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Adèle Naudé Santos: la naturaleza sobre todas las cosas

De la mano de la Fundación Mario Santo Domingo, una de las arquitectas más destacadas del mundo interviene en una obra que cambiará las vidas de los niños en Barú.

“Si soy arquitecta es por mi papá. Aunque en principio él pensó que era mala idea (risas). ¡Hombres! Mi papá decía que era una profesión de hombres”, dice y ríe Adèle Marie Naudé Santos (Ciudad del Cabo - 1938). Y, en cierta forma, en ese tiempo sí lo era, una barrera que ella rompió. “En mi clase - Universidad de Cape Town- eran 40 hombres, yo la única mujer, pero era la mejor. Me parecía ridículo que lo tuviera que probar (que podía ser arquitecta), simplemente era la mejor arquitecta de mi clase”, sostiene, ríe nuevamente y se arregla sus cabellos blancos. Cuando le fue bien, su papá, que siempre la apoyó, pensó en enviarla, de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, a otro lugar para que siguiera estudiando arquitectura, su destino fue Londres. “Allá no era que cambiara mucho la cosa, pero ya éramos tres mujeres estudiando arquitectura, las tres muy buenas (más risas). Entonces me di cuenta de que podía ser mujer y arquitecta”, agrega y otra vez una sonrisa se dibuja en su rostro. Y no cualquier arquitecta: una de las más brillantes en el planeta, con obras de renombre y una consolidada carrera como docente y planificadora urbana en la que sigue vigente a sus 82 años. En su época universitaria era costumbre para los estudiantes de Londres complementar sus carreras en Estados Unidos, así que terminó haciendo un posgrado en Harvard. Ha sido docente de esa y otras universidades estadounidenses y la segunda mujer en la historia en ser decana en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Ahí estuvo al frente de la decanatura de la Escuela de Arquitectura y Planificación (2004 -2014). Heredó de su padre, el arquitecto David François Naudé, ese gusto por la arquitectura, y de su madre, Aletta Adèle Da Fonseca Wolheim, una poeta y escritora, amante de la jardinería, quizá heredó el gustó por la naturaleza. “Lo que es seguro es que no soy una poeta (risas). Tengo el temperamento de mi papá y no de mi mamá. Hoy en día hago un poco de poesía pero no en serio (..) Mi mamá tenía un talento especial para la jardinería, podía hacer crecer lo que fuera, yo no soy así pero realmente sí amo la naturaleza”, añade. Hoy combina la arquitectura y la naturaleza.

En Ciudad del Cabo existe un conjunto de casas cuyos techos son jardines. “En la distancia no puede distinguirse si los jardines son parte de las casas”, dice. Es un gran jardín y es una de las creaciones de Adèle Marie que más le gusta. Y es que la orientación más importante en su vida es: “Poder construir en la naturaleza”, pero que “la naturaleza sea el centro del diseño, no el complemento”. Además tiene un interés social incalculable.

Gran parte de su trabajo se ha centrado en construir viviendas de interés social, ¿de dónde viene esa inclinación?

- Viene de hace mucho tiempo. Crecí en Ciudad del Cabo. Mi tío era una persona muy importante que trabajaba en casas para los más necesitados. Y tenía una organización sin ánimo de lucro con ese fin. Creo que viene de ahí.

Su visión en Cartagena

Adèle Naudé Santos ha llegado a Cartagena de la mano de la Fundación Mario Santo Domingo, por un convenio entre esa organización y el MIT, donde ella trabaja y donde creó el Centro para el Desarrollo Avanzado de Urbanismo. La fundación y Adèle tienen algo en común: su interés por crear viviendas dignas para comunidades necesitadas, hacerlo de forma integral. En una anterior visita, con su equipo, realizó una propuesta de vivienda de interés social para Ciudad del Bicentenario, la cual fue premiada en un concurso internacional de desarrollo sostenible de la cementera Holcim. Ahora trabaja con sus estudiantes y con la fundación en rediseñar la Institución Educativa Barbacoas de la isla de Barú. “Los habitantes tendrán un colegio icónico que recogerá lo mejor del sentido ecológico de la isla de Barú”, explica Álvaro González, director de la fundación en Cartagena. ¿Quién mejor que ella para hacerlo? En un hotel de Centro Histórico nos contó algunos detalles de sus proyectos y de su vida.

¿Cómo debe ser una vivienda de interés social ideal?

- Depende mucho de la sociedad, aquí la fundación no ve el tema de la casa como el centro de la solución, sino como un tema de hábitat, queriendo decir que la familia, además de tener una vivienda digna, necesita colegios, hospitales y eso lo encontré en el proyecto de la fundación, una mirada integral.

