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Ouriel Zohar: el dramaturgo israelí que visitó Cartagena

Ouriel Zohar dice que la obra de Shakespeare es esencial para el teatro universal. Nadie ha podido superar esas tragedias que retratan al ser humano.

GUSTAVO TATIS GUERRA

10 de abril de 2022 12:00 AM

Ouriel Zohar (Israel, 1952) me dice que es la primera vez que viene a Cartagena de Indias. Su larga trayectoria como dramaturgo, director, novelista, poeta y ensayista le ha permitido escribir más de medio centenar de libros. Se graduó en la Universidad de París con una tesis doctoral sobre el Teatro Kibbutz colectivo y universal (Metafísico). Empezó a dirigir en París, en 1978. Ha escrito y dirigido 46 obras en hebreo, ha dirigido 75 obras en Israel, Europa, Canadá, África y Asia. Ha llevado a escena obras de Shakespeare, Henrik Ibsen, George Bernard Shaw, entre otras. Ha escrito artículos sobre Stanislavski, Grotowski, Peter Brook, Martin Buber, etc.

Ha sido profesor titular en la Universidad de París desde 1997, y en HEC París desde 1995. Profesor del Departamento de Humanidades y Artes de la Universidad Technion, creador del Teatro Technion en 1986. Ha trabajado en cuatro universidades en Tel Aviv y París. Es traductor israelí y francés del francés al hebreo. Alto, delgado, pausado, de barbas blancas, ojos vivaces contemplativos y meditabundos que escudriñan todo a su alrededor. Se apoya en un bastón que parece un talismán para sus metáforas. De lejos tiene la apariencia de un monje aún altivo que sube lentamente las escaleras, pero al verlo de cerca y escucharlo, estamos ante una criatura poseída por una sensibilidad artística, una erudición que ha sabido navegar en diversas y sutiles fuentes del conocimiento y la creación literaria. Lea aquí: JJ Carbonell y un libro obligado para los amantes de la champeta

En 2002 Ouriel Zohar interpretó el papel de Próspero en obra ‘La tempestad’, estreno que se realizó en el Teatro de Beatrice Brout, e interpretó al Conde de Northumberland de Ricardo III de Shakespeare. Desde 2006 sostiene una compañía teatral que lleva su nombre. Ha impulsado a varias generaciones de actores y actrices en Europa. Su dirección en hebreo de la obra ‘Un enemigo del pueblo’, de Henrik Ibsen, ganó el Primer Premio a Mejor Actor del Festival de Benevento, Italia, 2009. Su alumno Scandar Copti ganó con su papel en el filme ‘Ajami’, 5 premios Ophir en 2009, y el Premio a Mejor Película en Israel, y nominado al Óscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera en 2009. En 2019 dictó una conferencia singular: ‘El humor oriental como base de la sabiduría humana’.

Ouriel Zohar: el dramaturgo israelí que visitó Cartagena

Ouriel Zohar durante su visita a Cartagena. // Foto: Julio Castaño Beltrán - El Universal.

Conversando con Zohar

Le pregunto qué privilegia a la hora de dirigir una obra teatral y qué espera de sus actores y actrices. Él me responde en francés y la joven cartagenera Patricia Polanco me traduce luego al español. Sus manos largas se juntan para encontrar la respuesta certera, sus ojos resplandecen detrás de sus lentes transparentes y la barba nevada me recuerda a un apacible y sereno pensador oriental. Para él, el teatro es un lugar para encontrarse. Los ojos del actor deben abrirse a la verdad del ser, a la esquiva y profunda sabiduría. Se acaricia las sienes para decir que también deben abrirse a la reflexión. Y sonríe para decir que los labios, además de pronunciar palabras, pueden abrirse para el misterio del amor. Todo para concluir que hay una sincronización entre el corazón y la mente al salir al escenario y realizar un montaje teatral. Cada actor o actriz tiene dos vidas emocionales y físicas: la de sí mismo y la de su personaje. Lea también: Las novelas de Gabo en las que aparece Mercedes Barcha

Cuando él era un muchacho de diecinueve años, escribió un poema que aludía los mundos secretos de los artistas, la de poder vivir otros gracias al arte. Para él, el teatro es la forma de crear la vida. Algo que privilegia es poder transmitir los pensamientos que no están dichos en el texto. Lo esencial es lograr que el actor transmita esas imágenes, sensaciones o pensamientos a los espectadores. Que la mirada del actor atraviese la mirada del público.

Cuando escribió el libro ‘El niño que sabe volar’, en 2009, abordó un sueño universal, la de poder viajar por el espacio, como a través de un sueño. El niño le pregunta al escritor: ¿Tú me has creado? El escritor sabe que no lo ha creado. Una de sus obsesiones como escritor ha sido la de mirar la vida más allá de la muerte. Cree que el alma no duerme después de la muerte. Siempre está ocupada. No concibe el cielo como un lugar de ocio sino de incesante laboriosidad.

En su vida personal cotidiana siempre está creando una nueva obra. No ve televisión ni escucha las noticias que agobian al mundo cada día, para mantener su mente limpia de la contaminación de las pestes y las guerras que acorralan al ser humano.

Al referirse a las relaciones entre la cultura occidental y oriental, cree que hay puntos de desencuentro derivados por las distintas creencias religiosas. Su familia vino de Polonia. Ha convivido entre cuatro religiones: la musulmana, cristiana, judía y drusos. Lo más difícil en Israel es la fraternidad entre todas esas religiones. Es muy difícil que una mujer musulmana se case con un hombre de otra religión. Una judía se casa con un musulmán y la desheredan, corre el riesgo de morir. Zohar es conocedor de los matices de culturas entre Occidente y Oriente. Eparkio Vega, que está junto a él, escucha todo lo que dice y le promete a Ouriel Zohar llevar a escena en Cartagena su obra ‘El niño que sabe volar’. Dice que en sus textos hay un sentido de lo espiritual, evidente en esta obra teatral. “Lo emocional se deja ver a través de los diálogos. Como obrero del teatro, Zohar es bastante observador y va hilvanando sus historias de la calle, de la plaza. Cualquier espacio lo nutre para escribir, sin olvidar sus raíces. La actriz y pintora Bárbara Heman ha ilustrado escenas de algunas de sus obras, con acuarelas. Ella es una actriz que conoce bien el manejo de la voz y el cuerpo a través de las emociones”.

Epílogo

Al contemplar a Cartagena, Ouriel Zohar dice que cualquier viajero podría pensar que toda Colombia es colorida como esta ciudad al pie del mar Caribe, pero sabe que hay una gran diversidad entre los que habitan el altiplano, la montaña, el mar, etc. Lo que le asombra de su recorrido por las calles y plazas de Cartagena es la humanidad calurosa y afectiva de sus habitantes. Hay contrastes, lo sabe, de pobrezas gigantescas y riquezas descomunales. Abismos sociales terribles. Pero se detiene a ver, observar y analizar a la gente más pobre que sobrevive en las calles y descubre una gran humanidad. “Al verlos sonreír y reír en medio de las dificultades, descubro la calidez humana en medio de la pobreza, pero también la gentileza de sus habitantes, y me dan ganas de abrazarlos a todos”.

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