Facetas


Roman Polanski: Una pesadilla de película

GUSTAVO TATIS GUERRA

04 de octubre de 2009 12:01 AM

No necesita mirar atrás para quedar petrificado por el precio terrible y muchas veces fatídico de las propias tentaciones. La sombra de sus pisadas alumbran y oscurecen al ser y al cineasta. No hay huella que no tenga consecuencia en el cuerpo y en el alma. Con todos los fragmentos de sus pesadillas podría hacer una formidable película de perdedores en un instante en que ninguno de los dos quiere recordar. Ni ella ni su familia. Su detención en Suiza por una demanda de hace treinta y dos años revive la pesadilla aunque la protagonista, la antigua niña de trece años que ahora es una dama de cuarenta y cinco, madre de tres hijos, ha insistido en que se retire la demanda contra Polanski. El sábado en que lo detuvieron en Suiza, camino al festival de Zurich, pudiera ser el comienzo el argumento para la película del gran realizador de cerca de cuarenta filmes inolvidables, entre los que se cuentan: “El cuchillo en el agua” (1962), “El baile de los vampiros” (1967), “El bebé de Rosemary” (1968), “Chinatown” (1974), “El inquilino”, 1976), “El pianista” (2002), entre otros. Como una imagen en penumbra o en sepia aparecerá la niña en una escena que en nada tendrá que recordar a la heroína fatal de Vladimir Nabokov. La niña Samantha Geimer en aquel marzo de 1977 le preguntó ingenuamente a su madre si le daba permiso para hacerse fotografiar para una revista de modas en la residencia de Jack Nicholson en Hollywood. Le dieron permiso y en las sesiones fotográficas, cuenta ella, fue emborrachada con champaña y drogas, y fotografiada desnuda saliendo de la bañera. El cazador de amores siempre es cazado por sí mismo. El hombre otoñal que es Polanski a sus 76 años, volvió a ser figura de todos los medios no tanto por ser el gran director de cine que es, sino por haber mantenido relaciones sexuales con una menor de edad. Recordé una imagen de Polanski en Cartagena en los años setenta, acompañado de Víctor Nieto en el Festival de Cine de Cartagena, bebiendo una Kola Román. Están los dos juntos en un café. Ese encuentro era uno de los orgullos personales de Víctor Nieto. Sus películas llenas de humor negro, absurdo y ternura, crueldad e inocencia, conmueven a los espectadores del mundo. La demanda judicial en contra de Polanski fue presentada por los padres de la niña en aquel entonces. Polanski siempre se declaró inocente pero ante los fiscales reconoció ser culpable de “relaciones sexuales ilegales” en 1977 al ser detenido en Los Ángeles y pasó un mes y medio en prisión. Cuando le dieron libertad condicional tomó el avión hacia Europa y no volvió al saber que el juez consideraba la posibilidad de condenarlo a 50 años de cárcel. Desde entonces, la pesadilla lo ha rondado siempre pese a que la víctima pidió que retiraran todos los cargos contra Polanski en enero de este año, como quien intenta borrar una pesadilla de hace 32 años. Los fiscales norteamericanos han sido implacables. No le perdonan lo que pasó pero tampoco su huida de la justicia. La víctima insiste en que recordar lo que ella llama “una broma cruel”, lastima a su esposo y a sus hijos. Hoy su público, al igual que los organizadores del festival de cine de Zurich, le esperan para entregarle el premio a toda su trayectoria fílmica, por ser “uno de los cineastas más extraordinarios de nuestra época”. El sector cultural y diplomático de Francia está aterrado con esta detención. Roman Polanski (1933), de origen polaco, de padres judíos, tuvo una infancia tormentosa en el ghetto de Cracovia: sus padres fueron deportados a Auschwitz, y de allí no regresó su madre. Sobrevivió en los bosques y fue recogido por campesinos, han recordado las agencias de noticias internacionales. En 1976 recibió la nacionalidad francesa. La tragedia continuó en su vida: En 1969, su esposa, la actriz Sharon Tate, que estaba embarazada, fue asesinada por el asesino en serie Charles Manson. “Si se escuchan las protestas de los franceses, los polacos y otros europeos se podría pensar que el cineasta fue arrestado por algún régimen autoritario”, considera el New York Times en su editorial. Hay una petición mundial firmada por más de un centenar de cineastas y artistas, entre ellos Woody Allen, Martin Scorsese o David Lynch, que reclaman la libertad de Polanski. Mientras se desarrolla y culmina la pesadilla, el director vive estos días en prisión en una celda pequeña, con una mesa, una cama, un ropero mural, un lavabo, retrete y televisión, dice la AP. “Desayuna café, pan, manteca y mermelada”. El encierro lo lleva a recordar otros absurdos: el de sus padres prisioneros y perseguidos, el de los asesinos de su esposa, el de él mismo prisionero de una historia de la que no quisiera ser protagonista. “Para muchas personas, yo soy una especie de gnomo y de libertino, pero mis amigos y las mujeres de mi vida conocen la verdad”, confiesa en su autobiografía “Roman”, publicada en 1984. Roman Polanski no duerme tranquilo.

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