Desarrolló aquí un proyecto, ¿en qué consistió?

- Con un grupo de estudiantes del MIT, diseñé un bloque de viviendas dentro de un proyecto de mayor tamaño, que es Ciudad del Bicentenario. Una característica importante que noté cuando estuve en Bicentenario es que mucha gente trabaja y vive en las mismas casas, entonces ese fue uno de los aportes que se hizo en ese diseño, espacio para ello. Después del premio de Holcim por ese diseño, que era en dinero, dijimos que era mejor reinvertir en algo nuevo, decidimos que eso iba a ser el proyecto de Barú.

¿Cuál es el mayor reto en Barú?

- Estamos contentos porque un proyecto de una escuela siempre es interesante. El diseño actual no es el indicado, es muy abierto y los niños tienden a distraerse mucho y eso genera dificultades de aprendizaje. Es un reto interesante, hoy el diseño es bonito, típico, pero operativamente no es funcional. Tengo el reto de cumplir con la doble connotación: que siga siendo bonito y funcional.

¿Y cómo lo hará?

- El terreno es muy bonito pero la vegetación pierde muchas hojas por falta de agua, el agua será importante. Es un terreno tan grande que los salones están dispersos, una de las variables es generar esa comunicación. El colegio tendrá un Centro de Desarrollo Infantil y se incluirán áreas comunes para uso mixto con la comunidad. La apuesta de la fundación en educación es la trayectoria completa desde preescolar hasta bachillerato. Estamos planeando temas como la circulación de la brisa, que es un factor importante. Sobre los tableros va a haber una iluminación natural que los va a situar como el centro de atención. Son ideas muy simples pero que hacen una gran diferencia.

Para usted, ¿cuál es el tipo de vivienda ideal?

- Todo el mundo tiene en la cabeza una casa ideal (risas). Permanentemente estoy construyendo mi casa ideal, quiero una con buena vista, en la mañana ver al sol saliendo y en la tarde ver el sol cuando cae, que los espacios parezcan grandes.

¿La playa o la montaña?

- Ahora tengo los dos, estoy viviendo encima de una gran montaña de piedras, cerca de un muelle de pescadores, en una ciudad muy pequeña cerca de Boston, es fantástico ver los pájaros y el mar.

¿Qué obra de arquitectura la deslumbra?

- Hay muchos arquitectos que admiro, uno especialmente en Finlandia, que es como un poeta que combina la naturaleza con el hombre y es una cosa increíble, ya murió. Mi orientación más importante es poder construir en la naturaleza, pero la naturaleza es el centro del diseño, no es complementaria.

¿Qué obra realmente la representa?

- Entre las obras que más me gustan está un conjunto de casas que he hecho donde todos los techos son jardines, entonces uno a la distancia no puede distinguir si los jardines hacen parte de las casas.

Esa combinación con la naturaleza, ¿va en aumento en el mundo?

- Es un tema que va y viene, depende mucho del arquitecto como tal, yo me considero una abanderada en eso. Otro edificio que me llama la atención es un centro comunal que hice en Guatemala, también cerca de un proyecto de vivienda de interés social, en una zona muy insegura, donde las mamás tienen que ir al colegio con los niños o esperarlos en la puerta porque realmente era muy peligroso. Lo que se hizo fue un espacio común para todos.

¿Cuál ha sido su mayor desafío en diseño?

- En ese centro comunal el reto principal era que el mantenimiento y la construcción fueran muy económicos, para eso hicimos un gran techo transparente para que genera una iluminación y que cuando lloviera las madres se protegieran bajo ese techo. Por la forma de ese techo no era fácil de determinar si estabas dentro o a fuera del recinto. Cada obra tiene su propio reto. También he trabajado en proyectos en Sao Paulo y en las Guyanas.

Además del colegio de Barú, ¿en qué otros proyectos está trabajando?

- En China. Es un proyecto muy difícil porque nunca se termina, eran nueve meses y ahora van 18 y por el mismo dinero (risas). Es en Shenzhen, un proyecto ecológico pero relacionado con el paisaje, entre la bahía y la montaña. China se desarrolló muy rápido, lo que hicieron fue construir y construir, ahora se están devolviendo al entorno natural.

¿Cuál es su mayor satisfacción?

- Cuando se logra construir un proyecto, porque eso quiere decir que se está haciendo la vida mas fácil para las personas. Un proyecto como el de China no me genera tanta emoción, porque no lo voy ver terminado, como sí pasó en con el de Guatemala. ¡Espero que la escuela de Barú se construya pronto!

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