Facetas


Discos en acetato: La música de ayer y hoy

EL UNIVERSAL

15 de abril de 2018 12:30 AM

Por: Sharon Mejía

Todos los acetatos parecen tener el mismo y extraordinario poder: llenar a la gente de alegría. Rafael Arcángel Simanca Gómez lo descubrió hace rato, cuando era niño y aprendió a bailar, cuando creció y entendió que en los momentos más felices de su vida siempre sonó música de Long Play o LP.

Por eso ahora, cuando los Cd’s, las memorias y todas las plataformas digitales le dieron cristiana sepultura a los acetatos, Rafael los resucitó y compra la música que alegró su niñez. La compra y la ‘vende’ -se podría decir-, porque en su local, que se llama ‘Donde Rafa’ y queda en la Plazotela de Telecom, no suena ninguna melodía que no provenga de un LP. Él lleva años dedicándose a coleccionar acetatos y la gente lo aprecia.

A los señores salseros, a los jíbaros y a los amantes de las melodías africanas les revuelve la nostalgia. Les acelera el corazón… “Pareciese que los acetatos produjeran más alegría en las personas”, reafirma Rafael.

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Este amor tan genuino por los acetatos es viejo. ‘Rafa’ tiene 59 años, nació en Torices y aprendió a caminar, a bailar, a amar y a soñar entre picós. Todavía recuerda que se asomaba por los ventanales a los bailes del barrio a los que solo podían asistir los grandes. En estos bailes, primaba el respeto, la cordialidad, la caballerosidad, la picardía y el gusto por el sabor y el ritmo salsero.

“Los caballeros debían ir vestidos de forma muy elegante, no se permitía sombrero, ni usar medias con zapatos. Las damas que iban como acompañantes, los caballeros tenían que ir a buscarlas a sus casas y luego cuando se terminaba, debían regresarlas sanas y salvas”, relata Rafael y entonces vuelve la nostalgia.

La cultura de los picós fue algo que él conoció de joven, era una manera distinta de divertirse. Sus padres y sus abuelos le heredaron el amor por los ritmos salseros y caribeños, que más adelante compartiría con vecinos, amigos y clientes.

“En esa época lo que se escuchaba era porro, la música colombiana, los boleros, y la salsa, que estaba apenas posicionándose, y ahora yo tengo todos los acetatos de esas canciones que me gustaban de pelao”.

Según Rafael, los clientes que frecuentan el lugar, ya sean locales o turistas, al escuchar las primeras notas de los temas, se estremecen. Sienten la diferencia en el sonido, se levantan de sus asientos solo para mirar si están escuchando un Cd tradicional o un acetato.

Han pasado más de 18 años desde que ‘Donde Rafa’ abrió al público por primera vez, y parece que nada hubiese cambiado desde entonces. Los asistentes provienen de todos lados, desde funcionarios y servidores públicos hasta deportistas, beisbolistas de la región, policías pensionados, militares y periodistas. Todos comparten en un ambiente lleno de camaradería. Un ambiente que aparte de ser musical, está lleno de respeto.

“Ellos me agradecen que aún mantenga vivo algo que muchos ya han olvidado, aquí ellos se devuelven a su juventud, a su infancia. Como muchos salseros, muchas de las personas mayores que vienen aquí, vienen elegantes, y están seguros de que van a pasar un buen momento”, afirma Rafael.

¿Por qué conservar acetatos?
“Intenté comprar Cd’s, pero (su música) no es tan especial, mientras que el acetato con el paso de los años va incrementando su valor, no solo comercial, sino también personal”, sostiene Simanca.

A Rafael le ha costado años construir su tesoro: tiene una colección de aproximadamente mil acetatos, entre los cuales hay discos de salsa, boleros, jíbaros, africanos y porros, entre otros, y se considera “exclusivo”, porque no compra todo lo que ve. “Compro lo que me gusta, lo que me gustaba en mi juventud. Tengo amigos que sí van comprando todo lo que encuentran, pero no, yo prefiero ser más selectivo con eso y hasta ahora me ha ido muy bien”, comenta Rafael con orgullo.

En Cartagena hay tres picós salseros que están implementando los acetatos como forma de reproducir la música. Es un atractivo no solo para los coleccionistas, sino también para los clientes que buscan un ambiente diferente. “A veces pasan las personas frente al local y se detienen simplemente a bailar sin pena la canción que está sonando, tiran pases como si estuviesen en la comodidad de la sala de su casa”, narra Rafael.

Ahora Rafael saca de entre enormes cajas coloridas, un disco que él mismo asegura es de buena calidad musical y para los buenos gustos. Alista la aguja de su reproductor de Long Play, y en cuestión de segundos, el lugar se pinta de alegría, color y sabor al sonar un jíbaro: ‘Chihuahua’.

“Yo recomiendo a la juventud que aprecie más la música. No disfruten algo hoy para que mañana se pierda, disfruten de temas que perduren para siempre”.

Al son de salsa, jíbaros y boleros, los acetatos son los protagonistas y encargados de crear un ambiente distinto, uno donde se puede disfrutar de la música de toda una vida, y, ¿por qué no?, retroceder en el tiempo.

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