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“Sean felices, el Champion les dice”, el adiós de Orlando Martínez

La vida de Orlando Martínez Herrera, ‘El Docto’ o ‘El Internacional’, el profesor que entregó su vida al deporte en Cartagena.

El apodo de ‘Champion’ tiene su origen en un viaje en el que Orlando Martínez Herrera llevó por primera vez a un equipo de béisbol juvenil cartagenero, a Miami, Estados Unidos, en agosto de 1968. Aunque no fueron ganadores, a los jugadores se les quedó grabada esa palabra en inglés y así decidieron llamar jocosamente desde entonces a este hombre, que formaría por casi cuatro décadas a varias generaciones de destacados cartageneros en el colegio Liceo de Bolívar.

Campo Elías Terán Dix, entre otros personajes de la ciudad, pasaron por las clases de este docente, que en su niñez residió por mucho tiempo en el barrio El Prado de Cartagena pero que, por cosas de la vida, terminó de criarse en las calles del Centro Histórico.

“Lo que él me contó alguna vez fue que una prima lo llevó a visitar a una tía, en el Centro, y él se quedó dormido. La prima se fue y lo dejó y desde entonces se quedó viviendo ahí. Su tía decidió criarlo, se hizo cargo de él y lo ayudó en la primaria porque estaba atrasado. Ella lo metió a estudiar en el Liceo de Bolívar. Estudió con mucho sacrificio”, relata su esposa, Blanca Polo Maestre.

Ella nos ha recibido en la sala de su casa, en el Pie de La Popa, con una mesa repleta de fotografías de Orlando Martínez en sus periplos por el mundo del deporte, entre ellas aquella imagen a blanco y negro junto a los beisbolistas colombianos en Miami.

“Una vez terminó el colegio –explica Blanca– Orlando se fue a Bogotá a estudiar. Quería entrar en Medicina pero ya el cupo estaba lleno y consiguió una beca para la Universidad Nacional de Educación Física y fue eso lo que terminó. No tenía ni para el pasaje a Bogotá pero consiguió un chance para irse con un señor en un camión, luego se regresó en avión, ese cuento siempre lo echaba”.

“Estando en Bogotá pasó mucho, mucho trabajo, para terminar la carrera, en la beca le daban una platica pero no le alcanzaba para vivir allá. Recibió ayuda de sus compañeros del Liceo de Bolívar que se habían ido a estudiar allá. Me contó que se iba al aeropuerto porque allá podía tomar tinto gratis y estudiar tranquilo”, precisa.

Su amigo Delson López recuerda que, incluso, Orlando “no recibía dinero de acá, de Cartagena, al contrario, de la beca de él, mandaba para la casa, porque quería mucho a sus cinco hermanos. En ese sentido él era muy sacrificado”. Y detalla: “Éramos bastantes, casi todos los que terminamos en el Liceo de Bolívar nos fuimos a estudiar a Bogotá y entre todos lo ayudábamos. Somos de la promoción de 1958”.

En la sala de su casa, entre las fotos, hay varias instantáneas de sus viajes, a los Juegos Olímpicos de México 1968 y a escenarios del mundo y de Colombia, acompañando a deportistas cartageneros. También hay una imagen donde recibe de manos del entonces gobernador, Donaldo Badel Buelvas, su cargo como director de educación física en Bolívar, era 1967. Ya para entonces era un consagrado docente y precursor deportivo de Cartagena.

Su sueño en Cartagena

Para cuando comenzó a ser llamado Champion, Orlando tenía otro apodo, con el que lo bautizaron en su época universitaria. “‘El Docto’ se lo pusimos nosotros. Orlando era una persona inquieta. Cuando vivíamos en Bogotá, en una época tuvo un primo que trabajaba en un hospital y él lo visitaba mucho. Llegó un momento en que iba mucho al hospital y los pacientes ya le decían doctor a Orlando, de ahí nació el apodo de ‘el Docto’”, recuerda su otro amigo del Liceo y tocayo Orlando Vásquez Cantillo, ‘el Cachi’. Ese apodo se popularizó tanto entre sus conocidos que, incluso, alguna vez, en una de las pensiones donde vivió, ‘el Docto’ se atrevió a recetar a una muchacha que llegó a pedirle una consulta porque presentaba síntomas de fiebre y dolor de cabeza, y pensaba que en realidad él era un médico.

“Una vez terminó la universidad –continúa Blanca–, volvió a Cartagena a buscar trabajo y lo encontró en el mismo Liceo de Bolívar, donde había estudiado el bachillerato. Haber conseguido ese trabajo fue todo un sueño cumplido para él, porque estudió con mucho esfuerzo y las directivas del colegio eran muy estrictas. Empezó en febrero de 1962”.

Blanca sigue mostrándonos otras fotografías de Orlando, como una donde aparece en Cali, asistiendo al Campeonato Profesional de Atletismo de 1965; de un campeonato de Voleibol Playa, en Cartagena, en 1968; de presentaciones de bandas de paz y otras tantas imágenes de sus viajes en pro del deporte.

“Él trabajó en otros cuatro colegios, como el Eucarístico, Departamental, Politécnico y Nuestra Señora de La Candelaria. Le gustaba tanto viajar con el deporte, acompañando a las delegaciones de Bolívar, de Colombia, que, por eso, sus amigos le decían también ‘El Internacional’”, destaca.

“Indudablemente, apenas vino de Bogotá a Cartagena, comenzó a trabajar por el departamento y mejoró notablemente la economía de él y de su casa, era muy dado a ayudar a sus hermanos. Tenía muy buenas relaciones, hizo una vida social muy buena y fue muy apreciado (...) Conseguía encargarse de la organización de los juegos intercolegiados y de todos los eventos de gran significación deportiva en Cartagena, que eran patrocinados por el municipio o por el departamento. Era un tipo bastante eficiente, le fue muy bien como profesional”, describe Delson.

En la ciudad al ‘Champion’, ‘El Docto’ o ‘El Internacional’ lo distinguían porque “entregaba su vida al deporte”, además de ser profesor, de impulsar el atletismo, el voleibol y las bandas de paz, fue director de Coldeportes en Bolívar. Por toda su labor en el deporte recibió varias placas conmemorativas y distinciones, la última de ellas fue el Premio Ider A toda una vida, reconocimiento que le hicieron en el año 2018.

Junto a toda esa labor, quienes lo conocieron recuerdan con afecto su ser amable y su sentido del humor, “su manera de ser jovial, era una persona muy simpática, no recuerdo a nadie que haya hablado mal de él, todo el mundo le tenía un aprecio especial. Todo el mundo lo conocía en el deporte en Cartagena”, señala otro de sus amigos.

“(...) Era el decano de los profesores de Educación Física porque fue uno de los primeros licenciados que llegaron a Cartagena en 1962. Trabajó en muchos colegios, (...) promovió el voleibol y formó el primer Comité Intercolegial de Voleibol para la masificación de este deporte. Fue miembro de la Liga de Voleibol de Bolívar por varios años. Todos aquellos que fuimos sus alumnos estamos agradecidos por sus enseñanzas (...)”, escribió Norton Madrid.

Epílogo

Orlando Martínez Herrera falleció el pasado 9 de agosto, a sus 83 años y por causas naturales. Dejó tres hijas y un inmenso legado entre todos aquellos que lograron conocer sobre él. Dejó también el recuerdo de aquel saludo habitual que usaba siempre para despedirse: “Sean felices, El Champion les dice”.

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