Cuando Juan José Meza salió de Colombia y atravesó el océano Atlántico para llegar a Australia, lo hizo con un talento indiscutible para los números, pero también con un sueño atravesado entre pecho y espalda: la música. Cuando salió de su casa, no sospechaba que le esperaba un encuentro a centímetros con la muerte...
Las notas musicales corren por las venas de Juan José, ¿cómo no?, si es el hijo de Lisandro Meza, reconocido por ser el “rey sin corona” del Festival de la Leyenda Vallenata, nada más que uno de los cantantes y compositores más célebres del folclor colombiano.
Juan José, que se crió entre Barranquilla y Sincelejo entre música de acordeones, partió hacia Sídney —donde viven algunos familiares— a mediados de 1991, con el objetivo de concluir su bachillerato y, ¿por qué no?, trabajar en aquellas tierras lejanas por ese sueño llamado una vida mejor. De manera que en Australia se convirtió en bachiller de la Randwick Boys Hight School y luego comenzó a incursionar en el deporte... Empezó a jugar fútbol en un equipo local, pero pronto el sueño de llenar los estadios para deleitar a los fanáticos con buen balompié se derrumbó: una rotura de ligamentos le impidió seguir en este deporte. Aunque reconoce que fue un golpe duro, Juan José tenía claro que sus sueños no se quedarían en las canchas.
El colombiano comenzó a cursar Administración de Empresas, con énfasis en Finanzas, en Campbelltown College y, finalmente, consiguió entrar a trabajar precisamente en el área de finanzas del Departamento de Defensa australiano, más específicamente en la Marina y el Ejército.
Todo marchaba sobre ruedas hasta que un accidente automovilístico estuvo a punto de acabar con su vida. “Me accidenté. Iba manejando y, en un semáforo, otro carro -que irrespetó otro semáforo, se lo ‘voló’- me chocó”, recuerda ahora, veinte años después, y explica que el impacto fue tan fuerte que destruyó parte del motor del vehículo donde viajaba. “Quedé vivo e ileso de milagro, recuerdo que eso me dijo un policía que llegó a atender el accidente”, agrega.
Su familia, como es apenas natural, entró en shock. Lisandro, el papá, puso el grito en el cielo y le ordenó a su hijo que se devolviera de inmediato para Colombia... No podía ni siquiera contemplar el dolor que sentiría si Juan José llegase a morir y tan lejos de su lado, así que el protagonista de esta página renunció a su prometedora carrera financiera en Australia para regresar a su país natal. “En el Departamento de Defensa no querían que me fuera, incluso, me propusieron quedarme allá, pero no, me devolví”, cuenta. En ese momento tenía 24 años.
De aquello han pasado veinte años y la vida ha cambiado bastante para este soñador. Ahora vive en Miami y le dedica alma, vida y corazón a su verdadera pasión: la música. ¿Cómo pasó de los números a las melodías y las letras?
Es que las canciones siempre acompañaron a Juan José de manera especial. Lo hacían cuando apenas era un niño y veía a su padre cantar en tarima y prepararse en cada uno de sus ensayos: las muecas y la forma en que el gran Lisandro Meza tocaba el acordeón habían hecho despertar en aquel pequeño un gran amor por la música.
“De hecho, te cuento que siempre quise ser cantante, pero mi mamá insistía en decirme: ‘Hijo, usted tiene que estudiar’”, cuenta el artista, que ahora tiene 44 años.
Pese a las advertencias de su madre, las melodías seguían a Juan José aun cuando fracasó como futbolista por aquella lesión... “Como ya no podía seguir jugando, incursioné en la música con algunas agrupaciones australianas”, recuerda y narra con profunda gratitud que la música también se quedó para consolarlo cuando se devolvió a Colombia tras aquel accidente y fue entonces cuando decidió que, más allá de ser un hobbie o un antecedente familiar, la música se convertiría en el motor de su vida y en su manera de solventarse económicamente.
Tras regresar a Colombia, Juan José se estableció por un tiempo en Barranquilla y se armó con la valentía necesaria para tomar las grandes decisiones: le dijo a su papá que ahora sí dedicaría todas sus fuerzas a cultivar su carrera musical, muy a pesar de lo que tanto le había repetido su mamá cuando era apenas un niño. Lisandro, por fortuna, lo apoyó incondicionalmente y celebró su determinación.
“Estudié Música en Bellas Artes de Barranquilla y después de eso mi papá me brindó la grandiosa oportunidad de irme de gira con él a Estados Unidos, ¡me fui junto a su agrupación, me invitó a formar parte de su agrupación!”, recuerda entusiasmado Juan José y explica que se convirtió en el percusionista del grupo y no contempló inicialmente ser el cantante, porque ese lugar lo llenaba con creces su padre.
“Casualmente, en ese mismo momento me había salido un trabajo como bilingüe en el área de contabilidad en Colombia, lo que me puso a pensar mucho en qué quería para mi vida”, subrayó, pero definitivamente Juan José se decidió a viajar al país del Tío Sam, y se las ingenió para seguir cultivando su talento con los números al tiempo que incursionaba en el mundo musical. “Ya en Estados Unidos, incluso apliqué a una convocatoria en una importante empresa de aviación, más específicamente en Miami, y obtuve el trabajo. También laboré un tiempo en una naviera como director del departamento de Contabilidad de la división de Materiales”, recuerda.
De manera alterna, Juan José aprendió a sacarle provecho a su talento con los números en el mundo artístico: por ejemplo, cuando llegaba un músico latino a presentarse en los Estados Unidos, él le conseguía los músicos, es decir, le organizaba la orquesta. Incluso, tuvo chance de formar parte de un sindicato de música estadounidense para latinos, donde él se encargaba de pagar las regalías a cantantes y compositores reconocidos, como Paulina Rubio.
“Ese tiempo me sirvió para entender algo importante: es increíble cómo el nombre de mi papá es amado fuera de Colombia y por eso decidí seguir su legado acá, para dejar su nombre en alto, aunque no fuera en nuestro país. También debo decir que no me acostumbré a vivir y a laborar en Colombia y por eso me quedé trabajando en Miami, EE. UU., donde monté mi propia agrupación y le ayudo a otros artistas de Colombia a montar las suyas cuando vienen acá”, destaca.
Y bien, Juan José sigue trabajando por sus sueños, por hacerle saber al mundo de su talento y, en esta oportunidad, promociona su reciente sencillo, se llama ‘Uy, uy, uy’ y saldrá en julio. La canción tiene ritmos de vapoka, un género creado por él que significa: vallenato, pop y caribe.
Este sencillo está incluido en su nueva producción, ‘The cumbia fusion’, en la que participan grandes artistas como Juan Piña, Lisandro Meza, Carlos Nuño (de La Grande de Madrid), Nino Segarra, Macondo (de la Sonora dinamita) y Albita Collazos (de la orquesta Son de Azúcar, de Cali).
El artista también cuenta con su propio sello disquero, Café Records, con el que beneficia a otros artistas colgando su música en las plataformas digitales.
Y sí: Juan José seguirá trabajando incansablemente por ser mejor, pero ahora con una grata certeza: la música siempre estará allí.
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