Facetas


Daniel Estulin y el destino global

Desde hace 15 años leo al investigador ruso y por estos días de crisis global su obra ha vuelto a aparecer para recordar que, en 2005, venía anunciando el colapso económico que la humanidad vive en 2020.

GUSTAVO TATIS GUERRA

05 de abril de 2020 12:00 AM

Dice que sus libros y las investigaciones que ha emprendido sobre el destino del mundo y su suerte económica, social y política global le han borrado la sonrisa a más de uno de sus lectores.

Confieso que quedé petrificado al leerlo por primera vez en una edición de Planeta de 2005, y el libro perturbó a mis propios hijos y a mi familia cuando les conté el secreto de ese libro, que ahora he vuelto a leer con más perplejidad, al saber que se anticipaba al desastre.

¿Quién es?

Desde hace quince años vengo leyendo al investigador ruso Daniel Estulin (Vilna, Lituania, 1966), quien por estos días de colapso sanitario global por el COVID-19 ha vuelto a aparecer para recordar que, en 2005, hace quince años, venía anunciando con argumentos el colapso económico que la humanidad vive en este 2020.

Estulin es hijo de un padre científico y una madre pianista. A lo largo de muchas décadas ha trabajado con presidentes, primeros ministros y bancos centrales de varios países. Es Coronel de Contrainteligencia militar rusa, con 24 años de servicio. Doctor en Inteligencia Conceptual y autor de una veintena de libros sobre los centros de poder mundial como la Comisión Trilateral, la Comisión Foreign Relations, Club Bilderberg.

Entre sus libros, que han generado impacto y controversia mundial, se encuentran: ‘Los señores de las sombras: la verdad sobre el tejido de intereses ocultos que decide el destino el mundo’ (2007), ‘La historia definitiva del Club Bilderberg’ (2008), ‘Conspiración Octopus’ (2010), ‘El imperio invisible’ (2011), ‘Desmontando Wikileaks’ (2011), ‘El club de los inmortales’ (2013), ‘Fuera de control’ (2015), ‘La trastienda de Trump’ (2017), entre otros.

Independientemente de criterios e ideologías en un mundo que está bajo la niebla democrática del miedo por una amenaza viral, las ideas de Estulin merecen una cuidadosa lectura crítica, porque no hay verdades absolutas ni en la filosofía ni en la economía, solo hay interpretaciones, verificaciones y aproximaciones a los distintos prismas de la realidad global en occidente y oriente. Estulin se ha pasado gran parte de la vida estudiando y descifrando secretos de los centros de poder en el mundo. No se puede creer que estamos ante un teórico de la conspiración, sino ante un investigador que va a la médula de las realidades ocultas. Estulin descubrió que detrás de los hombres de poder que toman decisiones mundiales, hay otros poderes ocultos de otros hombres poderosos que mueven los hilos ocultos de esas decisiones. Seres de carne y hueso que, en los últimos sesenta años, por lo menos, conformaron un selecto grupo de políticos, empresarios, banqueros, y en cuyas reuniones secretas tomaban esas decisiones. Es el Club Bilderberg, que ha existido herméticamente detrás de los poderes. Su investigación de cerca de trescientas páginas está llena de documentación rigurosa y exhaustiva, e incluso con datos precisos de lugares y fechas en que esos poderosos se reunían en ciertos puntos del mundo. Cuando leí aquello quedé paralizado.

La tesis central de Estulin es que ha existido un poder oculto oficializado que escapa al control gubernamental, de seres que toman decisiones económicas y políticas que impactan en la vida del mundo, en los derechos humanos y en las estructuras parlamentarias de la gran mayoría de los países occidentales, y “están sometidos a su control”. Esta síntesis rastreada y googleada nos permite ahondar en el origen de esas aseveraciones que están sustentadas en sus propios libros.

Hace seis años, Estulin tenía un espacio televisivo en Russia Today, dirigido al público hispanoamericano, que generaba polémica en su país y en Europa. Su espacio fue cerrado y algunas de sus denuncias políticas, como las que hizo a los gobernantes argentinos Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, desaparecieron y fueron sacados de YouTube. Esa denuncia tenía que ver con la venta de vastísimos terrenos con rico subsuelo a precios muy bajos.

La sociedad sin dinero en efectivo

Cuando leí el capítulo cuatro de su libro sobre el Club Bilderberg en 2005, ‘Hacia una sociedad sin dinero efectivo’, el autor se estaba anticipando a lo que vendría.

Aquel capítulo profundizaba en el concepto aterrador que no dejaba dormir a filósofos y economistas, acerca del advenimiento de una sociedad sin dinero en efectivo bajo un Nuevo Orden Mundial.

“La sociedad sin dinero en efectivo no es un ‘nuevo’ concepto, sino uno antiguo recuperado por la elite globalizadora para ejercer un control absoluto sobre todos los individuos”, dice Estulin. Estamos hablando de 2005 y este investigador ya estaba estudiando el impacto de las tarjetas inteligentes y el sistema de chips electrónicos como una moderna forma de control social y global.

