El niño se quedó inmóvil ante la euforia de la trompeta que resonaba en el patio de la escuela. Era la Banda 19 de Marzo de Laguneta. El fundador y director era el maestro de escuela y trompetista Miguel Emiro Naranjo, que la hizo posible en 1966, luego de muchos años de obstinadas convocatorias en los patios del Sinú. Con una trompeta comprada a plazos de su compadre Miguel Montes López, empezó a practicar a cielo abierto, bajo la luz titilante de las luciérnagas y cocuyos, de relumbrantes linternas de petróleo con pavesas y mechas encendidas, y por una luna llena y romántica”. Vea aquí el video: Video: el espectacular baile de Verónica Alcocer en posesión de Petro
El niño tímido dio siete pasos hasta pararse frente al músico Miguel Emiro Naranjo, como si quisiera tocar la música de porros que había embrujado a los estudiantes de la escuela y a los vecinos de Ciénaga de Oro. El músico saludó al niño y le preguntó su nombre y él lo dijo en susurros. Pero su nombre había de resonar años después en la historia de Colombia. La música había conmovido al niño. Los músicos tocaron una nueva canción.
En la recóndita soledad de los gallineros resonó el canto destemplado de un gallo que intentaba recuperar el ímpetu enérgico de las once de la mañana entre las hojas quemadas de los totumos. Los metales de la banda dejaron una vibración en la arena del patio de la escuela. Y el niño tarareó el porro palmoteando como si el músico se lo hubiera dedicado a él.
Bajo el ala del sombrero vueltiao del director resplandeció la mirada del músico que sintió la eufórica felicidad de aquel niño entre todos los niños.
Pasaron muchos años para que el músico se reencontrara con aquel niño. Hace unos pocos años, ya convertido en aspirante a la presidencia de Colombia, volvió a ver al músico. Ahora, el hombre de más de sesenta años, se acercó con pasos decididos y lo miró a los ojos. Su música me ha acompañado toda la vida, le dijeron sus ojos.
Y en confianza le reveló que una mañana llegó a su escuela y tocó en el patio ante el asombro de todos los niños. El niño que se acercó en aquel lejano día era yo, dijo el hombre. Y el rostro del músico se alumbró con una alegría inusitada. Ese niño era yo, dijo con firmeza. Si me convierto en presidente de Colombia, quiero que toques tus porros como aquella vez, pero ahora en la Casa de Nariño. Al músico se le salieron las lágrimas. ¿Qué quieres que toque? En los ojos del hombre estaba el brillo iluminador del niño: Río Sinú. Así será, dijo el músico. Así fue.
El hombre que acababa de ser elegido presidente de Colombia le dijo que había un avión para cuarenta músicos para llevarlos desde el Sinú hasta Bogotá. El músico le dijo que no completaban los treinta músicos. Así que se ingenió para invitar a la Banda de Chochó para completar un avión que volaría a ritmo de porros ancestrales a la posesión del nuevo presidente y para tocar por primera vez en la historia en la Casa de Nariño. Mucho antes del viaje, Verónica Alcocer, la primera dama de la nación, lo visitó. Y se armonizó la agenda de la presencia de las dos bancas en la posesión del presidente.
El designio histórico estaba dado. Recientemente tanto el porro como el Festival Nacional del Porro habían sido declarados Patrimonio Cultural de la Nación, como hace unos años, el sombrero vueltiao, había sido declarado patrimonio cultural de la nación.
Luego de la tensión de la espada de Bolívar, la música mitigó los resquemores, a ritmo de piano y más tarde, se volvió un delirio colectivo impactante que entró con el aspaviento a cielo abierto de Laguneta, y ascendió por las escalinatas de la Casa de Nariño dejando un rastro de río vibrante y caliente de Ciénaga de Oro en el vaho frío que bajaba de Monserrate. El primer fandango histórico en la Casa de Nariño fue liderado por Miguel Emiro Naranjo y la Banda de Chochó. Lea aquí: Banda 19 de Marzo de Laguneta estará en la posesión de Petro
La primera dama siguió el ritmo del porro con la misma felicidad con la que lo había bailado en otros años de fiesta en Sincelejo. El lejano niño oyó estremecido Río Sinú con la devoción con que escuchó los primeros porros de la banda. Llamó a su despacho al músico y le preguntó por la suerte de los músicos. El músico le habló de la desprotección social de los músicos de banda y cómo mueren sin tener para el ataúd.
Miguel Emiro Naranjo.
El hombre convertido en presidente de Colombia le dijo que bajo su gobierno no permitiría que el final de los músicos de banda culminara en la desventura y la orfandad, y le pidió al músico que creara un documento testimonial que permitiera la protección de todos ellos. El músico abrazó a aquel niño del remoto patio de la infancia. Algo más que la música los unía. Algo más que el misterio embrujador de la música. El Río Sinú resonó ondeante y feliz entre los muros del palacio.
Y el espíritu de la legendaria bailadora de fandango María de los Ángeles Tapias (1887-1940), de Ciénaga de Oro, más conocida como María Barilla contagió con su ritmo delirante a la Casa de Nariño.
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