior, estar sujeta a modelos ingleses o franceses y su poca integración a las condiciones climáticas de nuestro medio. Al avanzar el siglo se fortalece la industria textilera nacional con el montaje de telares automáticos alimentados con electricidad, que posibilitaron la producción a  gran escala con calidad, suficientes para abastecer el país y atender mercados de exportación. Colombia se convirtió en líder latinoamericana con empresas asentadas en Medellín, Bogotá, Pereira y Barranquilla. Surge Fabricato, Coltejer, Tejidos Valher,  entre otras.
La producción masiva  permitió el acceso a telas de diversidad de colores, tonos claros y estampados; los mayores canales de difusión disponibles, como el cine y las revistas de moda (llamadas “figurines” entre las señoras), expandieron el espectro local. En los años anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial la gente vivía más a la moda, muy influidas por las revistas cubanas y argentinas, al igual que el cine mexicano y norteamericano. La moda se democratizó. Era corriente tomar a los artistas como modelos, no solamente en los vestidos, también en los accesorios, adornos, calzado, maquillaje, peinados y hasta en la forma de comportarse. Especialmente los cantantes de orquestas tropicales del Caribe y los actores de cine se convirtieron en íconos. Hacia los años de 1950 las mujeres usaban amplias faldas de campana confeccionadas en telas de algodón, estampadas, de flores coloridas, frescas, holgadas, jugetonas con el viento, ceñidas a la cintura de avispa con un infaltable fajón. Otras preferían faldas ajustadas, de “medio paso”, con una coqueta apertura detrás, tacones puntilla y pronunciados maquillajes. Por su parte los hombres se daban gusto con camisas floreadas, de cuadros coloridos; pantalones de dril o lino, bien planchados, con pliegues en la cintura, bota ceñida y dobladillo. Predominaba la ropa  mandada a hacer, las modistas y sastres constituían legión, y para épocas como ésta de navidad amanecían confeccionando prendas para que su clientela estrenara el 24 y el 31. Entrado los 60s la cosa cambia. Irrumpen los tejidos sintéticos, el dacrón, nylón y terlenka son obligados, y entre las mujeres gana terreno el uso de pantalones (slacks) pescadores, bermudas y rematan en los pantalones calientes (hot pants) para las más jóvenes y osadas. La influencia es más marcadamente norteamericana, era usual -rovestir de bluyín Lee, suéter Vanl y gafas Ray Ban, peinado de copete y brillantina. La influencia del movimiento Hippie regresa la mirada a tejidos naturales y frescos, es la época de la ropa informal, de mucho colorido. Las mujeres se pasean de la minifalda a la maxifalda con gran libertad. La ropa confeccionada en serie se impone, los almacenes especializados de ropa para damas y caballeros ofrecen amplia variedad de modelos  a precios económicos. Es el sumun del acceso a la moda. Las barreras estaban rotas, el acceso a vestidos de calidad había dejado de ser exclusivo de los adinerados viajantes al extranjero.    

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