Ella personifica a una niña maltratada por su madre. Él, a un joven que agrede a su novia por no recibir la prueba de amor. Son dos escenas de una obra de teatro. Ensayan una y otra vez junto a otros diez jóvenes que quieren dejar un claro mensaje a la sociedad.
Julieth Pineda y Samuel Pérez descubrieron hace seis meses que aman el teatro y que a través de él pueden cambiar su mundo. Pero así como ellos, unos 300 niños y jóvenes de las comunidades más vulnerables de Arjona buscan transformar su realidad a través del arte y la cultura.
En el barrio Turbaquito, en una calle destapada, se construyó hace cuatro años la Fundación Centro Cultural Jóvenes para Jóvenes, aunque en realidad llevan cerca de 12 años trabajando en pro de esa población del norte de Bolívar. Once jóvenes y un sacerdote de la parroquia San José Obrero vienen caminando y trabajando hace un tiempo en restablecer el tejido humano y en la formación artística y cultural en el municipio.
Sus inicios
La fundación surgió con la venida de un joven sacerdote italiano, Luca Cau, que también es artista, y durante los ocho meses que estuvo en Colombia se enamoró de Arjona y del talento de sus jóvenes. “En ese tiempo teníamos problemas muy fuertes. Todavía se vivían las secuelas del desplazamiento, de la violencia, y él, mientras estuvo acá, siempre trabajó por la cultura. Se fue con la inquietud de la falta de oportunidades para los chicos con talento y como al mes nos llamó y nos dijo que quería hacer una casa para la juventud, un espacio donde los muchachos pudieran ir y entretenerse, donde pudieran formarse”, cuenta el sacerdote Rubén Silva, director y uno de los fundadores del proyecto.
Y la “casa de la juventud” se convirtió en el gran centro cultural que es hoy, con un gran auditorio donde caben 450 personas y que lleva su nombre en honor a Luca Cau, presidente de la Associazione Italiana Giovani per i Giovani, en Roma, la entidad homóloga de la fundación que hoy beneficia a la población de Arjona. Es impresionante ver un escenario de tal magnitud en medio de un barrio tan necesitado y que difícilmente puede verse en otros pueblos de Bolívar. La fundación, además, tiene cinco salones con nombres muy sugestivos: salón Cuerpo (pensado para la danza), salón Alma (música), salón Espíritu (galería de arte), salón Creación (teatro) y salón Inspiración (dibujo y pintura).
Con tómbolas, conciertos, rifas, obras de teatro y vendiendo ropa, peto y sopa, estos jóvenes sacaron adelante este proyecto, que es ejemplo de trabajo en equipo, constancia, perseverancia y disciplina. Ellos nos enseñan que cuando de verdad se quiere trabajar por la comunidad, solo se necesitan corazones solidarios para lograr lo incalculable.
“Nunca nos imaginamos que íbamos a tener todo esto. Ha sido una labor realmente ardua y se llama Jóvenes para Jóvenes porque desde que iniciamos, empezamos a trabajar estos jóvenes que están aquí, con jóvenes italianos. Todavía nos faltan muchas cosas, pero estamos luchando para terminar lo que nos falta”, agrega Silva.
Esos muchachos que se esfuerzan por las nuevas generaciones, fueron en su momento apadrinados por personas de Italia que les permitieron prepararse profesionalmente. Una actriz, un músico, un artista plástico, un administrador de empresas, una psicóloga, una técnica en danza, y otros, retribuyen eso que hace unos años atrás recibieron gracias a este bonito proyecto que nació a inicios de los años 2000 y se consolidó legalmente hace cuatro años.
Programas y actividades
La Fundación trabaja durante todo el año en sus programas y actividades. Uno de sus proyectos principales es el ‘Laboratorio Cultural’, un espacio en el que aprenden de creación escénica, danza, música y artes plásticas, para aprovechar el tiempo libre. Además tienen una comparsa con unos 60 chicos y el colectivo de teatro, con 12 niños y adolescentes que se están formando, incluso, en cultura de paz con el apoyo de otras fundaciones.
Cada octubre, realizan el Festival Intercolegial de Sketches Teatrales (Festisketch), en el que participan estudiantes de primaria y bachillerato. Este año se realizó la cuarta versión, que tuvo como jurado a Salvo Basile, Aida Bossa y Obeida Benavides. También se hace “TINTA” (Encuentro Literario Intercolegial), para promover la lectura y la escritura.
Ataole, por su parte, es un encuentro de cantadoras y grupos folclóricos que llega a su quinta versión y este año le hace un homenaje a la reina del bullerengue, Petrona Martínez.
‘Constructores de un mundo nuevo’ es un programa con el que llegan a las comunidades golpeadas por diferentes problemas para ayudar a que su Navidad sea más agradable.
La Fundación Centro Cultural Jóvenes para Jóvenes también apoya al Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci), en la modalidad de cine en los barrios. Durante cuatro días, su sede se convierte en ese espacio que acoge entre 500 y 600 niños cada noche de proyección de películas.
Sin duda Arjona tiene ese lugar especial desde donde la juventud trabaja por y para una juventud llena de valores, que aprende a través del arte y la cultura y que, sobre todo, entendió que los sueños se luchan y que un futuro exitoso no se construye solo.
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