Revista dominical


Óscar y la máscara

RICARDO CHICA GELIS

26 de agosto de 2012 12:01 AM

Enloquecimos y no es para menos. Insomnio, autocomplacencia, narcicismo, hedonismo, banalidad, fugacidad, inmediatismo e intentos de suicidio. Omar Rincón, famoso crítico, señala que la televisión es como rezar el rosario todas las noches; en cambio, el cine es como ir a misa. Son ritos audiovisuales que nos implican con sus relatos y nos terminan formando como personas y como grupos sociales.
Una forma de incidencia tiene que ver con la agenda de temas que nos ofrecen los medios cada día, cada semana, cada mes y cada año. Pensar una agenda de temas y noticias, significa que unas cuantas personas tienen un poder inmenso sobre millones, pues, son ellos quienes deciden de qué se va conversar, o no. De manera que, hoy más que nunca, no sabemos con claridad qué es lo que está pasando en el mundo, en la nación o en la ciudad. Quizás nos salve cultivar la capacidad de sospecha.
Una capacidad que depende de conocer la memoria de los hechos y de los distintos enfoques con que se trata. Pero mantener viva la memoria es casi imposible, toda vez que el propósito primero de los dueños del poder y de los medios es la amnesia colectiva. O el olvido social, el cual, se logra, al menos, de dos formas. De una parte interpelando todo el tiempo a las emociones, a las lágrimas, al alivio y a la experiencia vicaria, a la estupefacción colectiva, a la sensiblería, al humor ligero, a las ilusiones y falsas expectativas, al consumo, a la nostalgia y por su puesto: a la navidad.
Todos  jalan el fin de año, el día de las brujitas, los ángeles somos, los reinados, las fiestas de noviembre, el treinta y uno de diciembre y las vacaciones. Y con toda razón. ¿Quién quiere saber o recordar semejante agenda de temas tan decepcionante, tan escabrosa, tan incierta, tan cruel? Huyan. Y la salida es el consumo y sus múltiples estilos. Y Oscar es uno de esos estilos, es decir, una de esas ofertas de identidad que se parece mucho a nosotros: ambiguo, indeciso, impreciso, superfluo, confuso. No es niño, no es viejo, no es joven. No es hombre, no es mujer, no es gay. Es un éxito de las masas, un ser post moderno dirán los entendidos. Momentáneo y que muy pronto olvidaremos, pero, éxito al fin y al cabo.  Y, para terminar de rematar, del lugar menos esperado: Chinú. Uno imagina a Chinú con suero, bollo, chicharrón, hombres y mujeres recios, todo el mundo en moto y sorteando los efectos de la ola invernal de hace un par de años. Pero, por cuenta de Oscar, esa imagen se desbarata y se comprueba, una vez más, lo poco que conocemos nuestra región y ni hablar de Colombia entera.
La otra forma de promover la amnesia colectiva, tiene que ver con la cantidad abrumadora de información, humanamente imposible de procesar ¿Cuál es el hilo conductor que uno debe seguir para poder comprender qué significa vivir en este mundo a la luz de sus acontecimientos, de sus personajes, de sus fenómenos políticos, culturales, científicos, ambientales, económicos, sociales entre muchos otros? O, si quieren: ¿Qué tiene que ver con nosotros que el robot curiosity,  mandado por los gringos a Marte, envíe fotos de unas pinches piedras frías y rojas que vemos por televisión? Nadie se lo pregunta ni en la audiencia, ni en los medios. Allí está el robot marciano, luego vienen una sarta de comerciales y de una aparece la cara de Oscar, cuyo rostro, risa y mentón me recuerdan al humorista canadiense Jim Carrey en su película La Máscara (1994).
Y eso es lo que me aterra, pues, el personaje principal es Stanley Ipkiss quien se encuentra una máscara que le da poderes mágicos para manipular la realidad. Y eso está muy cerca de lo que se ve, no sólo en Protagonistas de novela, sino en todo el conjunto de contenidos de televisión nacional e internacional: una distorsión, un desquiciamiento de la realidad que nos presiona a consumir en un mundo donde los recursos se acaban. Y, con ese enfoque de las cosas, es evidente que no hay para todos; en especial, con el ritmo inalcanzable de las actualizaciones tecnológicas: ¿De verdad creen que la vida mejora si tenemos la última versión del pinche Iphone? De hecho, es rara la persona en nuestro medio, capaz de usar todas las posibilidades que ofrece un aparato de esos. Más que nunca se hace necesario interrogar, averiguar, darse cuenta de las cosas tal y como son, o por lo menos, de una manera reposada, verosímil, consecuente. La característica principal de Oscar y La Máscara es la velocidad, el acelere de la vida. Y es que las semanas de ahora, sólo duran tres días.

ricardo_chica@hotmail.com

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