Facetas


El diario de un combatiente en la lucha contra el COVID -19

A qué se enfrentan uno o todos los días quienes combaten la pandemia del COVID -19, en una sala de Urgencias a donde llegan decenas de pacientes

Veinticuatro horas seguidas. ¿Sueño, cuál sueño?, si hay que estar es muy despierto. La muerte ronda y el temido horror a morir va campante por cualquier esquina, de cualquier lugar. Pero ahí, en el consultorio, en el hospital, los ojos no descansan mucho, la batalla es campal: porque ahí la muerte está más cerca, a una línea invisible de distancia. Así haya trabajado por 7, por 14 o 24 horas seguidas, sin parar, debe ir casa, tomar un respiro, volver y seguir... Para el médico hay días más largos que otros, miradas insultantes en la calle, más contras que pros, pero siempre el solo pro de mantenernos vivos les basta. Estos días casi que todos los días son iguales, una mezcolanza de incertidumbres. Son complejos los días de un médico, sobre todo de uno o una que trabaja en Urgencias del Hospital Universitario del Caribe, principal centro de atención de los pacientes que se contagian con la pandemia que azota al mundo de mil formas. Con muertos que superan los 146 mil y más de 2 millones de infectados. Así el lunes o martes o miércoles sucedió que comenzó todo. Estalló la emergencia. Diario de uno ¿o de muchos médicos?

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1. Al principio, cuando empezó la contingencia en Cartagena, se había reportado un solo caso de coronavirus, el de una extranjera, quizá no se veía la posibilidad de que este virus llegara a expandirse aquí, pero después fueron apareciendo otros casos como el del taxista, el primer muerto por COVID-19 en Colombia. En el hospital donde trabajo, la única institución pública con la infraestructura para atender ese tipo de pacientes aquí, se tenía una ruta a seguir pero desde que salió una resolución de la Alcaldía de Cartagena que estableció que el área de Urgencias va a ser solo para pacientes COVID-19, fue cuando detonó todo. Ahora, hoy, muchos de los pacientes que están ahí es porque requieren UCI, especialistas, asistencia permanente. Ahí, pienso yo, se le salió al hospital la magnitud del asunto porque vestir a un medico cuesta dinero, toda la indumentaria que necesita para no contagiarse. No tenemos la protección necesaria.

2. En el hospital somos 16 médicos por turnos de cuatro en el área de Urgencias. A los residentes y los estudiantes de medicina, la Universidad de Cartagena los sacó porque no los iban a poner en riesgo. Son siete pisos habilitados en el hospital que debemos atender los 16 médicos. El hospital no nos obliga a cubrir un tope de horas, porque nuestro contrato es por Orden de Prestación de Servicios. Aun así, doblamos turnos, hemos sacado la cara y siempre decimos: “¡Somos Hospital Universitario!”, pero también nosotros queremos garantías: que tengamos todos los insumos. Queremos que toda la Urgencia, enfermeros, médicos, personal de aseo, tenga trajes especiales. Queremos ser parte del hospital con otro tipo de contratos, es el mínimo respaldo que debemos, porque somos los que le estamos poniendo el pie a esto.

3. Muchos de los especialistas están protegidos en comparación con nosotros cuatro, los de turno. Nosotros tenemos es a un solo compañero vestido con toda la indumentaria, recibiendo a los pacientes de Urgencias, y los otros tres estamos con un uniforme normal, un tapabocas N95 y una careta, poca protección. Hay una sala de aislados con 14 camas, y todas las camas con pacientes ventilador están cubiertas. En el hospital se maneja un consultorio cero, ahí se determina si el paciente se interna o si se va para su casa. Deben sacarlo del consultorio en un ambulancia, no se manda en un taxi, ni en una moto, tenemos que esperar la ambulancia y que limpien el consultorio, para poder atender a otro paciente. Eso mucha gente no lo entiende, nos gritan: “Hasta qué horas te espero, cuánto te demoras, mi hijo se está muriendo”, todos merecen una atención, pero en el hospital solamente un médico de Urgencias está con la indumentaria para atender a ese tipo de pacientes. Qué pasa si todos los cuatro médicos estuviéramos vestidos, todos cuatro atenderíamos al tiempo. Uno se pone las manos en la cabeza y desea: ojalá y pudiera duplicarme, pero no. Si la gente se afana afuera... qué se deja para nosotros, que estamos ahí, dentro de ese consultorio, vestidos, sin poder tocar nada prácticamente. Esperar que pasen seis horas y con ese traje puesto.

