Facetas


Las verdaderas joyas de España

AFP

22 de junio de 2014 12:02 AM

LA REINA LETIZIA

Encontrada habitualmente en conciertos de rock, espectáculos de teatro alternativo o salidas con amigas, la futura reina de España deberá dejar atrás su vida de princesa “moderna” para convencer en su nuevo rol a base de perfeccionismo y responsabilidad.

Con una cazadora de cuero negro y unos tejanos marcando su extrema delgadez, la princesa Letizia se mezcló entre el público del concierto del grupo de rock estadounidense Eels en abril de 2013. Unos meses antes, se unió a los espectadores de la histórica banda de música independiente española de los años 1990, Los Planetas.

Vista en el principal festival veraniego de rock o en los bares de copas de Madrid, la nueva reina de España ha podido mantener en los últimos años sus aficiones poco comunes entre la realeza europea sin demasiadas molestias.

Pero “sobre todo el año pasado” estas salidas llegaron a oídos de los españoles, mientras los medios se hacían eco de los rumores de una “crisis” entre el príncipe Felipe y la que es su esposa desde 2004, explica José Apezarena, autor de un libro sobre la pareja publicado recientemente.

Entonces, la Casa Real “le trasladó a la princesa que la repetición de estas salidas había provocado comentarios de que algo no va bien”, afirmó el escritor.

Nacida el 15 de septiembre de 1972 en una familia de clase media, Letizia Ortiz, divorciada, rebasaba la treintena cuando conoció a Felipe. Antes tuvo tiempo de forjarse una exitosa carrera periodística como presentadora del informativo de la televisión pública y de afinar sus gustos. 

“Era una periodista, una mujer de su tiempo, muy formada, muy leída”, señala Cote Villar del periódico El Mundo.

“Cuando se casó no sabía donde se metía. No era tan consciente de todo lo que implicaba. Estos diez años le han servido para aprender que el cargo que va a ocupar supone una gran renuncia y una gran responsabilidad”, explica la periodista.

“Desde que en enero el rey les informa que va a abdicar, ella no ha vuelto a hacer una salida de estas. Es la mejor prueba de que es perfectamente consciente” de las implicaciones de ser reina, añade.
     
“Una sensibilidad distinta”
Letizia afronta su nuevo papel como “un verdadero oficio y aplica criterios y esquemas de trabajo parecidos a los de su profesión anterior”, destaca Apezarena, quien recuerda que el entorno de la futura reina la define como alguien “responsable” y “muy perfeccionista” desde su juventud.

Como esposa del príncipe, participaba en las reuniones semanales de la Casa Real. Al no proceder de la nobleza y mantener el contacto con sus antiguas amistades, Letizia “aporta una sensibilidad distinta”, señala el escritor.

Y en lo privado, consigue “llevar al príncipe a su terreno: ahora va a ver unas películas y unas obras donde no se le había visto nunca”, explica Villar.

A pesar de este toque de modernidad inyectado en palacio, en público Letizia sigue mostrándose tensa, temerosa de dar un paso en falso y “demasiado pendiente de lo que dicen de ella”, opina la periodista.

Fría y distante para algunos, es el miembro de la familia con menor popularidad, aunque un sondeo publicado tras el anuncio de abdicación de Juan Carlos, el 2 de junio, mostraba una ligera mejora.

Según Apezarena, su ascenso al trono puede realzar su imagen al no haber cometido grandes errores como princesa y haberse labrado una buena reputación en su entorno más próximo que, sin el filtro de los medios a veces “excesivamente críticos”, aprecian su buena actitud.

“No es lo mismo ser princesa que ser reina. La van a ver con otros ojos, y seguramente con un poco más de comprensión, porque mientras eres el candidato, te están examinando”, señala.

 

LA PRÍNCESA SOFÍA DE GRECIA

Combinando prudencia y compasión, esta princesa griega educada en Alemania logró que los españoles olvidaran sus orígenes para considerarla simplemente como la “reina Sofía”, esposa discreta de Juan Carlos que tuvo un papel esencial en el reinado que ahora termina.

