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La mujer militar: liderazgo y persistencia histórica

Este no es más que un homenaje a todas las colombianas de orgullo inquebrantable que vestimos nuestra decisión de ser mujeres militares, mujeres de mar y de guerra.

EL UNIVERSAL

14 de marzo de 2021 12:00 AM

Ana Lennys Bello Bello*

Especial para El Universal

La visibilidad histórica de la mujer militar en Colombia ha sido representada particularmente en los hombros de Policarpa Salavarrieta, pero pocos conocen personajes como Clara Elisa Narváez Arteaga, mujer colombiana, enfermera, quien en 1932 se puso las botas y el camuflado y fue la primera mujer soldado, con 23 años, que formó parte del cuerpo de hombres en el frente de batalla en la guerra de Colombia y Perú.

Ellas y muchas otras mujeres somos el más vívido reflejo del talante de la mujer colombiana, mujer que convierte un sueño en una evidente realidad.

En el año 1984 esa realidad comenzó a materializarse para un grupo de mujeres, a pesar de discursos y posturas disonantes frente a la incorporación de personal femenino, la (ARC), decide incorporar 17 de ellas. (Lea también: #8M: Desgarradoras historias de mujeres que enfrentan la pandemia en Cartagena)

¿Pero qué sucedió posteriormente a estas incorporaciones? Se dio continuidad a un flujo constante de ingreso de mujeres a las filas de las Fuerzas Militares y de la ARC que no se ha detenido.

Luego del primer contacto de las mujeres militares con el teatro de operaciones, se hizo incuestionable la coyuntura que permitió contar con nuestra presencia como mujeres en la formación militar castrense.

La mujer militar: liderazgo y persistencia histórica

Clara Elisa Narváez Arteaga.//Foto: Cortesía.

En esta avasallante persistencia, en 1997, gracias al reconocimiento del derecho a la igualdad como estatus fundamental, en la Constitución Política de 1991, y a una sociedad en constante cambio, ingresaron las primeras mujeres a formar parte del proceso de formación naval-militar en la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla como parte del Batallón de Cadetes.

Para nosotras, las mujeres militares, las dificultades se han entendido como retos, pues hemos hecho frente a lo ‘aceptado’ y lo ‘limitado’ en un entorno donde la maternidad, el matrimonio y la feminidad estuvieron demarcados en el mito de las restricciones físicas, las incertidumbres y resistencias que producía exponerse a una atmósfera como las Fuerzas Armadas.

Parte de este proceso ha desdibujado incluso la narrativa de tener en cuenta a las mujeres más en funcionalidad de su sexualidad que por su manejo profesional, las mujeres no representan un obstáculo, sino que aportan especiales capacidades de sí mismas en pro de la consecución de los objetivos de las Fuerzas Armadas y es así como hoy tenemos mujeres en la Aviación Naval, en Inteligencia Naval, de especialidad superficie en los diferentes buques, ingenieras navales, buzos de salvamento, paracaidistas, oficiales operativas de Guardacostas, jefas de operaciones, corresponsales de guerra, observadoras militares, jefas de servicio hidrográfico, instructoras militares y muchas otras áreas de la profesión castrense. (Le puede interesar: Día de la Mujer: cartageneras reclaman respeto por sus derechos)

Las mujeres militares, que fuimos percibidas socialmente en ocasiones, como afrenta al “honor masculino”, nos abrimos paso a pie firme y hoy somos abiertamente apreciadas como líderes de procesos relacionados con defensa nacional.

Hay una interesante asociación realizada en relación con el núcleo familiar y una unidad militar para la socióloga americana Mady W. Segal (Military Culture and Military Families) “ambas son instituciones voraces, con altas exigencias referente a compromiso, lealtad, tiempo y energía”, y para el caso de las mujeres es quizá natural asumir este tipo de paralelismos.

Somos elemento de influencia categórica para la toma de decisiones en beneficio de la población civil, formamos parte de equipos de trabajo altamente cualificados generando un incremento del 35% en la consecución de acuerdos bilaterales en favor de la población civil a nivel mundial.

Además, poco se ha hablado por parte de los medios de comunicación del papel de la mujer militar colombiana como referente mundial en procesos de postconflicto, donde aportamos a redimensionar del papel de la mujer tanto militar como civil en la construcción del tejido social.

De manera paralela, en la ARC y bajo la dirección del Ministerio de Defensa Nacional, hemos estado en formación y construcción de estrategias de inclusión de las mujeres con igualdad de oportunidades en los diferentes escenarios de las FF. MM., a través de la Política Pública Sectorial de Transversalización del Enfoque de Género para el personal uniformado de la Fuerza Pública.

En medio de este proceso de constante globalización, que no se detendrá, aunado con la incorporación en incremento de mujeres en las FF. MM., se continua generando fuertes desafíos que van más allá de las cifras, y que en la actualidad, debido a la discusión social, permanente frente a la violencias de género, infantil, entre otras, nos invita a reflexionar como sociedad sobre prácticas y comportamientos que no son fruto de una institución castrense, sino, de una sociedad que educa y que posteriormente pone a sus jóvenes hombres y mujeres en las filas de las Instituciones militares.

Este devenir histórico de persistencia y liderazgo nos permite vivir como mujeres militares el feminismo como el crecimiento integral en conocimientos, habilidades, honestidad, templanza y preparación con un objetivo claro de impulsar un mejor país.

Sin embargo, persisten aún algunos argumentos de resistencia, compartidos en un bajo porcentaje, por miembros masculinos y femeninos de las FF. MM., que perciben a la mujer aún como una especie de “inconveniente”. (Vea aquí: [Video] Marcha del Día de la Mujer en Cartagena)

Sin embargo, surge de las entrañas de nuestro país, un proceso resiliente que ha retumbado en los corazones de muchas mujeres colombianas, hijas de hombres y mujeres orgullosos que le apuestan a la fortaleza de aquellas mujeres que educaron en equidad y con la mente puesta en objetivos claros que se consiguen con trabajo duro, persistencia y que brindaron a su país lo mejor de sus familias representado en hijos e hijas que han sido evaluados, medidos y probados para formar parte de las FF. MM. al servicio de la nación.

Este no es más que un homenaje a todas mis antecesoras, mi madre, mis abuelas, mis superiores, mis amigas, mis compañeras, mis subalternas y todas las mujeres colombianas de orgullo inquebrantable que vestimos con honor nuestra decisión de ser mujeres militares, mujeres de mar y de guerra.

*Capitán de Corbeta.

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