Facetas


Caravajal tiene sed

Se levanta todos los días a las 4 de la madrugada sin un reloj que la despierte. Aún no ha salido el sol cuando ya ha digerido su primera tasa de café, para acumular energías y sacudir los achaques de sus 65 años.

La mujer es Fanny Madrid Catalán y estamos en Caravajal, una tranquila vereda de El Carmen de Bolívar. Fanny nació aquí y nunca ha visto una gota de agua salir de un grifo… No hay acueducto, no hay tubería, estamos en 2017 y no hay agua potable en Caravajal.

La violencia visceral que sacudió al pueblito en los 80 y 90 se ha marchado -ojalá para siempre-, pero en pleno siglo XXI los campesinos tienen que librar una guerra diaria contra la sed. Sí, agua.

El que quiera tomar agua, o cocinar, o bañarse en el rancho de Fanny, y en toda Caravajal, tiene que caminar durante una hora y veinte minutos para llegar al pozo más cercano, que han bautizado ‘El Tigre’ y que queda en El Naranjal, otra vereda de El Carmen. Y el agua de ‘El Tigre’ no es potable.

Y ahí va la carmera de cabello canoso a conseguir agua, camina de una vereda a otra bajo un sol ‘bravo’. El burro que lleva a su lado carga ocho tanques vacíos, que más tarde regresarán llenos de agua, cuando consiga subir de nuevo la cima donde está su rancho.

Ahora veo caminar y hablar a Fanny, y pienso que quizá su piel marchita, sus ojos cansados y sus manos desgastadas son producto de los años, pero también de una vida sin acueducto, sin agua... porque le toca salir a buscarla cuantas veces sea necesario bajo el inclemente sol. Su esposo, Eduardo Soriano, padece una enfermedad que le impide realizar largos recorridos y es testigo de la preocupación que la azota cuando le dice: “vieja, se acabó el agua, hay que buscar más”.

“La vida en el campo nunca ha sido fácil, pero así soy feliz, porque me he acostumbrado a ella, a vivir fuera del peligro y de la maldad. Prefiero bajar y subir un cerro para buscar agua todos los días, que mudarme a un pueblo con acueducto y dejar esta vida tranquila que tengo junto a mi familia”, dice Fanny.

“Mis hijos, nietos, bisnietos y todos los que quieran pueden venir cuando quieran a este rancho que yo misma construí. Aquí se come gallina criolla, un cerdo bien criado, yuca y ñame harinoso del bueno... pero que no me falte el agüita para cocinar”, dice entre risas, Fanny Madrid.

Camino al pozo de ‘El Tigre’
Los potes, tanques, el burro y la montaña también son elementos infaltables en el día a día de César Pérez Bohórquez, otro campesino de Caravajal.

“Burra… sito, burra”, le dice César a uno de los asnos que sostiene cuatro tanques de agua en ambos lados, sujetados por cuerdas y dos canastillas. “¿Quien dijo que los burros son brutos? Ellos son muy inteligentes porque se saben el camino y entienden lo que uno les dice”, comenta César, mientras caminanos rumbo a El Tigre junto a dos burras: ‘la Cachaca’ y ‘la Larga’.

Pasan los minutos, y por fin llegamos al tan apreciado pozo. Este ‘Tigre’ luce sucio, verdoso… pareciera que una capa inmensa de moho verde cubre su superficie… Cualquiera se espanta de solo pensar que tiene que beber de esa agua… y bañarse, y cocinar… en fin, la cosa no es tan grave como parece.

“Esa capa verde que ustedes ven, es creada por este cuerpo de agua para protegerse”, aclara César y cruza un pequeño puente improvisado sobre el pozo. Toma los baldes, agita con ellos la superficie de color verde y los sumerge para llenarlos de agua. Bajo la capa verde, el líquido luce puro, limpio... pero no potable.

“Cuando llevamos el agua al rancho la pasamos a otro tanque más grande. Le echamos un poquito de agua de cloro -medido- para cortar el agua… Entonces el sucio queda en el fondo y el agua limpia permanece en la superficie”, me explica Elvia Rivera, esposa de César, ante mi cara de espanto.

“Aquí se utilizan 24 potes de agua diariamente, 11 para el ganado y 13 para la familia. Como las dos burras no son suficientes para cargar esa cantidad de tanques de una vez, hay que hacer varios viajes al pozo. Es una lucha por el agua, de todos los días”, agrega.

Si demoró en El Carmen...
Caravajal pertenece a El Carmen de Bolívar… Sí. El Carmen de Bolívar fue fundado el 6 de agosto de 1776 y su acueducto solo empezó a funcionar el 3 de julio de 2015… eso quiere decir que tuvieron que pasar casi 239 años y muchas promesas de políticos para que la cabecera municipal tuviese agua… ¿Cuánto más tendrán que esperar Fanny, su familia y sus vecinos? ¿Será que Fanny vivirá para ver una gota de agua salir de un grifo en Caravajal? Ojalá... Pero si en las calles de El Carmen caminan en medio de aguas residuales, sobre todo en épocas de lluvia. No hay alcantarillado…. ¿Qué se deja para Caravajal?

“Si fue difícil para los habitantes de El Carmen tener agua potable, lo es aún más para quienes vivimos en las veredas del municipio. Sé que la inversión es grande, pero eso no quiere decir que para nosotros sea imposible tener agua. Tenemos la esperanza de que no solo haya agua saliendo de los grifos, sino que la electricidad llegue también a nuestros ranchos”, concluye César Pérez.

Caravajal tiene sed. Y es ciego por las noches.

Se ha producido un error al procesar la plantilla.
Invocation of method 'get' in  class [Ljava.lang.String; threw exception java.lang.ArrayIndexOutOfBoundsException at VM_global_iter.vm[line 2204, column 56]
1##----TEMPLATE-EU-01-V-LDJSON----
 
2   
 
3#printArticleJsonLd()
 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS