Cada vez que veo el inmenso espectáculo de los libros y de los festivales donde la palabra es la protagonista, me sobrecoge el sentimiento de Umberto Eco, de que el mundo está lleno de libros sin leer, tesoros en la penumbra, libros que aguardan la mano palpitante del lector.
Ahora estoy atrapado en la lectura de las novelas de Annie Ernaux (Lillebonne, 1940), Premio Nobel de Literatura 2022, que me ha seducido al leer sus novelas inquietantes ‘La vergüenza’, ‘Pura pasión’ y ‘El acontecimiento’. Las tres novelas las devoré en poco tiempo, y ahora seguiré con ‘El lugar’. Leo con voracidad y la sed apremiante de un náufrago en los intersticios de las noches y las madrugadas. Lea aquí: ¿Quién es Annie Ernaux, la nueva Premio Nobel de Literatura?
Es una pasión y un inmenso placer leer, y una inaplazable alegría leer a Annie Ernaux. Me encanta de Ernaux esa sutil filigrana en la que convergen autobiografía, historia personal y colectiva, la intimidad en sus matices más profundos de la condición humana, la clara y abisal capacidad para sumergirse dentro de ella, viéndose a sí misma y a los demás, y contando historias que son a la vez la historia de una aldea o una nación, y la historia del ser humano en general.
Los críticos coinciden en que Ernaux ha buceado en su vida personal para decantar la materia prima de sus libros. A fin de cuentas, todo novelista se saquea a sí mismo, consciente o inconscientemente, saqueando el diamante o la amatista de sus recuerdos, pero también las piedras oscuras de la experiencia humana, sin concesiones a nada ni a nadie. Lea también: Conozca a los ganadores del Premio Gabo 2022
Sus novelas han merecido el Premio Renaudot 1984, el Premio Marguerite Duras 2008, el Premio Strega Europeo 2016, el Premio Marguerite Yourcenar 2017 por la obra reunida, y el Premio Formentor 2019 que justificó esta elección precisando que “Ernaux desvela sin pudor la condición femenina, comparte con el lector la intimidad de la vergüenza y refleja con un estilo despojado la desordenada fragmentación de la vivencia contemporánea”. El Premio Nobel de Literatura 2022 a esta formidable narradora francesa, es un reconocimiento a una vida consagrada al arte de contar historias.


Albert Camus en ‘El Extranjero’.
La manera diáfana con que inicia su novela La vergüenza, me recordó la franca y estremecedora sencillez de Albert Camus en ‘El Extranjero’:
“Mi padre intentó matar a mi madre un domingo de junio. Fue a primera hora de la tarde. Yo había ido como de costumbre a misa de doce menos cuarto y después a comprar unos dulces a la pastelería del centro comercial de la ciudad, un conjunto de edificios provisionales construidos después de la guerra”.
A medida que avanza el relato, Ernaux nos lleva al reino de los detalles ambientales, emocionales, paisajísticos, en la tensión conyugal de sus padres: “Aquello ocurrió el 15 de junio de 1952, la primera fecha concreta de mi infancia. Hasta entonces, el tiempo solo había consistido en un deslizarse de días y fechas escritas en la pizarra y en los cuadernos”.
Ernaux va y viene a esa escena dramática para reconstruir momentos de su vida y la de su ciudad y su familia: “Ahora, después de haber conseguido describir esta escena, tengo la impresión de que se trata de un suceso banal, mucho más frecuente en las familias de lo que entonces me hubiera podido imaginar. Quizá la escritura convierta en normal cualquier suceso, incluso el más dramático. Pero como para mí esta escena siempre ha sido una imagen sin palabras ni frases, aparte de las que les he dicho a mis amantes sobre ella, las palabras que he empleado para describrirla me parecen extrañas, casi incongruentes. Se ha convertido en una escena para los demás”. Le puede interesar: Los eventos culturales más importantes del 2022 en Cartagena y el mundo
La narradora contrasta la escena dramática con momentos de afecto entre sus padres como si todo hubiera sido una pesadilla, y la regresaran a la vida que llevaba antes de esa escena terrible. La escena no se repitió en casa, y el padre murió quince años después de aquello, un domingo de junio.
La escritura logra que la escena traumática paralizada en su interior logre moverse de su sitio en una catarsis liberadora. Y al escribir sobre la escena que le produjo durante su infancia y juventud una abrumadora vergüenza, ha desnudado como una etnóloga de sí misma, las leyes y los ritos, las creencias y los valores que regían aquella sociedad, la familia, la escuela, la ciudad que habitaba. Para Ernaux la vergüenza de aquel día se convirtió en una forma de vida y sentía que la llevaba dentro de su propio cuerpo.
Más que una novela, un diario íntimo, una ventana al corazón, a las miserias del amor y la pasión, a las locuras que hacemos por esas miserias.
— Pablo Portals (@PabloPortals) January 27, 2023
No sé cuánto hay de ficción en este texto tan corto de Annie Ernaux, pero dolor hay mucho más del que pensaba...
11/10 JOYA IMPERDIBLE. pic.twitter.com/95ymsq7gVY
“La vergüenza no es más que repetición y acumulación”, concluyó al escribir la novela. Y al nutrirse de un recuerdo como forma de experiencia, descubrió que al ser evocado pasó por diversos filtros del tiempo, las emociones, los sentimientos, la sociedad, la política, los prejuicios y los miedos. Hasta convertirse en la novela celebrada de tan solo 126 páginas, publicada por TusQUETS Editores.
Comparto la visión de L´Observateur al señalar que Annie Ernaux “es el nombre de un rompecabezas cuyas piezas se ensamblan, libro a libro, para formar una de las mayores obras de nuestra época”.
Al mirar la foto de la niña que era ella en 1952 encuentra que no hay nada en común con la mujer que escribe la novela, salvo “la escena del domingo de junio que llevo grabada en la cabeza y que me ha hecho escribir este libro, porque esa escena nunca me ha abandonado. Es lo único que hace que esa niña y yo seamos la misma, ya que el orgasmo donde más siento mi identidad y la permanencia de mi ser solo lo conocí dos años después”. Así culmina esta magistral novela que aguardará a nuevos lectores.