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Los niños que purifican el agua del Dique con sol y plantas

Por un momento imagine que tiene para beber el agua de un extenso canal que pasa cerca suyo.

Es agua que no está potabilizada, agua que trae en su cauce desechos industriales y orgánicos. Por allí transitan lanchas, ferrys y demás embarcaciones que lanzan sus fluidos sin percatarse, quizá, además de los muchos contaminantes que vienen del interior del país por el Magdalena y entran al Dique.

Con esta misma agua usted también se bañaría y lavaría su ropa. No es salobre, y esa pareciera ser la única ventaja porque si se potabiliza se puede beber y cuando se lava no se corta la espuma del jabón.
No sé para usted, pero para mí no es nada bonito. Los niños de la Institución Educativa de Leticia ya se cansaron de esto y por eso en medio de un proyecto medioambiental, abren su mente para cambiar la realidad a través de sus costumbres ancestrales.

Pero, ¿cómo?
La idea es trabajar utilizando las plantas nativas de la región para desinfectar el agua que normalmente toman los habitantes de los caseríos aledaños al canal del Dique y a través del método SODIS o desinfección solar de agua potable.

La palabra SODIS es una sigla en inglés para SolarwaterDISinfection. Este método se conoce desde hace más de 30 años y consiste principalmente en llenar recipientes con agua de ríos, lagos, o demás fuentes de agua (normalmente botellas PET de 2 litros), que son expuestas al sol durante unas 6 horas (aunque pueden recomendarse hasta 48 horas según las condiciones climáticas y los patógenos que contenga el agua). El efecto germicida se debe al efecto combinado (sinergia) del calentamiento del agua y la radiación ultravioleta del sol.

El fin de este tratamiento es eliminar microorganismos patógenos que se transmiten por el agua y reducir la incidencia de mortandad por diarrea e incluso por cólera.
El agua que se desinfecta con este método pasa por un filtro para seguir purificándola y clarearla. Para esto usan plantas de la región: la tuna, el cardón y el buchón de agua. 

Según el informe del proyecto, el uso de las plantas nativas como la tuna y el cardón en el proceso de clarificación del agua, ha sido de gran eficacia y eficiencia, reduciendo el tiempo de 2 minutos en promedio para una pimpina de agua. Las plantas tratan el líquido, eliminando la turbiedad.
La profesora Mábel Jaraba, que entre otras cosas es del área de Sociales; y Gabriel Arrieta, el profe de Matemáticas, son dos docentes que se han puesto al frente de este proyecto medioambiental, para crear en los niños y jóvenes la conciencia de preservar su entorno. ¿Qué decir? Hasta el momento, los resultados han sido más que buenos.

“Esto lo hacemos a través de Colciencias y pues con este proyecto hay dos niñas que han ido a Brasil y representaron a Colombia el año pasado en la feria Internacional de ciencia Mostratec. En realidad no contamos con un área para trabajarlo, pero la Universidad Tecnológica de Bolívar nos ha facilitado un laboratorio y allá los niños han podido aprender y recibir asesoría académica”. 

Con quince niños en el grupo base, se empezó este proyecto desde hace algunos años. Mábel me muestra orgullosa el prototipo con el que han conseguido tratar el agua. “Nosotros armamos el prototipo con una cava y utilizamos este vidrio para coger los rayos del sol”; y nos lo  muestra. Luego me señala una especie de cesta donde ponen las plantas. “De allí pasa al filtro. De ahí a la cava y de allá pasa al sol y a través del método Sodis se desinfecta el agua”.
Yeidis está expectante mientras la profesora explica. Ella y Arelis Marimón pudieron ir a Brasil. Fue la segunda vez que montó en avión y es que primero, el programa Muy Buenos Días la invitó para que hablara de su experiencia.

“Mi participación en este proyecto empezó a mitad del 2012 con la inquietud del agua y la luz que se va a cada instante. El agua esta escasa así que nos basamos en eso. Emprendimos un viaje en el mundo para conocer, innovar y abrir nuestra mente para ayudar a la comunidad”, dice en tono muy serio Yeidis, de 16 años. Por su papá, sabía que anteriormente en su comunidad clareaban el agua con cactus y hasta con matas de plátano y con cenizas.

Ella está a las puertas de ir al Japón, donde ha sido invitada a aprender más sobre medio ambiente con académicos que tratarán temas de relevancia para el proyecto que adelantan en su escuela. El requisito para acceder a esta oportunidad es que tenga un buen nivel de inglés.

Mientras tanto, la institución Educativa de Leticia, continúa con un proyecto que ya casi es un sueño hecho realidad.

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