Facetas


La aventura de filmar siete historias del Caribe

Filmar siete documentales denominados Trópicos pioneros, en plena pandemia y por toda la región, es ya un acontecimiento novelesco y cinematográfico.

GUSTAVO TATIS GUERRA

25 de abril de 2021 12:00 AM

Creo que la sola aventura de filmar siete documentales denominados Trópicos pioneros, en plena pandemia, por los cuatro puntos cardinales de la región Caribe en 2020, es ya un acontecimiento novelesco y cinematográfico. Y no solo lo han logrado, sino que su propuesta ha sido elegida por el canal regional Telecaribe y avalada por el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia (MinTIC), por sus altos méritos.

Gonzalo Zúñiga Ángel no solo es un historiador e investigador riguroso, con una memoria numérica y detallista deslumbrante, sino que además es un gran dibujante y pintor; un documentalista y escritor, impulsador desde 1999 de la productora de televisión Astrolav. Es un descifrador de la historia y le interesan los detalles a fondo. Y lo acompaña otro quijote llamado Haroldo Rodríguez, ambientalista y documentalista que participa en la dirección de la Cinemateca Distrital de Cartagena, en la Fundación Verde que te Quiero Verde y en la Fundación Casa Luis Carlos López.

La iniciativa de filmar Trópicos pioneros, serie sobre líderes regionales de la historia empresarial y cultural de toda la región Caribe para Telecaribe, empezó hace dos años, luego de un arduo trabajo de investigación que Gonzalo Zuñiga libreteó para participar en la convocatoria en la que fueron elegidos. “En esta serie hicimos una lista de personajes de cada una de las regiones del Caribe”, explica.

El náufrago boticario que llegó a Cartagena

En Cartagena, escogimos a Manuel Román y Picón (1804-1874) un boticario español con estudios en París, quien vino al país tras la quina, acompañado con un pariente del Marqués de Valdehoyos, y su buque naufragó cerca de Galerazamba, en los farallones de Las uñas del gato. Nadó cinco kilómetros hasta llegar a la costa. Su amigo vino a reclamar su herencia, una hacienda en Mompox, y al llegar a Cartagena, el náufrago boticario se enamoró de Cartagena y sus ruinas, y entre sus siete mil habitantes, descubrió en el paisaje, una muchacha hermosa llamada Rafaela Polanco. Y allí empezó un amor que dio cosechas en nuestra historia: el nacimiento de su hija Soledad Román, quien sería una mujer independiente, empresaria y dinámica, la mujer que eligió como esposo a Rafael Núñez, quien sería Presidente de Colombia en cuatro ocasiones. El boticario filántropo, quien pertenecía a la logia masónica, encantado con el romanticismo francés, sedujo con su elocuencia y erudición a la Cartagena de su tiempo, fue quien salvó la vida de incontables cartageneros contagiados por la peste de cólera, y su botica se convirtió en una tertulia cotidiana, que además de involucrar la ciencia, estaba animada por su amor a las artes, el desarrollo y transformación de la ciudad. (También le puede interesar: Lanzan en Sucre proyecto Telecaribe Conecta)

El visionario del Valle de Upar

El nombre del ingeniero agrónomo y político Pedro Castro Monsalve (1905-1967) fue elegido para la serie de Trópicos pioneros por haber sido además de gobernador en dos oportunidades por el Magdalena Grande, ministro de correos y telégrafos, el primer ecologista en la región que alertó al país de la desertización de La Guajira.

“Creo que lo escogimos en la serie por ser un personaje extraordinario, era la honestidad en persona, fue un político pulcro. Jamás se gastó un peso del erario. Y es tan grande su prestigio popular que hay 25 vallenatos que le cantan a él. La gente del Cesar dice: Yo le creo al Santo Ecce Homo y a Pedro Castro. Un día profetizó viendo el mar de La Guajira en contraste con la tierra resquebrajada y sin árboles, que el gran desierto se avecinaba.

Julián Patrón, en el Golfo de Morrosquillo

Además de empresario y filántropo, la figura de Julián Patrón, nacido en Tolú en 1869, es imprescindible para conocer la realidad económica, social y cultural de Sucre y su entorno del Golfo de Morrosquillo. Heredó de su padre la Hacienda Santa Bárbara de Coveñas. Pese a ser uno de los hombres más ricos de la región Caribe, de poseer 20 mil hectáreas de tierra, siempre vivió en una casa típica de madera en la plaza de Tolú, que aún se conserva y hoy viven sus herederos, la familia Tous. Una de las hazañas empresariales del Caribe la lideró Julián Patrón, quien recorría todo Sucre a caballo. Por su propia cuenta financió la planta eléctrica en Tolú, el telégrafo, el muelle, la creación de innumerables escuelas e impulsó a lo largo de su vida el desarrollo empresarial en la región.

