Facetas


El ‘blindaje’ de los pueblos contra el coronavirus

Cerrar sus fronteras ha sido la medida en grandes y pequeños pueblos de Bolívar para enfrentar al COVID-19.

San Isidro Labrador ya no se paseó por las calles de Guaymaral (un corregimiento de Córdoba Tetón, centro de Bolívar). El santo de los campesinos, aquella imagen pequeña que tiene tantísimos años alimentado la fe de los jornaleros, este año no salió a marchar, en su día, el 15 de mayo, y a escuchar las súplicas de quienes le piden agua en tiempos de sequía y prosperidad cuando no la hay. Tampoco habrá los tradicionales festejos en su honor, pues los esfuerzos de todo el corregimiento, de unos 2 mil habitantes, están concentrados en resguardarse y en evitar que nadie, que ningún forastero penetre sus fronteras, les lleve los males que azotan al mundo y les quite la paz tan pura que respiran y que tantos años les ha costado construir. Sin embargo, la figura del santo patrono sí irá de casa en casa, para quienes así lo requieran, para que pueda ser ‘velado’ y para que sus devotos le hagan sus peticiones. Sé o supongo -más bien- sin temor a equivocarme, cuál será el deseo más recurrente por estos días en Guaymaral. Quizá que aquel cerco de palos y alambre, que instalaron a la entrada del pueblo para que ningún extraño o citadino se atreva a ingresar, les funcione para protegerse del temido coronavirus. También que proteja especialmente a algunos de los suyos, como a Juan Salcedo, uno de los custodios de la verja fronteriza, quien vive armado con un rociador de hipoclorito o desinfectante para esterilizar cualquier vehículo, ya sea moto o carro, al que se le permita la entrada por llevar alimento o por ser propiedad de alguien del pueblo, dos condiciones para poder traspasar la frontera a Guaymaral. “Prácticamente hace unas dos semanas está eso cerrado”, cuenta Gustavo Anaya, quien vive en el pueblo. Es algo que sucede en otros corregimientos cercanos de Córdoba Tetón o de cualquier otro municipio vecino, que a toda costa evitan ser contagiados por el COVID - 19. San Andrés, Sincelejito, Martín Alonso... en general todo el departamento de Bolívar. Casi que en sus 46 municipios, al igual que en sus 344 corregimientos y en 74 caseríos, existe algún tipo de barrera, ya sea con portones rudimentarios, verjas, portillos, vallas, cadenas y candados para evitar incursiones de personas que puedan ser portadoras y que lleven el virus a sus vidas. “Aquí, y en todos los pueblos circunvecinos, colocaron un portillo donde hay personas que controlan la entrada. Han devuelto carros, desde la semana pasada ya no han dejado entrar a los que vienen a vender verduras. Hace 15 días cerraron las entradas, a una persona que venga de un pueblo o de alguna ciudad donde haya infectados se la ponen difícil. Los miembros de la comunidad se turnan pero no hay así designados como tal para cuidar la entrada al pueblo”, señala Gustavo.

En general en los cascos urbanos de los municipios son las autoridades quienes controlan el ingreso de vehículos y personas, pero en las veredas y corregimientos, muchas veces ante la ausencia de fuerza pública, son las mismas comunidades las que se han unido para cercar sus límites fronterizos, unos más robustos que otros, unos más rigurosos, otros más débiles y hasta alguno que otro donde reina el descontrol. “Las medidas que se están tomando no se están respetando. Se colocaron unas personas particulares en las entradas del municipio para que controlaran, pero no están ejerciendo el trabajo debido, eso se ha convertido en un negocio, porque las personas que entran al municipio están pagando como si fuera un peaje, se implementó el pico y cédula pero eso no lo están respetando, solamente llegan y le dan una bonificación y entran como si nada estuviera pasando”, denuncia Carlos Puerta, concejal de San Estanistalo de Kostka (Arenal). “El sistema de bioseguridad tampoco lo tienen implementado en ese punto de control, nada eso lo tiene este municipio. En el municipio vecino de Soplaviento ya se implementaron esas medidas, tienen tres cabinas de desinfección y como cinco o seis pistolas de esas que miden la temperatura”, agrega. Justo en otro municipio cercano, Villanueva, ya entró el coronavirus, con dos casos reportados hasta el viernes pasado, cuando el departamento en general acumulaba 11 municipios con contagios. “En Magangué solo dejan entrar vehículos con permiso, no hay transporte público. Eso es en la entrada, respecto al pueblo como tal ha sido un desorden total, no se ha respetado la cuarentena. Después del 27 de abril se abrió el comercio, ha habido desorden, pero sí tienen todas las trochas y las vías de acceso cerradas, el Ejército y la Policía de Tránsito, si no tienes los papeles no te dejan entrar. Entraron tres buses provenientes de Pamplona, pero hasta donde se sabe ninguna de esas personas se aisló. Igual está pasando en Cicuco, en Talaigua, en Mompox, allá los controles sí son más estrictos, para allá eso sí está funcionado bien, eso, mejor dicho, es un régimen”, comenta Derlis Ochoa.

