Revista dominical


Navegación a vela: “Canto al viento y a la mar”

ADELA COLORADO

28 de agosto de 2011 12:01 AM

La navegación a vela ha sido reemplazada a lo largo de los años, por el motor, debido al inevitable y necesario avance tecnológico y de ingeniería, sin embargo en toda escuela de marina que se respete, se sigue pensando que un buen oficial se debe preparar en un barco de vela. Se tiene noticia de que fueron los japoneses en 1874, los primeros en restaurar un viejo yate imperial, el Meiji Maru, para convertirlo en Buque Escuela. Siguieron los franceses en 1903 con la Ëtoile y la Belle-Poule.
En 1927 en Cádiz, la Armada Española bota a la mar al incomparable Juan Sebastián de Elcano. De América cabe destacar el Esmeralda de Chile, el Cuahutémoc de México, el Libertad de Argentina, el Cisne Branco de Brasil, el Eagle de USA y nuestra Colombia, territorio privilegiado, lanza a sus fronteras cálidas y susurrantes, el Buque Escuela Gloria, cuya historia se remonta al año 1964, cuando el señor Vicealmirante Orlando Lemaitre, era Comandante de la Armada Nacional y estaba empeñado en lograr un buque escuela para forjar el temple de los marinos colombianos.
Fue el 24 de junio, durante la celebración del día de la Armada, cuando logra convencer al Ministro de guerra, General Gabriel Revéis Pizarro, quien delante de varios oficiales, escribió y firmó en una servilleta:”vale por un velero”. Después de tan particular y simpático compromiso, el gobierno nacional mediante Decreto 111 de 1966, autoriza la construcción del buque. Su nombre se debe a la señora Gloria Zawadsky de Revéis, esposa del General Revéis. Es la Sociedad de Construcción Naval Española, en Bilbao, quien construye el buque y es botado a la mar en puerto Ferrol del Caudillo-España, en octubre de 1968, para tocar por primera vez puerto colombiano, en Cartagena de Indias, el 11 de noviembre de1968. Son estas máquinas, pertenecientes a esa estirpe, que de la mano de la naturaleza y el hombre, nos llevan a vivir sueños de gaviotas y delfines, que galopan impetuosos, llenos de valentía, abriendo el  camino de la ruta marcada por navegantes aguerridos y aventureros que surcan los mares, cantándole al viento y al mar las melodías recogidas en cada puerto, actuando como sembradores en el agua, labrando las olas e hincando raíces que amarran fuertemente a ese hombre de corazón marinero que no sucumbe ante la firmeza de la tierra, el que entiende y toma ese hilo intangible del viento,  con el cual logra tejer su existencia, el que doblega, conquista y somete la fuerza de la mar y sus cómplices.
El verdadero marino, es el que sabe disfrutar el placer de navegar en un gran velero y es capaz de escuchar el sonido del viento, un sonido que al encontrar las velas en el infinito brinda acordes que a veces son latigazos despiadados y a veces suaves caricias, ese verdadero navegante entiende cuántas caras, cuántos sentimientos y momentos nos pueden brindar el agua, el viento y las velas. Tres maravillosos elementos que unidos, le regalan al hombre una aventura única y eterna: navegar!

Fundación Fototeca Histórica Cartagena de Indias

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