Diego Martínez Camargo, pionero del petróleo

Nació en Lorica, cuando esa ciudad del antiguo Bolívar y ahora del Sinú tenía más habitantes que Cartagena. Diego Martínez Camargo (1890-1937) fue el gran idealista de la industria en la región Caribe. Estudió y se graduó en el colegio La Esperanza, y se convirtió en profesor de cinco materias en esa institución en Cartagena: era el profesor de álgebra, geometría, historia, latín y gramática. En 1886 conoció al escritor, investigador y científico Jorge Isaac, autor de la novela romántica María, quien recorría toda la Costa en una expedición científica que le había financiado el presidente Núñez. Fue el escritor Isaac quien lo iluminó hablándole del Volcán de San Sebastián, a dos millas de Lorica. Al limpiar el cráter comprobó un rastro de petróleo. Isaac había recorrido Urabá y había encontrado brotes de petróleo. En 1899, el general Francisco Burgos Rubio y Prisciliano Cabrales se interesaron por el petróleo y se conectaron con una compañía inglesa, para iniciar esa exploración en la región sinuana. El dato forma parte de la investigación de la historiadora cartagenera María Teresa Ripoll, en su magistral semblanza sobre Diego Martínez Camargo, publicado por el Banco de la República en 1999. La figura del visionario empresario del petróleo, es quizá una de las más curiosas de la serie de documentales, por los hallazgos que comparte. A Diego Martínez Camargo le debemos la primera refinería de petróleo en Colombia en 1908: la Cartagena Oil Refining Company. (Lea también: Hoy se estrena Bajo la piel, una serie sobre la pandemia en el Caribe)

Las otras sorpresas

Ernesto Cortissoz (1884-1924), el quinto de los personajes, es un empresario filántropo pionero de la aviación en Barranquilla y el país en 1919, e impulsador de la aviación comercial en América. Era un judío sefardita que aún confiaba en la palabra hablada, prestaba plata con tal de impulsar sueños empresariales. Y el 8 de junio de 1924, murió al estrellarse en un avión de Scadta, mientras lanzaba desde el aire unos volantes que impulsaban la solución hidráulica de Bocas de Ceniza.

El sexto es José Manuel Goenaga (1851-1921), uno de los personajes más influyentes de la Costa que alumbra, pese al olvido. Fue el último presidente del Estado Soberano de Bolívar y el primer gobernador del departamento. Fue ministro de cuatro presidentes. Perteneció a la élite económica de Riohacha, y era tan solvente económicamente que le prestaba plata al gobierno. Riohacha era un imperio económico. No era un desierto. Era un bosque. Este personaje fue el primer coleccionista de arte en la región. Hijo de un cartagenero que se fue a Riohacha en la crisis y ruina de la ciudad. Murió siendo embajador en Bruselas. Algunos de sus descendientes viven en Roma.

El séptimo es Manuel Joaquín Riascos García, quien fuera gobernador y presidente del Estado del Magdalena. Luego del fusilamiento de su padre en la plaza de Ciénaga y la muerte a pedradas y machetazos del general Francisco Javier Carmona, el joven líder se involucró decididamente en la insurgencia, hasta el punto que el general Juan José Nieto lo llamó a su ejército liberal. A su ejército lo proclamó como Gente honrada y de valía, y atacó dentro de sus filas todo indicio de corrupción y atropello a la moral. Riascos García gobernó al país por 47 días viviendo en Ciénaga, al proclamarse presidente por cuenta propia, desafiando al presidente Tomás Cipriano de Mosquera, quien había cerrado el congreso y contraviniendo la norma, se había autonombrado presidente.

Epílogo

Le digo a Gonzalo y a Haroldo que, en verdad, estos personajes de la historia de nuestra región Caribe son vidas novelescas, unidas por el común denominador del sentido visionario, emprendedor y la dimensión humanística. Al margen de la política, son, además, empresarios filántropos, aventureros, pioneros de las transformaciones profundas de la sociedad regional y nacional.

Al escuchar a Gonzalo Zúñiga Ángel pienso que este amigo parece haber salido de una novela de Conrad o Hemingway. Su solo aventura arriesgada de vivir en un barco que él mismo reconstruyó para vivir en él durante años, podría ser un indicio de lo que es capaz de emprender como descifrador de la historia, como quien arma el rompecabezas de ese inmenso naufragio de los olvidos colectivos de la región Caribe. Haroldo Rodríguez, con su cámara y sus manos incesantes de sembrador de bosques, lo secunda en esta espléndida aventura que es Trópicos pioneros. Los dos son, en suma, un par de quijotes que han recorrido el Caribe, esta vez, en la soledad de la pandemia.

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