El comercio sigue

Correa, otro de esos pequeños y pintorescos corregimientos de la geografía bolivarense, en Marialabaja, también cerró sus puertas, una vez sintió el peligro del COVID - 19 cerca. “Acá todo está normal, y la gente pendiente al autocuidado. Somos productores de plátano y yuca, entonces, las personas que vienen a comprar eso, uno los fumiga con límpido, con Fab, le damos una buena lavada, tanto a la moto como a la persona que va a entrar a nuestra comunidad, tenemos casi dos meses así. Hicimos dos portones de zinc para cerrar el acceso, los amarramos con una cadena y un candado. Ahora mismo nosotros tenemos el Consejo Comunitario y personas de la comunidad que nos colaboran en el sitio donde estamos controlando”, sostiene Ramón Marimón, corregidor de Correa.

“La Alcaldía ha puesto filtros en los cuales tienen ingreso vehículos que transportan alimentos, del resto no pueden pasar, se está trabajando de la mano de organizaciones sociales y de comerciantes que han liderado la lucha 24/7, corregimientos como Los Canelos, San Luquitas y Buenavista también están cerrados. En otros corregimientos cercanos ya de San Pablo hay grupos al margen de la ley en la zona”, señala Luis, quien prefiere reservar su apellido, residente en Santa Rosa del Sur. “Nosotros tenemos un hospital que dicen que es nivel uno pero parece nivel cero, parece es un puesto de salud, por eso tenemos que cuidarnos muy bien”, anota el gestor cultural Edwar Guerrero, de San Jacinto. Y es que sí, es un poco el panorama que se muestra a lo largo de un departamento cuyo sistema de salud es más bien precario, cuyos habitantes se protegen como bien pueden de la pandemia. Ojalá las súplicas que se elevan desde Guaymaral, en el corazón de Bolívar, a San Isidro Labrador, protejan también al resto del departamento.

Villanueva

“Precisamente hemos tenido una reunión con las autoridades y se van a tomar medidas más estrictas como reducir el número de pasajeros en los buses e instalar un puesto de control en El Pital”.

Cristian Cabarcas

Concejal

Correa, Marialabaja

“Por la orilla del canal del Dique tenemos un puesto de control, tenemos bloqueado por agua y por tierra”.

Ramón Marimón

Corregidor de Correa

San Jacinto

“Las redes sociales están jugando un papel muy importante, por ese lado la comunidad ha acatado mucho la cuarentena, denunciando la presencia de personas ajenas al pueblo”.

Edwar Guerrero

Gestor Cultural

San Jacinto del Cauca

“Vienen vendedores de Corozal y personas de ciudades como Cartagena, Sincelejo, Monteria. No hay control. La actividad aquí es casi normal”.

Carlos Cochero

Trabajador agrario

Santa Rosa del Sur

“Los controles están en manos de las autoridades, en las veredas de la zona son las acciones comunales las que manejan los cierres y algunos grupos ilegales”.

*Luis

Simití

“Aquí todo está cerrado. El Día de las Madres sí hubo algunos festejos, mucha gente afuera, por el playón de la Ciénaga Grande de Simití”.

David Gómez

Soplaviento

“Sí, están teniendo mucho control, no están dejando entrar ni siquiera a los carretilleros que venden alimentos, la misma comunidad. Sobre todo porque en Villanueva (población vecina) hay dos casos. La situación está tensa”.

Julie Parra

Periodista

San Cayetano, San Juan Nepomuceno

“Solo se permite el ingreso a carros de alimentos, que transportan el ñame de aquí a Cartagena y se les hace el proceso de desinfección allá en la entrada”.

Diana Villanueva

Corralito, San Juan Nepo

“El corregimiento, al igual que otros de San Juan, tiene sus controles en la entrada. Están cerrados”.

Érica Arias

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