4. Hoy hubo un caso de un paciente que atendieron en la Clínica Cartagena del Mar, que mandaron en un papel cualquiera, porque nadie se quiere comprometer a brindarle la buena ruta de atención a un paciente que sea sospechoso de COVID-19. En un memo, le pusieron: “Paciente sospechoso de COVID, temperatura tanto, saturación tanto, ingresar al Hospital Universitario”. Es decir, ni siquiera dan una remisión formal. Cualquier paciente que llegue a una urgencia debe ser bien atendido y bien direccionado. Lo mandaron en un taxi, con cuatro personas más, y de estar contagiado, muy probablemente ya infectó a los otros. A todos los pacientes sospechosos de COVID los están mandando para el HUC. Entonces, si los médicos que estamos en la ciudad no sabemos manejar las cosas... Nosotros, los que estamos allá (en el HUC) y vemos las locuras que hacen y la mala atención que brindan en otros centros asistenciales, mucho más miedo tenemos de salir a la calle al exponernos. (También le puede interesar: El uniforme va escondido, su vocación intacta)

5. Tener la necesidad de trabajar en dos Urgencias y tener que alejarme de mi familia, eso para mí ha sido lo más complejo, porque siento que yo los puedo exponer a ellos al ver la falta de insumos, porque en la fase en la que está el virus cualquier persona puede tenerlo. Tener que hacerlo por la vocación que yo escogí y que sea mi familia la más afectada. Mi hijo, cuando me ve llegando por los turnos en los que me ausento, lo primero que hace es irme a abrazar y por más que ya yo venga bañada y cambiada, yo no dejo que me abrace... eso me frustra.

6. Es frustrante y agotador porque son muchos pacientes que hasta somatizan los síntomas, pero uno le toma signos vitales y están normales, pero y cómo le haces tú entender a ese paciente, en este momento de pánico, señor usted no tiene nada, no ha estado expuesto o no presenta criterios para la prueba. Ahí es donde nos agreden o nos insultan. Ahorita mismo la prueba es una hostia... ante la escasez del recurso hay que saber a quién se le realiza.

7. Un día como hoy: trabajé ayer en la mañana, descansé en la tarde, a las siete de la noche volví a entrar, seguí de largo hasta la una de la tarde, descansé en la tarde, volví a entrar en la noche y hay días en los que estoy de corrido. Son pocas las horas que uno duerme para tratar de suplir los dos lugares donde ahorita mismo uno labora. Pero el hospital es el que requiere la mayor atención de nosotros y se la estamos dando. Nadie nos obliga, pero nosotros lo hacemos.

8. Salí del hospital, pero obviamente yo no salgo con el mismo uniforme con el que laboro. Me baño y me cambio. Llegué a un supermercado, el vigilante me preguntó enseguida. “¿Qué necesita?, muéstreme su cédula”. Le expliqué: “Soy médico, acabo de salir de un turno. Ayer trabajé 24 horas, era mi día para salir a hacer compras, pero no pude, ¿me puedes dejar ingresar? Me dijo: “Sí, claro”, pero me apartó y me sacó de la fila, me echó antibacterial en las manos. Yo le dije: “Amigo, créeme que ya yo me he lavado las manos treinta veces. Tengo hambre y quiero desayunar, dime si me vas a dejar entrar. Respondió: “Sí, sí, entre, pero tenga precaución con lo que agarre”. La gente de verdad no entiende que ningún médico va a estar exponiendo la vida de otras personas.

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