Es un humanista entre números. Su devoción por la historia le ha permitido profundizar y clarificar en los grandes vacíos de cinco siglos de vida de Cartagena de Indias, desde el siglo XVI hasta el siglo XXI. Esa intensa y coherente visión global ha sido sustentada en los últimos Simposios sobre la Historia de Cartagena que ha promovido y en los que ha editado volúmenes imprescindibles en la bibliografía histórica sobre la ciudad en sus diversas facetas. Adolfo Meisel Roca no es sólo uno de los mejores economistas, intelectuales y columnistas de opinión del país, sino un investigador y un humanista consagrado en diversos frentes: como gerente del Banco de la República en Cartagena, editor y escritor y artífice de la memoria histórica y del quehacer cultural en la región. Su más reciente libro editado y compilado por él es “La economía y el capital humano de Cartagena de Indias”, publicado por el Banco de la República dentro de la colección de Economía Regional. Antes de entrar a la primera página de este libro necesario e imprescindible para conocer la realidad contemporánea de Cartagena en su pobreza, en su educación, salud pública y finanzas, me enseña el secreto de esta portada que es un mapa de la ciudad de Cartagena de Indias dibujado por Enrique Grau en 1948. El mapa está acompañado de dibujos alusivos a los escenarios. Es sorprendente ver al pescador lanzando su cordel en la Ciénaga de la Virgen. El mapa está resuelto en verde, rojo, amarillo y azul, colores que retratan la vegetación, las rutas, los escenarios, el mar y sus criaturas. Luego me enseña el mapa original con la firma de ese Enrique Grau Araújo de 28 años. “Este libro que me hemos editado es el resultado de varios años de indagación y de líneas trazadas en áreas específicas de la investigación realizadas por el equipo de investigación del Centro de Estudios Económicos Regionales, CEER, del Banco de la República”. Los estudios sobre la pobreza realizados desde los barrios de la ciudad, dice Meisel, son pioneros en el país. Este documento es escrito por Gerson Javier Pérez e Irene Salazar Mejía, quienes especifican por barrios el mapa espacial y social de la pobreza. Los dos “encuentran que en el barrio Paraíso II, en las faldas de la Popa, el índice de pobreza es del 78%, mientras que en los barrios de Bocagrande y Castillogrande es del 1%. ¿Qué explica las enormes desigualdades en las condiciones de vida material que predominan en los diferentes barrios de Cartagena?”. Meisel precisa que la investigación de Julio Romero sobre Discriminación laboral o capital humano determina que “los cartageneros que se autorreconocen como afrodescendientes tienen en promedio un ingreso por hora laborada 32% por debajo del que reciben los demás habitantes de la ciudad”. Propone Meisel en su prólogo del libro que Cartagena tiene que consolidar su infraestructura cultural si quiere ser un destino turístico. Se refiere a sus museos, teatros y programación de espectáculos a lo largo del año. “También es necesario que se consolide como destino del turismo de congresos, pues estos grupos tienen un buen poder de compra, aunque para lograrlo resulta prioritario mejorar el Centro de Convenciones Julio César Turbay Ayala, que después de varias décadas de uso no ha tenido inversiones significativas para renovarlo. Así mismo, es hora de que la ciudad construya un recinto de ferias con estándares internacionales”, critica que nada de lo anterior seráposible si la ciudad no transforma “su situación de rezago en materia educativa que tiene su población”. Junto al ser riguroso que lee estadísticas, documentos de la historia y emprende estudios puntuales sobre la economía y la historia de Cartagena, está el amante de las artes. Lo rodean las pinturas de cercas y horizontes de Cristo Hoyos, un desnudo sugerente frente a un balcón de Alfredo Guerrero, los aposentos de las casas coloniales de Tere Perdomo, los patios y plazas de beisbolistas callejeros de Alfredo Piñeres, las fotografías de muros envejecidos de Antonio Castañeda, un viejo retrato pintado por Cecilia Porras, muchos mapas de la ciudad, entre otros. No sé en qué momento saca tiempo para leer novelas. Me habla de su fascinación por una breve novela del checo Bohumil Hrabal, “Trenes rigurosamente vigilados”, le sugiero “Viajes al Scripturium”, de Paul Auster, que inmediatamente apunta para leer. Le digo que sus ensayos sobre la economía del Caribe colombiano, su historia del Banco de la República en Cartagena, sus ensayos sobre el censo de 1777 en la que demostró que Cartagena sigue siendo una ciudad de mujeres, y su investigación sobre el Sitio de Morillo, me revelan a un investigador minucioso, extraordinario en su rigor y le pregunto si tanta información documental vista desde los hechos invisibles y ocultos que a veces no alcanzan los documentos, le permitirá algún día narrarnos desde otra perspectiva la historia o la ficción. Él me dice que no pero ha aprendido mucho del valor de la síntesis y de la actualidad como columnista de opinión en El Universal y en El Espectador. Meisel no tiene ínfulas de nada pero es sin duda, uno de los mejores historiadores contemporáneos con que cuenta el país.
Facetas
Un humanista entre números
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