Nicolás Montero inspira respeto.
Sin importar a quién le pregunte, la respuesta siempre termina llena de adjetivos de admiración. Resulta impensable hablar de él en términos que no elogien sus capacidades histriónicas o que desconozcan su sensibilidad por los asuntos sociales.
Su versatilidad asombra, tanto que ha logrado hacer converger distintas facetas de su vida y lograr destacarse en cada una de ellas con profesionalismo. Como actor, director y antropólogo se ha consagrado ante el público colombiano, ya sea interpretando a Luis Carlos Galán en “Escobar, el patrón del mal” o colaborando con Antanas Mockus en sus campañas.
En el lanzamiento de la serie “Tiro de Gracia” de Caracol, donde personifica a un policía obsesionado con capturar a un narcotraficante (Robinson Díaz), Nicolás Montero nos habló de su vida fuera de la pantalla.
¿Con qué criterio elige los personajes que quiere interpretar?
-Algunas veces uno elige, pero, para serte sincero, algunas veces es el que hay.
Pero, la serie ‘Tiro de Gracia’ retoma el tema del narcotráfico, ¿No es más de lo mismo?
-Esta es una serie que no es de narcotráfico, es una serie en la que telón de fondo es la criminalidad y el criminal más reconocido hoy en día es el narcotraficante. Pero no se trata de eso, sino de un hombre que es enredado en las redes de un criminal y hay un policía que lo descubre.
¿No cree que la televisión colombiana ha sobreexplotado el tema del narcotráfico?
-Diría que eso es posible, pero me haría la siguiente pregunta ¿No será que la sociedad colombiana se dedicó en pleno al narcotráfico, que todos los estratos e instituciones quedaron permeadas por el narcotráfico? Y por lo tanto es omnipresente y las historias tendrán que de alguna manera tocar el tema.
La otra pregunta que estaría en el fondo es: ¿Está bien hacerlo o no? Creo que sí, que es importante contar nuestras historias, pero hay que tener un nivel de responsabilidad y calidad al hacerlo.
En la redes sociales es muy crítico sobre los problemas del país, ¿eso está ligado a su formación como antropólogo?
-Lo que uno estudia es debido a las aptitudes que uno tiene y esos estudios que hacen parte de las decisiones que uno toma, también nos van construyendo. Entonces, soy antropólogo y mi entrenamiento es preguntar, y al preguntar uno descubre cosas que son críticas. Colombia tiene muchas cosas que necesitan una mirada crítica para poder decidir y tratar de que mejore.
¿Alguna vez ha dejado de lado la actuación y ha realizado trabajos relacionados con sus estudios académicos?
-Colaboro permanentemente con las instituciones, he hecho trabajos con el grupo de Memoria Histórica, he realizado obras de teatro que tienen que ver con el tema y he trabajo de cerca con Antanas Mockus. Así que es parte de mis inquietudes.
Entonces, ¿por qué escogió ser actor, luego de haber estudiado antropología?
-Esos son decisiones que uno toma cuando uno no sabe (risas). Me explico, una las hace por gusto, por amor, por pasiones. Después con el tiempo uno va entendiendo o va complejizando esa toma de decisiones.
Hoy en día creo que cuando uno se enfrenta a lenguajes de creación, hace caminos que le permiten entender la realidad más compleja. Mi formación académica es de científico social, pero creo que entiendo más la realidad cuando trabajo bajo lenguajes de creación que cuando lo hago sólo desde el punto de vista de las ciencias sociales. Hoy en día entiendo y quisiera que cada individuo en Colombia asumiera una posición de creación frente a la realidad porque eso nos haría aprenderla de una manera más completa.
¿Qué trabajos ha realizado con Mockus?
-Cada vez que Antanas está en un proyecto y tenemos que pensar en estrategias de comunicación o en conceptos que queremos comunicar, siempre estoy presto a ayudarle. No solo porque creo que es el político moderno al que se le puede creer, si no porque personalmente doy fe de una honestidad a prueba de todo.
Recientemente estuvo en Cartagena para el Hay Festival, ¿cómo percibiste la ciudad?
-Este año sólo estuve en el evento, pero hace tres años estuve en el Hay Festival en los barrios populares. Cartagena, todos lo saben, tiene el metro cuadrado mas caro del país y de Latinoamérica, posiblemente. Pero tiene unos contrastes de injusticia que también son conmovedores e indignantes. Entonces, es muy raro ver a Cartagena con el metro cuadrado más caro, pero también el abandono estatal más absurdo.
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