Casada con Juan Carlos de Borbón el 14 de mayo de 1962, Sofía de Grecia jugó un rol clave en los años anteriores a la llegada de su esposo al trono en 1975, tras la muerte del dictador Francisco Franco.

El dictador había permitido a la joven pareja vivir en el Palacio de la Zarzuela de Madrid y en 1969 eligió al príncipe como su futuro sucesor a las riendas del país.
“El apoyo de la reina es fundamental” en esos años, subraya Fermín Urbiola, autor de libros sobre la realeza española. “Gracias a su gran sentido de la realidad, fue ella quien les permitió convertirse en rey y reina”, afirma Abel Hernández, otro biógrafo.

Para acercarse a los españoles, Sofía, primogénita de los reyes Pablo I y Federica de Grecia, nacida el 2 de noviembre de 1938 en Atenas, aceptó hispanizar la ortografía de su nombre y se convirtió al catolicismo renunciando al cristianismo ortodoxo. 

Siguiendo con la operación de seducción, mientras España caminaba hacia el final de la dictadura, la princesa daba a luz a la infanta Elena el 20 de diciembre de 1963, a la infanta Cristina el 13 de junio de 1965 y el 30 de enero de 1968 al príncipe Felipe.

Y pese a una aparente imagen de frialdad, fruto de una férrea disciplina, esta reina de alma sensible supo ganarse el afecto de los españoles siguiendo una divisa aprendida de su padre: “mi fuerza es el amor de mi pueblo”.

Su imagen llorando con los familiares de las 191 víctimas mortales de los atentados islamistas del 11 de marzo en Madrid o su tristeza durante los funerales de los soldados españoles muertos en un accidente en Turquía emocionó al país, al igual que lo divirtió su visita al vestuario de los jugadores de fútbol de la selección nacional, uno de ellos medio desnudo, en el mundial de Sudáfrica de 2010.

Una ‘gran profesional’
Sofía ha dedicado en los últimos años a obras humanitarias y aunque, según los observadores, sus relaciones con Juan Carlos se enfriaron eso no le impide ejercer como una “gran profesional”, según las palabras de su propio esposo.

“La reina es la clave de esta familia, quien ha logrado mantener la cohesión” pese a las dificultades, encabezadas por el escándalo de corrupción que golpeó a su yerno, Iñaki Urdangarin, esposo de Cristina, afirma Hernández.

Sin embargo, rompiendo de forma sorprendente con su habitual discreción, Sofía atrajo las críticas en 2008 con unos controvertidos comentarios sobre el matrimonio homosexual.

Como su esposo, Sofía vivió una parte de su infancia en el exilio.

Tras tener que salir precipitadamente con sus padres de Grecia al estallido de la Segunda Guerra Mundial, una Sofía adolescente volvió a pisar suelo griego en 1946 después de pasar unos años en Egipto y en Sudáfrica. Más tarde completó su educación en el internado alemán de Schloss Salem.

De esta infancia conservó el gusto por los idiomas: además del griego y el español, la reina habla inglés, lengua que suele utilizar para hablar con sus hijos y sus nietos, italiano y alemán. De regreso a Atenas, estudió puericultura, música y arqueología, su gran pasión.

Aficionada a la navegación, integró incluso el equipo griego de vela, como suplente, en los Juegos Olímpicos de 1960 en Roma.

Este gusto por el mar la acercó a Juan Carlos, otro apasionado, al que conoció en 1954 durante un crucero organizado por sus padres para toda la realeza europea.

Sofía y Juan Carlos volverían a encontrarse en Londres en 1961 para la boda de los duques de Kent e iniciaron una relación que culminaría en una boda en Atenas, previa una atípica petición de mano.

“Cógelo”, le lanzó el príncipe Juan Carlos a su futura esposa, tirándole por el aire un anillo de compromiso en un hotel suizo, según relata la propia soberana en el libro “La Reina” de Urbano.
 

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