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El presidente turbaquero de Panamá

Manuel Amador lideró a Panamá tras la separación de Colombia. Su descendiente, Marcela Gómez, estuvo en Cartagena, encontrándose con parte de esa familia que dejaron sus antepasados.

Su familia está ligada a la historia de Colombia y a la separación de Panamá. El árbol genealógico de la abogada panameña Marcela Gómez de Antinori lleva sus orígenes, en varias generaciones atrás, al primer presidente constitucional de ese país (1904 -1908). Ella es descendiente de la familia de Manuel Amador Guerrero. Él era turbaquero, un médico de la Universidad de Cartagena (entonces del Magdalena), que un día emigró al departamento de Panamá, se convirtió en uno de los líderes de la separación del Istmo y de que Estados Unidos construyera ahí la megaobra del canal interoceánico, que cumplió 100 años en 2014.

Cuando Manuel Amador emigró a Panamá, lo esperaba su hermano, Juan Bautista Amador, un próspero hacendado que lo apoyó económicamente en su causa separatista. Marcela Gómez de Antorini es tataranieta de Juan Bautista, y su familia ha estado ligada a la política de ese país. Su papá ocupó altos cargos y ella misma se desempeñó como magistrada del Tribunal Superior de Niñez y Adolescencia.

Recientemente visitó Cartagena, como turista y para encontrarse con parte de esa descendencia de sus antepasados. Uno de esos parientes es el abogado Jesús Eduardo Amador, con quien se reunió para estrechar lazos y fraternizar aún más en torno a esos antepasados que incidieron, incluso, en la Independencia de Cartagena (Colombia) y de Guayaquil (Ecuador).

“Qué bonito que nosotros hemos creado una relación unida, en un grupo que se llama los Amador en América. Hay en Nicaragua, Ecuador, en Colombia, Perú y en otros países, que han tenido mucho que ver con los desarrollos de cada uno de sus países”, comenta la abogada Gómez.

“Te puedo comentar que, por cosas de la vida, he quedado yo como vocera de la familia Amador en Panamá, desde que History Channel tuvo a bien escogerme en el año 2014 para hablar en un documental sobre el centenario del Canal de Panamá. Ellos me llamaron porque habían encontrado en mi álbum genealógico, en la Universidad de los Andes, que aparecía la rama nuestra, como representante de la familia Amador”, señala.

Así es. Ella es vocera y una cabeza visible de su familia que defiende a capa y espada el legado del turbaquero que lideró a los panameños por cuatro años. “Gracias a él, a Manuel Amador Guerrero, nosotros pudimos nacer como una república independiente. Los Amador no solo son próceres en Panamá, también en Cartagena, Juan de Dios Amador contribuyó con la gesta independentista y Martín Amador fue fusilado aquí. Entonces es una familia que ha tenido una tradición en Latinoamérica de ayudar a los países a reivindicarse, a las naciones a emerger de manera positiva”, añade.

“Fue importante cómo el presidente Amador tuvo la visión de luchar, hubo momento difíciles donde se pensaba que no se iba a construir el canal en Panamá, y él se fue Nueva York y se dio la oportunidad de que a través de una serie de elementos se convenciera al Congreso de Estados Unidos para que fuera en Panamá. Eso dio lugar para que se erradicara la malaria y la fiebre amarilla en el año 1904. (...) Manuel pasó momentos sumamente difíciles, la historia así lo acredita, porque inclusive estaba arriesgando su vida. Pudiera ser que lo consideraran en un momento dado un traidor, pero realmente nosotros defendemos la postura de que fue un hombre con visión que luchó por este país”, afirma.

Mucho en común

Entre Jesús Amador y Marcela Gómez hay mucho en común. Como con otros miembros de los descendientes de los Amador. De eso caen en cuenta mientras charlan en un hotel en Bocagrande, y no solo similitudes físicas entre unos y otros. “Hemos sido siempre muy constantes como descendientes de la familia Amador en que creemos en los valores. Creemos que la juventud necesita creer en esto, en los valores (...) Nuestra familia siempre trató que esos valores fueran importantes, aquí tenemos a gente que dio su vida por este país, como Martín Amador y que dio de su dinero y su posición, como Juan de Dios Amador, para hacer una Colombia como la que existe hoy. Necesitamos ese tipo de políticos, que tienen una sabiduría ejemplar y a veces no les damos el valor que merecen”, asegura Marcela.

¿Qué herencia cree que le dejó Manuel Amador?

- La constancia. Demostró que la perseverancia vale, sin importar que las demás personas no crean, si uno cree se pueden lograr los propósitos, se logran. Por otro lado está la visión, era obvio que si este canal no se hubiera hecho, hoy tendríamos un país que no hubiera sido saneado (...) El mayor legado, y es lo que nos sostiene, es luchar por crear cosas y ser innovadores, honestamente. Muchos de nuestra familia, aquí, en Colombia, y en otros países, tienen ese norte y eso lo hemos comentado entre nosotros, que no queremos actuar de manera deshonesta, hay algo en la sangre que nos dice: ‘No, no puedes, tienes que ser honesto’.

En Panamá existen muchos lugares que llevan el nombre Amador. “Es parte de la historia del país, hay una medalla al mérito Manuel Amador, la Casa Amador y la Fundación Amador, se han constituido como partes del origen de la república y son un orgullo para nuestra familia. Así como un lugar muy bonito conocido como Amador, en el causeway, una vía importante de Ciudad de Panamá”, narra.

Más de los Amador

El abogado Jesús Amador comenta que en la “Columna de los Próceres” de la Independencia de Guayaquil, está grabado el nombre de Manuel Amador Sotomayor, hijo de Esteban Amador Rodríguez, oriundo de Cartagena y hermano de Juan de Dios, Antonio Carlos, Martín y José Antonio Amador Rodríguez.

Además, otro turbaquero, Sebastián Amador López, fue gobernador de la Provincia de Antioquia en 1851, y junto a su hijo, Carlos Coriolano Amador Fernández, fueron los primeros en traer a Colombia un automóvil, un cinematógrafo, el telégrafo y el primer banco emisor de billetes.

En Cartagena, Juan de Dios Amador ayudó a financiar y proclamó la Independencia, convirtiéndose en su primer gobernador, y Martín Amador, quien dirigía un destacamento militar en defensa de la ciudad, fue fusilado junto a Ana Pombo Amador. Sus bienes fueron confiscados y algunos de sus parientes escaparon hacia otras ciudades de Latinoamérica.

“Algunos de nuestros núcleos familiares estuvieron recluidos en municipios como Turbaco, San Juan Nepomuceno y San Estanislao, donde aún sobreviven algunos descendientes de la novena generación de Amadores, y han sido alcaldes u ocupado posiciones importantes. Mi abuelo, Eduardo Amador Arrieta, nieto de Antonio Carlos y sobrino de Juan de Dios Amador, murió en San Juan Nepomuceno, donde se refugiaron sus padres luego del exilio como patriotas independentistas”, afirma.

El abogado menciona que en Cartagena existe la biblioteca Juan de Dios Amador y una placa conmemorativa donde aparece dicho nombre en el Palacio de la Proclamación, en el Centro Histórico. Además existe la calle Amador y Cortés, y un busto en el camellón de los Mártires, en honor al mártir Martín Amador.

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