Facetas


Los dibujos que se salvaron de la muerte

JOHANA CORRALES

08 de septiembre de 2013 07:11 AM

Están en Cartagena los dibujos de los niños de Terezín (República Checa), quienes padecieron las barbaries de los nazis con la llamada “Solución final a la cuestión judía”, en la que fueron asesinados cerca de seis millones de judíos europeos.
En noviembre de 1941, los nazis decidieron convertir ese territorio en un campo de concentración, por el que pasaron en total 154 mil prisioneros, 55 mil fueron albergados durante la guerra, y de los cuales unos 15 mil eran niños.
Este campo de concentración era diferente a todos los demás, pues era de tránsito, de tipo familiar. Es decir, los alemanes lo usaban como vitrina para mostrar el buen trato que los prisioneros recibían de sus protectores, razón por la cual era más “llevadera” la vida ahí, aunque compartían el mismo destino final que los otros, la muerte.
Se hicieron una gran familia y cada vez era más difícil recibir a los nuevos judíos que llegaban a vivir en el campamento y ver partir a aquellos con los que ya se habían formado lazos de hermandad fuertes.
Las enfermedades, el hambre, el maltrato y el dolor eran el pan de cada día para ellos y por eso muchos no aguantaron y fallecieron, incluso, antes de ser enviados a morir.
Pues bien, en medio del hacinamiento en el que vivían estas familias, surgió un fenómeno muy especial en el que se dieron múltiples manifestaciones artísticas como obras de teatro, bibliotecas, revistas, poemas y dibujos. En estos dos últimos, los niños tuvieron gran participación.
En dichos poemas y dibujos, los pequeños plasmaban su percepción sobre la guerra, el dolor, el abandono, la enfermedad y sobre todo la injusticia que estaban enfrentando.
Hubo una artista judía, Friedl Dicker, que enseñó en esa época a los niños y jóvenes varias técnicas sobre dibujo que terminaron siendo el mejor pasatiempo y la forma ideal para alejarse de la realidad que los aquejaba.
Los dibujos, que eran hechos en papel, cartón, lienzo usado, o cualquier otro material reciclable, sirvieron de vía escape y contaban historias y experiencias personales. Otros, prefirieron expresarse a través de las palabras y llegaron a componer centenares de poemas.
Los más sabios judíos también cuidaban de los más jóvenes y trataban de proporcionarles lo mejor para que su estadía fuera más soportable. Uno de los momentos más difíciles para esa comunidad fue cuando le llegó el turno de partir a la maestra Dicker, ella hizo parte de los últimos grupos de judíos exterminados.
Sin embargo, antes de irse, escondió miles de dibujos y poemas, que, más tarde, después de la liberación en 1945, fueron encontrados y permanecen en el Museo Judío de Praga.

Siempre volveré a vivir...
Son 4 mil dibujos de niños y cientos de poemas conservados como el tesoro más preciado en Praga. Son tan importantes para ellos, que no pueden ser movidos de ese museo, y el que quiera conocerlos tiene que ir hasta allá a verlos.
La Asociación de Amistad Colombo Checa(Asocheca) y su directora, Eliska Krausova, se interesó en esta obra y logró traer a Colombia 40 reproducciones originales presentadas en las bibliotecas más importantes del país.
“Nosotros no cobramos nada por esto, porque somos una asociación sin ánimo de lucro. Lo que sí pretendemos es acercar las culturas de los dos países, que conozcan algo de su historia y esta exposición es excepcional para eso”, dice Krausova.
Krausova asegura que al conocerse dos culturas se pueden superar problemas y aprender la una de la otra.
“Los colombianos son muy sensibles y esta es una historia conmovedora. La forma cómo los niños dibujan para allanar la soledad y aun cuando saben que van a morir tienen viva esa esperanza. En este momento en que en el país se habla de proceso de paz, es importante pensar qué pasó en otros países, cómo han tenido que superar dolores, carencias. Eso nos puede servir de ejemplo”.
La exposición llegó a Cartagena y se puede apreciar en el Museo de Arte Moderno, gracias a la gestión que hizo esta entidad con Asocheca.
Está en el segundo piso, en uno de los salones del fondo y desde el momento en que se ingresa, se siente algo muy especial. Cada cuadro narra una realidad cruel, vista desde la inocencia de un niño. Dibujos que pueden parecer muy tiernos, pueden estar reflejando un infierno.
“Siempre volveré a vivir”, ¿qué mejor nombre para esta muestra que revive uno de los períodos trágicos de la historia de la humanidad? El arte sobrevivió en el tiempo, se impuso por la resistencia y la imaginación de estos niños. La vida se enfrentó a la amenaza inminente de la muerte.
 

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