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Los Niños y el licor un 31 de diciembre

“No podemos pedirle a un niño a gritos que no grite, de la misma manera que no podemos indicarle que el alcohol es perjudicial para su salud mientras se lo suministramos”.

La pregunta del millón es ¿qué habría pasado si nadie hubiese grabado en video a unos niños bailando champeta obscenamente y consumiendo licor el 31 de diciembre de 2020 en Olaya Herrera? ¿Nada? No hay forma de saberlo. Lo cierto es que sucedió: alguien grabó aquella triste escena, y luego fue viralizada en Internet y repudiada por cibernautas. Esto muestra una realidad que aparentemente sucede con frecuencia en esas fechas en algunos sectores de Cartagena... niños que se embriagan o ‘toman’ licor para recibir el Año Nuevo, algunas veces con el auspicio de sus padres.

Del mismo barrio Olaya Herrera es Lucía*, una joven de 27 años que ha vivido de cerca esta realidad. “Los 31 de diciembre yo he visto que los mismos papás les dan licor a los hijos -explica, porque siento que a ellos también les hicieron lo mismo sus padres. En mi caso, mi papá no me daba licor como tal, pero yo sabía que todos mis amigos iban a comprarlo porque eso hace parte del festejo, sobre todo los 31 diciembre, y los niños fuman también ese día”.

“Incluso, este 31 de diciembre de 2020 -añade- tengo un grupito de amiguitas niñas, una de ellas tiene 12 años y me pidió licor, yo no se lo di, pero ese grupito iba de lugar en lugar pidiendo trago. Es ‘normal’ que (algunos niños) ese día consuman una cerveza o un vino que se llama Cariñoso. Esas bebidas de Cocochevere, Caña Brava, esas las compran los niños.

“También me pasó este 31 que unos niños estaban haciendo una rifa y con el dinero de la rifa compraron cervezas. Ese mismo 31, a un sobrino lejano le compraron una cerveza con sus amiguitos e hicieron una miniteca dentro de una casa”, agrega.

“Que suceda esto no está bien y gracias a las redes sociales estas problemáticas son más visibles, eso permite que se visibilice algo. Anteriormente esto sucedía mucho más, pero no ha dejado de suceder, en los barrios populares los 31 de diciembre es común que les den trago a los niños y cuando no se emborrachan, se hacen los borrachitos, porque lo ideal es que te veas borrachito, es como la clave del éxito el 31 de diciembre, es terrible”, sostiene Lucía.

“Uff, yo a mis hijos no los dejo hacer eso, pero sí es verdad que pasa con otros niños y mucho, vieras tú a las pelaítas bailando con la cervecita en la mano”, refiere Érica, una empleada doméstica que vive y transita por las calles de La Candelaria. (Lea aquí: Fiesta infantil con licor y sin control en Cartagena).

Un comportamiento nada normal

Lo otro cierto es que, evidentemente, no está bien este tipo de actos, aunque algunos sectores o padres pudieran verlos como algo “normal”. ¿Y por qué un padre o adulto llega a tener estos comportamientos?

La sicóloga Diana Gómez, mágister en Sicología Clínica de Infancia y Adolescencia, explica: “Las razones pueden ser múltiples pero, básicamente, al escucharlos y al intentar comprender sus procesos cognitivos en situaciones como esta, pienso que prima el desconocimiento, la ignorancia, la negligencia, es decir, el no dimensionar realmente el maltrato y el daño que ocasionan en los menores, y en otros las ansias de aceptación social, de aprobación, de encajar ‘culturalmente’ en el entorno inmediato, de anteponer su ego, sin pensar y sin importar nada más allá”, afirma.

“Sabemos que existen prácticas culturales nocivas -asegura-, por ejemplo, el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina, que en algunas comunidades realizan de manera regular y durante períodos tan extensos que terminan por considerarlas como aceptables. Para este caso puntual, muchos padres del sector donde sucedió el hecho continúan dejando de manifiesto sus distorsiones cognitivas, expresando que eso “es normal, que los demás exageramos, que es algo que todos hacen y que no traerá ninguna consecuencia”.

