Todo se va a caer”, “No van a poder sostener la mentira”, “Qué es lo que te pasa”, “Por qué hiciste eso”, “Si así son los amigos, para qué enemigos”, le escribían a Juan Pablo Valderrama Pino, un entonces estudiante de filosofía de la Universidad de Cartagena que nada tenía que ver con el sonado caso por la muerte del joven guajiro Luis Andrés Colmenares, el 31 de octubre de 2010, en Bogotá.
Juan Pablo tenía un homónimo y se trataba nada más y nada menos que de un estudiante de la Universidad de Los Andes al que la Fiscalía había interceptado telefónicamente, por lo cual se revelaron algunas conversaciones que conoció toda Colombia a través de los medios de comunicación y que aún están en plataformas como YouTube u otros portales de Internet.
Hasta 2015, Valderrama Pino recibió varios mensajes privados por Facebook en torno a la polémica investigación por el ‘Caso Colmenares’, que desató gran conmoción en el país. Y eso revivió recientemente con el estreno de la serie que Netflix sacó sobre esa historia, que todavía se debate en los tribunales y de la que fueron absueltos los investigados Laura Moreno, Jessy Quintero y Carlos Cárdenas.
“¿Usted sí puede dormir en las noches?”. Así comenzó un nuevo hostigamiento de parte de una desconocida que le cuestionaba insistenmente por unos hechos en los que Juan Carlos Valderrama Pino no estuvo involucrado. “Esta persona que me escribió parece que quedó tan impactada con la serie, que se puso a averiguar, empezó a buscar por Google, me encontró a mí y pensó que yo era esa persona”, considera Valderrama Pino.
¿Quieres dialogar sobre algo en específico? ¿De dónde me conoces?, le preguntó él.
Desconocida: Adivina...
D: ¿Una pista?
VP: Si quieres...
D: Luis Andrés
Vi la serie, estoy muy obsesiva. Es que no entiendo jaja con esos amigos para qué enemigos.
¿No te sientes mal? O sea, con todo eso. (Sic)
Esta es una parte de la conversación que sostuvieron por el chat privado de Facebook. No es un chiste, aunque lo parezca. “Con lo de Colmenares siempre me ha tocado aclarar que no soy esa persona. Esta vez me escribieron dos desconocidos. Esta persona, con la que compartí la conversación, me pidió disculpas cuando le expliqué, pero la bloqueé porque no me parecía adecuado mantener ese canal de comunicación abierto. Igual con la otra”, relata el filósofo y docente.
Para “colmo de males”, como él mismo dice, le sucedió algo similar con el caso de la chilena asesinada en Santander. “Una persona me escribió, solo que esta vez no fue repetitivo porque los medios mostraron muchas fotos del presunto asesino (que se llama Juan Valderrama) y somos muy diferentes físicamente”, asegura.
“Tan cínico usted, buscando a la chilena”, le escribieron, refiriéndose a la búsqueda del mismo novio de la extranjera, acusado de ser el homicida. “Después de ver eso fue que me enteré del caso”, dice Juan Pablo.
Ante esto surgen algunas preguntas: ¿Por qué tanta pasión y ataques hacia otros en redes sociales por temas que son sensibles pero ajenos a nosotros? ¿Para qué usan las redes sociales esas personas ‘apasionadas’ por ciertos temas?
El mismo Juan Pablo Valderrama Pino afirma: “El tema de la verdad y la mentira es muy complejo hoy, porque las redes permiten que uno pueda generar una serie de fachadas para mentir fácilmente y uno se pueda disfrazar. Se obsesionan con contenidos que están en redes. Creo que hace falta una serie de valores en el mundo, no solo social, real, palpable, sino en el mundo digital, porque muchas personas no se miden con sus reacciones en redes y de pronto uno se encuentra con esas personas que por lo general siempre están polemizando e insultando y en la vida real no son así”.
Explica que en las redes sociales la gente se desinhibe. “Es como cuando toman alcohol y se atreven a hacer todo lo que no hacen normalmente. No se están dando cuenta de que todo lo que muestran en redes está conectado directamente con su identidad, entonces creo que hay una crisis de identidad, porque cuando las personas interactúan demasiado en redes y se apasionan tanto, es porque hay un desenfreno de emociones, no están controlando sus emociones, y cuando pasa esto es porque hay una crisis de identidad bastante seria”, agrega.
Asegura que, a raíz de esa crisis de identidad, las personas buscan canalizar sus vacíos. “Al no conocerse a sí mismos, necesitan conectarse con el otro imaginario que llevan en las redes y no distinguen entre lo que es bueno y lo que es malo, porque no están pensando en el impacto que pueden tener sus comentarios, sus palabras y todo lo que están expresando... A las personas no les interesa la verdad, porque es muy fácil darse cuenta de quién soy yo a través de las redes. Yo me puse a buscar Juan Valderrama, Juan Pablo Valderrama y hay un montón de gente que se llama igual y es muy fácil darse cuenta de quién es quién”, dice.
Vanessa Castillo, docente del programa de Psicólogía de la Universidad de San Buenaventura y magister en trastornos cognoscitivos y del aprendizaje, señala que la conducta social de las personas está cambiando al pasar de contacto físico a un medio como las redes sociales. “Habría que analizar cada sujeto, los perfiles de cada uno. Algunos muestran que son personas con carencias emocionales, que pueden tener alguna alteración de salud mental, o con familias disfuncionales, que -desde lo biológico- no pueden controlar sus impulsos y lo manifiestan de esa manera. Esa tendencia tiene que ver con las características particulares psicológicas y con los contextos sociales en los que se muevan”.
Por otra parte, Denis Rodao Stand, psicóloga clínica y directora de la escuela de Psicología de la Universidad del Sinú, indica que “existe un componente del afecto que tiene que ver con el apasionamiento o pasión y, justo cuando eso se da, hay una expresión de emoción fuera de la razón. Es decir, no hay elemento racional que pueda estar conectado con esa emoción, que le permita al sujeto, de alguna manera, hacer un juicio objetivo y analizar por qué tendría que tomar parte de mi valioso tiempo para ir y buscar información personal de otro sujeto, que a mí no debería interesarme si soy un sujeto normal. Pero resulta que hay elementos en las personas, en los objetos, circunstancias, que se conectan exactamente y hacen clic con cosas que son internas, que forman parte de mis propias imágenes, que vienen a formar o construir mi propio yo, el sí mismo”.
Rodao Stand añade que todo esto está relacionado con un proceso de identificación. “Es cuando tú tienes un rasgo con el cual yo podría identificarme y frente a eso yo proyecto cierto tipo de posturas, reacciones, o respuestas. Vamos a suponer que yo identifiqué en ti un rasgo de pasividad y en mí hay aspectos de pasividad que no acepto, entonces los pongo fuera y lo que hago es que los ataco, pero lo que realmente estoy atacando es eso mío que identifico en ti”.
¿Y por qué se da en las redes sociales? “Porque las personas no podrían hacerlo directamente con la persona si estuviera allí y las redes permiten no solamente expresarlo sino contener la reacción que el otro pudiera tener”.
Valderrama Pino es enfático en el poder que tienen las redes y cuenta que le han servido para lograr objetivos en su trabajo comunitario junto a un grupo de jóvenes, con quienes, incluso, consiguió apoyo para construir una vivienda a una familia desplazada. “Entonces, cuando pienso en esas cosas, veo que hay gente que se apasiona tanto con temas polémicos, y me doy cuenta de que no están utilizando ese poder para construir o aportar, sino para separar y destruir”.
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