“Una vez el dinero haya desaparecido, y la población en general acepte las tarjetas inteligentes y se consolide el sistema de chips electrónicos, el Nuevo Orden Mundial se inventará un sinfín de problemas en el sistema de las tarjetas electrónicas, como por ejemplo que las personas a veces tendrán que hacer frente a que su dinero esté perdido en el aire a causa de desgraciados, pero inevitables errores informáticos”. Leerlo en aquel entonces fue una pesadilla que el mundo ha encarnado.

Las previsiones que desde hace quince años venía anunciando Estulin sobre la suerte global están cumpliéndose, pero el origen del desplome económico tiene para él varias razones, y lo ha explicado de manera magistral en una entrevista reciente en La Razón Internacional.

“Lo que se nos viene encima es una crisis de una magnitud que solo la hemos visto en dos ocasiones en los últimos dos mil años. La primera fue entre los siglos IV y VI, cuando apareció el feudalismo. Y el segundo momento vino con el nacimiento del capitalismo a partir del siglo XVI”, ha expresado Estulin en ese diálogo con La Razón. Vamos por partes en la interpretación: esto que nos está ocurriendo no es solo una pandemia sanitaria, sino una pandemia económica. Detrás de la pandemia sanitaria ha habido otras pandemias ocultas: el hambre deja millones de muertos en el planeta, pero del hambre poco se habla en estos días de COVID-19. Los planes de contingencia en el país y el mundo han borrado de un plumazo los debates del pago de deudas externas, financiamiento de campañas electorales por parte de narcotraficantes o gente vinculada a la mafia, se han disipado discusiones bizantinas sobre problemas de fronteras en el mundo y el destino de los migrantes desposeídos, y todo se ha centrado en la supervivencia ante el COVID-19.

Prosigue Estulin:

“Lo que estamos viviendo ahora es el fin del capitalismo, una crisis sistémica planetaria. El capitalismo necesita una continua expansión, abrir mercados nuevos, porque sin mercados nuevos el capitalismo muere. Esto lo decían Karl Marx y Adam Smith. El coronavirus está siendo una excusa para buscar una explicación de la quiebra de los mercados planetarios, cuando esto es algo que empezó mucho antes. Lo de Italia también es fácil de explicar. 114 bancos de Italia están en quiebra. Tener coronavirus es fantástico porque pueden dejar de pagar y echar a la culpa del default al virus”.

Hay varias ideas allí, todas interesantes y vigentes: asistimos al colapso del capitalismo, cuya razón de ser es la multiplicación permanente de los nuevos mercados. Aquí ni siquiera se contempla la tesis de Joseph Stiglitz, la del capitalismo solidario, para aplazar o mantenerlo vivo.

Que el COVID-19 ha caído como anillo al dedo a ciertas economías y gobiernos de países con quiebra de sus mercados o con enormes deudas externas, y es una coyuntura “fantástica” y fatal a la vez para no pagar deudas o echarle la culpa al virus. ¿Hasta dónde y cuándo se puede resistir? ¿Cómo se quebraron esos 114 bancos italianos? ¿Poco antes de la pandemia o en los pocos días de la cuarentena?

¿Una conspiración?

Daniel Estulin dice no conocer el origen de este virus y se abstiene de lanzar una tesis conspirativa. Más allá de buscar culpables, parte de hechos históricos como el que Estados Unidos haya sido capaz de lanzar una bomba atómica y de tener injerencia protagónica en muchas guerras. Aún no se ha probado que unos soldados hayan llevado ese virus para desestabilizar una potencia. Pero está entre las improbables tesis de los virólogos analistas, de la cual este investigador no descarta. El autor ruso considera que tanto China como Estados Unidos, luego de un primer acuerdo comercial, comparten un mismo sistema económico.

Fin de clase media

“Nos encontramos ante el fin de la clase media, que surgió con fuerza en España en los años sesenta y setenta y se fortaleció en Estados Unidos durante la era de Reagan. Ahora, como estamos llegando al fin del modelo, la clase media va a morir”, ha dicho Estulin. Es una idea que comparten economistas y estudiosos de este fenómeno global.

Epílogo

Podría ser una experiencia desoladora, pero es preferible perder la sonrisa en el rostro por conocer algunos secretos de cómo se maneja el mundo. En la oscuridad siempre late un destello de luz. Para Daniel Estulin las empresas que abran en uno o dos meses estarán quebradas y las que se mantengan en pie no podrán pagar sus salarios. No es tan solo una pandemia sanitaria, porque, al dejar caer una ficha de dominó, verá caer al tiempo las fichas sociales y económicas y políticas.

Un plan de contingencia no será suficiente, si no se convierte la pandemia sanitaria en pandemia solidaria en casa, en familia, en la ciudad, el país y el mundo.

El mundo oscila entre dos miedos, me dice mi compadre, el médico Gaspar del Río: la salud entre el hambre y la muerte.

Mientras los más ricos tienen miedo de la muerte y se refugian en sus casas, los más pobres le tienen miedo al hambre y todos los días deben salir a buscar su alimento. Dicho de otra manera: los ricos huyen del miedo a la muerte, que es una realidad improbable o posible, mientras que los más pobres huyen de la amenaza del hambre, que es su realidad inminente y cotidiana. Dios nos libre.

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