Ánimos alterados

Pero resulta que sí. Evidentemente traen consecuencias. Algunas de ellas podrían darse a nivel sicológico para los niños. “Lo que los padres y/o principales figuras de apego hagan o dejen de hacer actúa como un factor protector o un factor de riesgo, en este caso del video, y puntualmente en cuanto al consumo de alcohol, lo es (...) Solo por mencionar algunas (consecuencias), destaco la mayor probabilidad de desarrollar alteraciones del estado de ánimo, como depresión o ansiedad; el incremento en la probabilidad de realizar conductas sexuales de riesgo que a su vez pueden llevarlos a contraer enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, etc.”.

Por eso, la sicóloga recomienda propiciar la “coherencia”. “No podemos pedirle a un niño a gritos que no grite, de la misma manera que no podemos indicarle que el alcohol es perjudicial para su salud mientras se lo suministramos”.

Un tipo de maltrato físico

Otra consecuencia podría ser de tipo legal, de castigo a los padres, responsables o cuidadores, pues el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar “ya tiene perfectamente definido que permitir u ofrecer alcohol a un niño, a un adolescente, además de ser ilegal, es un acto que constituye una vulneración tan grave para ellos como el maltrato físico”, recalca el doctor Hernando Pinzón Rendondo, director médico y científico del Hospital Infantil Napoleón Franco Pareja, Casa del Niño. Las consecuencias son de nivel sicológico, emocional y, también, biológico.

“El cerebro alcanza su máximo desarrollo hacia los 21 años de edad, es decir que consumir alcohol en edades tempranas tiene unos efectos deletéreos (que pueden causar la muerte por envenenamiento) en el desarrollo de estos niños y adolescentes, porque en estos periodos de la vida se producen cambios cerebrales como la maduración del cerebro, el desarrollo, más conectividad entre los diferentes lóbulos, se altera la plasticidad del hipocampo”, sostiene.

“El alcohol es un depresor del sistema nervioso central -continúa Pinzón- y el problema está en que todas estas alteraciones a nivel cerebral conllevan a cambios comportamentales y daños permanentes en la memoria, en el pensamiento, que son habilidades muy necesarias para que se produzca el aprendizaje. Los niños y adolescentes que consumen alcohol tienen, por lo general, un muy mal rendimiento académico”.

“No podemos pedirle a un niño a gritos que no grite, de la misma manera que no podemos indicarle que el alcohol es perjudicial para su salud mientras se lo suministramos”.

Niños más proclives a las drogas

Según Pinzón, una corporación llamada Nuevos Rumbos hizo un trabajo hace algún tiempo donde se evidencia que los niños que empiezan a tomar licor antes de los 14 años tienen hasta 10 veces mayor de probabilidad de desarrollar consumos problemáticos o dependencias y adicciones en la adultez, así como mayor probabilidad de consumir sustancias sicoactivas que aquellos que lo hacen después de los 18 años. “Si el alcohol para nosotros los adultos, al consumirlo de manera exagerada tiene riesgos, imagínese el daño que se le hace a un niño. Esa práctica de ofrecerle un trago a un niño para que se haga hombre es absurda y debe desaparecer en nuestra sociedad”, puntualiza.

Epílogo

Las madres de las dos niñas de 6 años que aparecen en el video bailando obscenamente, aparentemente ingiriendo licor, fueron multadas por infringir el Código de Policía, pero han dicho desconocer quién les brindó a las pequeñas alcohol, mientras ellas estaban trabajando. El caso sigue en investigación y ojalá sirva para que, de una vez por todas, se ayude a erradicar aquella práctica de nuestra sociedad que, hasta que apareció aquel video, se mantenía tan “oculta” como a la vista.

*Nombre cambiado.

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