Su casa impacta tanto por los elegantes muebles apiñados, como por el color rojo vivo que hay en todas partes. El negro y el blanco juegan en las rayas de un par de cebras que tiene en la mesita de centro de su sala y en la alacena de su cocina. Un poco de amarillo se esconde entre los árboles de uno de sus cuadros y en algunas frutas lacadas que adornan su hogar. “Pónganse cómodas”, dice Chawala. Siento que estiraré la pierna y haré desastres.
Chawala se cambió el look unas dos veces, buscando una camisa que lo representara como artista. Ofreció disculpas por la demora. Preguntó varias veces si estábamos cómodas (a Lorena, la fotógrafa, y a mí). Bromeó y cambió de posición el abanico para que el aire nos alcanzara. Los rizos de mi compañera se revolcaban en su cara mientras decía “ahí me pega. Estoy bien”.
Se llama Noraldo Iriarte Arias y todos en Cartagena hemos oído ese “Chaaawa, chaaawa” en los éxitos de champeta del momento. Antes de hablar de él, quiso hablar de su picó, el imponente Rey de Rocha.
El monstruo de la champeta
Rocha, una comunidad afrorural de Cartagena, vio nacer al “Rey”. Ángela Arias era entonces una ganadera que en consenso con su esposo José Iriarte, envió a sus hijos hasta Cartagena para que estudiaran. Pero el pasatiempo favorito de los hermanos Noraldo y Leonardo en la urbe donde se suponía se educaban, era escuchar una extraña música que los ponía a bailar y a cantar. No sabían qué significaban aquellos gritos entonados que salían de los Lps que compraban, con el producido de la venta del queso que su madre les enviaba cada semana. “Me van a arruinar”, cuenta Noraldo que les decía Ángela.
La música la llevaban en la sangre, porque cuando estos hermanos regresaban a Rocha y ponían los Lps, su madre cantaba y bailaba con ellos, y así se le olvidaba la plata del queso. Ángela compró en el mercado de Bazurto dos “cajas” (de sonido) para animar su negocio de cerveza. El nombre en el empaque no pudo ser más preciso “Rey de Reyes”.
Noraldo recuerda que en los años 85 “habían señores que viajaban a Nueva York, Francia, y Suráfrica para traer discos. Entonces la música africana era lo que se escuchaba”.
Según Noraldo, los compradores de música más populares de la época les vendían los mejores temas a varios picós de Cartagena como El Conde, El Sabor y El Parrandero. “Nos tenían la rosca”, dice. “Veníamos de Rocha y la competencia era así. Un señor apodado “El Flecha” era el que nos traía la música, pero la gente morena lleva más esto en la sangre. Él era de Magangué, era como cachacho y de música no sabía nada. Si compraba por decir 10 discos, 2 discos buenos salían y nos tocaba tirar bastante “canalete”, explica Noraldo.
Trabajó adelantando la revolución de los acetatos “para que fueran más rapiditos”. Gracias a esa experimentación y a lo que podía conseguir en diversas tiendas de música en Cartagena a falta de los éxitos que sí tenían otros picós, el Rey de Rocha empezó a surgir y a crear.
Nació el Chawala
“Hay una canción que siempre ponía en el picó. En la letra decía !Chawala, Chawala! Yo no se ni qué es. El “Compa Fide” me gritaba Chawala. La gente me decía, ¡Chawala, ponte el Chawala!”.
Dejó de ser Noraldo y pasó a ser Chawala, un joven con oído para reconocer la música comercial y exitosa. Ritmo que no cautivaba al Chawala, no se ponía en el picó. La teoría de este hombre de 47 años, sonrisa permanente y ademanes acelerados, es que si le gusta a un niño, es un éxito seguro.
“Si no me gusta la canción no se graba. Me ha tocado sacar a gente del estudio, pero les hablo aparte y les explico. Yo no me creo el mejor pero tengo oído para saber qué disco se va a pegar . Les ayudo tanto en la pista como en la letra. Aporto mi granito de arena”, dice, describiendo su narración con las manos.
En Cartagena se metieron ritmos como la terapia, la terapia criolla y la champeta criolla. Aparecieron Hernán Hernández, Rafael Chávez, Viviano Torres, Luis Tower, Charles King, Melchor Pérez, Afinaíto, Sayayín, Mr Black, Eddy Jey, Edwin el Maestro y El Encanto. “Todos han pasado por mi mano” cuenta orgulloso Chawala.
De El Rey surgieron temas como El salpicón, La turbina, El pato Donald, El Chavo del Ocho y El perro que habla. Canciones que no eran para cantar, sino para mover el esqueleto. “En ese tiempo no se hacían canciones para tener plata, sino para tener música”.
El auge de la champeta fue tal que Sony Music adquirió canciones como La nubecita y Busco alguien que me quiera, bajo la producción de otro exitoso empresario,Yamiro Marín. “La champeta todo el tiempo ha dado resultado”, continúa Chawala.
La champeta amenaza con perderse
Las grandes disqueras se interesaron en la champeta cartagenera pero dieron un paso en falso. “Se llevaron “el sancocho” para Bogotá, se olvidaron de Chawala y Yamiro Marín, para hacer las producciones allá en la capital, pero le faltaba la “Maggi” de nosotros. Un cachaco no te va a guiar en este ritmo. Pueden ser muy buenos artistas, pero dos cabezas piensan más que una”. Entendible.
El Afinaíto, El Sayayín y hasta Mr Black, cayeron en esas canciones que, según Chawala, “no tenían un Rey de Rocha”. Los años pasaron, las champetas viejas sonaban en el Rey junto al pegajoso y acostumbrado material que sacaban, expresados en volúmenes y las disqueras tardaron años para volver a poner sus ojos en la champeta.
Pero la luz apareció casi al final del túnel con la champeta “urbana”. Kevin Flórez y La invité a bailar, así como Mr Black y Fiesta en la noche, se posicionaron en el mercado.
Ambulante
Chawala describe a El Rey de Rocha “como una emisora ambulante que suena los discos de los artistas cuatro o cinco meses antes”. Es una potente máquina de sonidos con 24 “bajos” de 21 pulgadas y un display, que funciona como el cerebro del picó.
Es normal que existan grabaciones (con mal sonido) de canciones nuevas de la champeta, pues hay quienes las toman en su celular y así las ponen en sus fiestas. De esa manera consiguen “material exclusivo de El Rey”.
Me explica cómo se trabaja en este mundo de la champeta. “Ellos (los artistas) me trabajan la exclusividad. Las cintas son mías y se las alquilo (a Codiscos) durante varios años (con liquidación incluida)”.
“Ángela, Noraldo, Juan David y Leeeeeeo” cantan algunos artistas de la champeta. Ellos son los hijos de Chawala, quienes ya están inmortalizados en “placas” dentro de éxitos del Rey de Rocha.
“Te cuento algo, yo que vivo de esto se que a la champeta no la aguanta nadie, pero no es pegarse, sino mantenerse”, finaliza.
Comentarios ()