Facetas


Raúl Zurita, un poema viviente

Crónica de una entrevista con uno de los más excelsos poetas de Latinoamérica y del mundo, que vino a Cartagena para participar en Hay Festival 2022.

GUSTAVO TATIS GUERRA

30 de enero de 2022 12:00 AM

Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) es un poema viviente. Ha escrito ya una de las obras deslumbrantes de la poesía en habla castellana, reunida en su libro ‘Tu vida rompiéndose’ (Antología personal, Lumen, 2021). En 2020 ganó el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana; el Premio Iberoamericano Pablo Neruda, en 2016, y el Premio Nacional de Literatura en Chile, en 2000. Es una de las celebridades de Hay Festival Cartagena, ciudad a la que llega por primera vez y percibe como una verdadera maravilla.

A pocas horas de su recital en la Gala de Poesía, se agotaron sus libros en un parpadeo. Sentado en el Gran Salón Baranoa del Centro de Convenciones, acaricia la madera del sofá, y responde serenamente las preguntas. En la soledad del confinamiento durante la pandemia, regresó a la lectura de los poemas de Alejandra Pizarnik e Ida Vitale. Para él, estos dos años han sido devastadores no solo por la soledad de los muertos y la despiadada y silenciosa despedida de quienes vieron morir a los suyos, envueltos los despojos en bolsas de plástico. Para él, este tiempo de dolor supremo desnudó la soberbia de quienes creían controlarlo todo y nos hundió en las aguas de la desoladora fragilidad del ser sobre la tierra.

Cuando le pregunto por aquel amanecer de septiembre 11 de 1973 en el que, bajo el golpe militar de Pinochet a Salvador Allende, lo encarcelaron y torturaron, me confiesa que el dolor es inexpresable...

Su poesía no gravita solo bajo la memoria de ese sufrimiento y de esas monstruosas torturas que encubrían a criaturas demenciales en su sadismo. Las metáforas surgen siempre de las experiencias humanas, y él ve el rostro humano en la inmensidad del desierto de Atacama en el que solo escribió cuatro palabras en tres kilómetros de largo: plasmó en la piel del desierto con una retroexcavadora (en 1993): “Ni pena ni miedo”. Esas cuatro palabras resilientes transmutan sus dolores y solo pueden verse desde lo alto. Ese desierto para él tiene infinitos colores, con todas las tonalidades en ocre.

Pero si ya había escrito sobre la piel del desierto, también lo había hecho en el cielo en 1882, con cinco aviones que surcaron el cielo de Nueva York, su poema ‘La vida nueva’. Estas acciones de arte público contra la dictadura que él emprendió como poeta desde 1979, al crear el Colectivo Acciones de Arte (Cada), se conjugan con toda su obra poética como creador integral. Él no hace distinciones entre poesía y música, o entre poesía y arte, porque todo es agua de una sola fuente. Lea aquí: Raúl Zurita escribe sus poemas en el cielo

Cuando conversamos sobre el dolor, le cuento sobre las mujeres de Mampuján, que luego del sufrimiento que vivieron, víctimas del conflicto armado en los Montes de María, empezaron a tejer para sanar el insondable sufrimiento que les había dejado la guerra en Colombia. Con hilos de colores tejen su memoria como si bordaran sus propias lágrimas en tapices, y en instantes, al ensartar la aguja, es como si incrustaran un recuerdo, y bordaran hilo a hilo el corazón ausente. Zurita se conmueve.

Raúl Zurita, un poema viviente

Para él, el poeta nombra las cosas. Le pregunto por Walt Whitman sugiriendo que en su poesía hay un profundo y espléndido arraigo americanista que trasciende las fronteras de Chile y se convierte en una epopeya universal. Dice que Whitman le cantó a todo y su influjo tocó a América Latina, especialmente en Pablo Neruda. Se extraña de que ese influjo no llegara a Borges. Luego le pregunto por la divinidad que susurra en muchos de sus poemas, y responde que esa divinidad puede estar en todas partes o en ninguna. Confiesa que siempre le ha parecido Colombia un país singular, que, pese a la tragedia de las guerras que ha sufrido, tiene una vida cultural trascendente y valiosa. En ese aspecto, ve al país como un faro en la cultura. Le sorprendió saber que un museo se había creado en lo que había sido una cárcel.

Reciba noticias de El Universal desde Google News

El último proyecto

En la actualidad trabaja en lo que ha denominado ‘Diálogo con Chile’, 22 frases sobre paredones en el desierto de Atacama:

“Verás un mar de piedras/ Verás margaritas en el mar/ Verás un Dios de hambre/ Verás el hambre/ Verás un país de sed/ Verás cumbres/ Verás el mar en las cumbres/ Verás esfumados ríos/ Verás amores en fuga/”.

Su poesía sale de los libros y fluye como el agua en el desierto. El desierto que nombra es él mismo con todos sus colores. Su voz que resuena más allá de los acantilados. Y reaparece como una nube que lo deletrea a él mismo, como en el verso de Octavio Paz.

“Esos poemas son íntimos y los he escrito en estos últimos ocho años. Están dentro de mí”, dice.

Epílogo

Cuando le cuento que sus poemas se leen entre los jóvenes de Cartagena y Colombia, y que su obra poética ha tocado el corazón de sus lectores, sonríe. Se despide apretando las manos y dando gracias.

Raúl Zurita ha trascendido y revolucionado las formas de expresar la poesía, escribiéndola en la piel de los árboles, en la piel de las nubes y en la piel del desierto. Es una inocencia en carne viva. Lea además: Hay Festival Cartagena: “Los libros nos salvan en tiempos difíciles”

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS