Facetas


Sonwil, especialista en el vacile

CINDY BARRIOS MIRANDA

13 de septiembre de 2015 12:00 AM

Cuando Wilson Muñoz era un ‘pelao’, la música era todo lo que le interesaba.

Las parrandas épicas de sus tíos en el barrio San Fernando presagiaban su destino como disc jockey de champeta. Pero a los 15 años, el futuro del Sonwil (nombre artístico del animador) era incierto.

Él no sabía si iba a ser cantante o vendedor de LPs, pero algo había en la música y en los bailes de picós que le llamaba la atención.

“Cuando joven el furor era la champeta criolla, así que me incliné pa’ ese lado. No como dj o cantante, sino haciendo efectos”, dice Sonwil, artífice del RS.

Era el ‘samplista’ (persona que toca el sampler, un aparato que permite reproducir y transformar, mediante efectos, un grabación) de un picó en el que no duró mucho, y al poco tiempo prefirió arriesgarse a cantar.

“Me decidí a cantar, pero en Cartagena no se me dieron las cosas. Un productor barranquillero me ayudó y con él hice una canción que se llamaba ‘La sorpresa’, que sonó mucho. Luego llegó la piratería e invadió la champeta, y los productores se retiraron porque no era rentable”.

El auge efímero del género en los años 90 había terminado por la falta de oportunidades en la industria, una circunstancia que marcó el retroceso de la expansión de la champeta. Sin embargo, en los extramuros de Cartagena, donde nació la champeta, el panorama era otro. Resguardado en la periferia, el ritmo tomó fuerza en los picós (poderosos equipos de amplificación) y se reinventó una vez más.

“En ese entonces había una discoteca que se llamaba El Encanto, era la única que ponía pura champeta. Era como un picó instalado en un local y se volvió un lugar muy popular para los seguidores y dueños de picós. Yo ponía la música, animaba, tocaba el piano, hacía de todo. Así conocí a los dueños de varios picós, y luego me invitaron a trabajar en el Rey de Rocha como samplista”, cuenta.

No duró mucho y volvió a la discoteca. Lo suyo no era tocar el sampler, algo que comprobó cuando El Príncipe le propuso ser su dj (animador y programador de música en los bailes de picó).

“Me llamaron de El Príncipe, pero esta vez como dj y animador. Con el tiempo me volví el disc jockey líder del picó”.

Su sobrenombre, que es su nombre al revés, sonaba con fuerza entre los seguidores de la champeta. Después de su paso por El Imperio llegó la consagración, un evento fortuito cambió su vida y revolucionó el panorama. 

“Me decidí a hacer un lanzamiento como dj oficial de champeta, y hasta el sol de hoy estoy en esto. Es el lugar donde me siento más cómodo. Ya había probado en varias facetas y es en esta en la que gusto más”, afirma.

Especialista en el vacile

El Sonwil sabe que para vacilarla hay que tener estilo, y eso es algo que a él le sobra.

Así fue que se ganó el reconocimiento del público, que lo seguía a través de los distintos picós, un fenómeno extraño en el género que segmenta a sus seguidores por las máquinas de sonido.  

“A pesar de trabajar para un picó, me ganaba a los seguidores a nombre propio y cuando me trasladaba de un picó al otro, ellos se iban conmigo”, explica.
Según el picó al que pertenezcan, los champetuos en Cartagena se identifican como reynaldistas, principistas o imperialistas. Pero cuando se creó el sonwilismo, las cosas cambiaron.

“Llegó un momento en el que quería hacer algo diferente, quería llegar con mi champeta a muchos sitios que con un picó era muy difícil. Sentí que debía cerrar ese ciclo y me retiré pensando en hacer algo, pero no sabía qué”, cuenta.

Su retiro generó una revolución en las redes sociales. Sus seguidores comenzaron a crear perfiles y páginas en Facebook para mandarle mensajes de apoyo.
“La gente me decía: ‘Si tu quieres tener un picó, nosotros te lo hacemos. Estamos contigo’. Entonces me sentí comprometido”.

RS

RS (Revolución Sonwilista) es el nombre del movimiento popular que surgió hace cuatro años.

La capacidad de llenar la Plaza de Toros, máximo escenario de la champeta en Cartagena, fue el impulso que necesitaba Wilson para lanzarse a un proyecto musical en solitario.
“Nosotros animamos y promocionamos champeta de una forma diferente. Todos los disc jockey lo hacen a través de un picó, pero nosotros lo hacemos a través de un display que permite movernos con facilidad. Ese formato es una innovación en el género”.

Sonwil sólo necesita una maleta para transportar el display. Sin necesidad de tener amplificador, o un gran equipo de sonido, su música y animación va a todos lados.

Es por eso que sus volúmenes (CD) no tienen fronteras, y llegan a los lugares menos pensados, una virtud que no todos poseen.  

“Es difícil llegar a un baile con 20 canciones que nunca han sonado en la radio, y poner a gozar y bailar a la gente. A diferencia de otros dj, que te ponen las canciones que están pegadas en la radio, un animador de champeta tiene el compromiso de conectarse con el público a través de canciones exclusivas. En el mundo de la champeta, sino tienes música exclusiva no eres nadie”, asegura.

Su éxito es indiscutible, prueba de ello son los cinco compilados que retumban en todos lados. Cinco volúmenes que pronostican que la temporada R6 va ser inolvidable.

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