La primera vez que María Jiménez Pacífico llevó su portafolio a una agencia de modelos en Islandia (Europa) algo extraño sucedió, en vez de ser rechazada por su figura -como le ocurrió en Colombia durante su infancia-, ella fue aceptada de inmediato. Tres días después tenía una propuesta de trabajo.
“Mi primer proyecto fue posar para la revista Nude Magazine, una de las más importantes de Islandia. Mientras hacía la sesión de fotos, la editora de la revista me comentó que estaban haciendo una edición especial con modelos de tallas grandes, y ahí descubrí que era una modelo XL”, comenta la costeña nacida en Cartagena y criada en Plato, Magdalena.
María no sabía mucho del tema, a pesar de haber escuchado poco sobre ello se aventuró en el mundo de las modelos de tallas grandes -plus size model, curvy o XL- con la naturalidad que le brinda sentirse cómoda con su cuerpo.
“Abrí mi mente a la idea, me pareció muy bonito porque soy diferente. Abracé la situación de que no era modelo convencional”.
Ahora es un referente en el país europeo: es la imagen de Sigrún Lilja for 101, la marca de calzado de la diseñadora islandesa Sigrún Lilja Guðjónsdóttir, y ha posado para diferentes publicaciones como Vogue Italia -donde hizo parte de una reseña a fotógrafos islandeses-, Nude Magazine y Volup2, la revista de la fotógrafa y modelo ‘ícono de las curvas’ para los diseñadores de alta costura, Velvet D’Amour.
Del rechazo a la redención
Apenas era una niña cuando sintió que su cuerpo era objeto de los estereotipos de belleza impuesto por la moda, con su corta edad era rechazada por tener una contextura que no encajaba en los estándares establecidos.
“Mi infancia fue un poco complicada porque, aunque nunca sufrí de sobrepeso, en ese tiempo los estigmas eran muy fuertes. Recuerdo que con las niñas que quería hacer amistad no querían hablarme porque no era delgada como ellas. Sufrí bullying -matoneo o maltrato escolar- por 8 o 10 años, pero es algo ya superado”, asegura María con el desparpajo que la identifica.
A pesar de todo, ella insiste que su familia fue fundamental en ese momento y que cuando su madre la llevó a vivir a Reikiavik (capital de Islandia) su vida cambió de manera significativa.
Su confianza y autoestima mejoraron, se encontró a sí misma lejos de todo lo que la hacía sentirse mal con su figura.
“Fue una transición muy bonita que me hizo crecer como persona. Venía de un colegio de monjas muy estricto -las Terciarias Capuchinas que son parte de la Sagrada Familia-, y cuando llego a este país (Islandia) tan liberal, descubrí mí personalidad. En Colombia muchos colegios son muy cuadriculados, hay cánones establecidos que no te dejan ser tú misma porque se ciñen a los convencionalismo y no puedes desviarte de ese camino. Acá todo era diferente, tú puedes ser cómo quieras y eso es espectacular”.
María era otra, su renovada seguridad le permitió aceptar la propuesta del fotógrafo Arnold Bjornsson, quien la contacto para hacerle un estudio. Ese fue el portafolio fotográfico que le permitió hacerse notar en industria de la moda.
“A los 16 años hice unas fotos que vio el fotógrafo exclusivo de las reinas de bellezas de Islandia, Arnold Bjornsson, en 2011. Él se contacto conmigo, me dijo que me quería hacer un portafolio profesional porque era muy fotogénica. Le dije que sí, y esas fotos las llevé a la agencia SQ Models. A los tres días ya estaba modelando”.
Tras su primera aparición, las ofertas de trabajo comenzaron a llegar, todos querían que la colombiana estuviera en sus campañas o ediciones de moda, como ella dice, se volvió “la modelo consentida”, algo que la tenía impresionada.
“Al principio te quedas como, ¿qué está sucediendo? Pero luego comencé a disfrutarlo, a salir en televisión y modelar para los mejores diseñadores. Luego me llamaron para un casting de la diseñadora Sigrún Lilja Guðjónsdóttir, ella es una de las diseñadoras más conocidas de Islandia.Competí con las top models convencionales y contra la Miss Islandia de ese año. Llegué tarde -se ríe-, pero en la audición les gustó mi personalidad y me dijeron que era exótica, que yo era la elegida. Fue algo muy importante”, explica en español con acento extranjero.
A su carrera como modelo, le siguió sus estudios de actuación en la escuela de cinematografía Icelandic Film School, en la que recibió clases con los mejores actores y directores del país, alternando sus dos pasiones.
Los estereotipos vs. la belleza real
“La belleza viene en todos los tamaños, razas, formas, colores y todos tenemos derecho de sentirnos bien en nuestra propia piel, esto es así de simple”, dice alto y claro María con la autoridad que le ha dado la vida.
Ella, más que nadie, sabe cómo se siente recibir comentarios malintencionados que se mofan con aquella crueldad de su figura, prejuicios impuestos en los medios de comunicación.
No sólo es el peso, aunque siempre es el más mencionado, también el color de piel, de ojos, cabello, la forma ideal de la familia o en cómo deben ser las mujeres y los hombres.
También reconoce que, a pesar de hablar abiertamente del tema y tratar de que la gente cambie el discurso, los comentarios acerca de su peso incluyen palabras como “la gordita” o “rellenita”, algo que no le quita el sueño, porque más que una talla, ella es una modelo que trabaja con el mismo profesionalismo y esfuerzo que las demás.
“Adoro mis curvas, soy una mujer con curvas y me gusta. No tengo que ser delgada como dictan los cánones de belleza para aceptarme, puedes verte sana sin exigirle a tu cuerpo. De alguna manera represento la belleza colombiana en esta parte del mundo y no es convencional, por eso las etiquetas me parecen desacertadas”, sentencia.
Esa es la razón de su trabajo, usar su exposición en los medios para llevar su mensaje a la sociedad y a la industria de la moda colombiana, transformando ideales por realidades incluyentes, una propuesta que se evidencia en el trabajo que realiza con la Fundación Tierrabomba.org, desde la cual intenta darle a los niños de la isla una oportunidad de vida digna a través del deporte y los idiomas.
Comentarios ()