Revista nueva


Adriana Arboleda: con lo mejor de dos mundos

NATALIA ECHEVERRI VARGAS

15 de octubre de 2011 12:01 AM

La belleza de Adriana Arboleda es una verdad integral e irrefutable. Tal vez porque siempre se ha preocupado por su espiritualidad (por eso practica yoga y meditación), tal vez porque nunca se creyó el cuento de supermodelo o tal vez porque sabe que el mejor tip de belleza es levantarse todos los días recordando las razones que tiene para sentirse feliz, en vez de considerar lo que quisiera y no tiene.
Su felicidad es tan evidente, que hecha palabras y sonrisas logra contagiar a su interlocutor, dándole un lugar para charlar, para reír, con una esencia tan cristalina que fluye sobrepasando los límites temáticos de la moda y el glamur.

MODA Y COMPROMISO SOCIAL
Después de casi 20 años en el medio del modelaje, esta caleña sabía las expectativas que se crearían alrededor de Pink Filosophy, una marca que de la mano de su amiga y socia, la diseñadora Johanna Ortiz, se mostró al mundo en  Colombiamoda 2010, momento en el que esta empresa, que nació de las ganas de ayudar a personas desempleadas o desplazadas en el Valle del Cauca, llevaba seis meses de conceptualización y montaje.
“Ayudando a la fundación Paz y bien, dirigida por  la madre Alba Stella Barreto, nos dimos cuenta de la problemática de desempleo tan grande que hay en madres cabeza de familia, y decidimos hacer algo. Después de pasar por un proceso muy grande terminamos en Pink. Creamos los famitalleres en Agua Blanca y Ladera (Cali), espacios que se abren en las casas de las mujeres para que no dejen solos a sus hijos. Así apoyamos nuestra producción en ellos y a medida que las madres se profesionalizan, son más las prendas que construyen”, cuenta Adriana, quien sueña con  que Pink crezca tanto que pueda basar su producción solo en famitalleres.
Es interesante en Adriana esa combinación de amabilidad, dulzura y tranquilidad, cualidades auténticas, que por su propia descripción de Johanna, fluyen y se acoplan con el “magnetismos especial” que ve en su socia. Sin duda son mujeres muy especiales, pues su relación con el grupo de emberas que les hacen los accesorios comenzó con un pacto de confianza extinto en estos tiempos.
“A los embera nos los topamos en la calle vendiendo cositas y les preguntamos si se le medían a trabajar con nosotras, les contamos de qué se trataba el proyecto y confiamos ciegamente en ellos, ya que sin saber ni dónde vivían, les dimos el material y acordamos un día de entrega. Y valió la pena, porque nos respondieron muy bien; todo lo hacen perfecto, son muy cumplidos y ha sido una maravilla ver cómo trabajan en familia, desde el abuelito hasta el sobrino, con una unión y respeto que los hacen increíbles”.

PINK FILOSOFY, UN ESTILO DE VIDA
Conscientes de que esta línea debería tener influencia de las dos, pero sin que se sesgaran los gustos de cada una,  pasaron varios meses estudiando el mercado, definiendo las características de la mujer a la que querían llegar.  “Le gusta sentirse cómoda, porque no hay elegancia sin comodidad, le gusta verse linda pero sin necesidad de exhibirse, elegante pero no recargada…;”. Y lo lograron, porque ahora, que distribuyen su ropa en varias ciudades de Colombia, ignoradas por otras casas de diseño, saben que no se equivocaron con el público al cual querían dirigirse.
“Parte de la labor de los diseñadores es cambiar los estereotipos, enseñarle a la mujer que se puede ver bonita sin estar necesariamente apretada o mostrando. Esa ha sido nuestra labor y nuestra filosofía y cada día las mujeres se están sensibilizando más, porque ya tienen las herramientas para hacerlo”.
Así mismo, las creadoras de Pink Filosofy decidieron que sus prendas, a pesar de ser asequibles a todo el público, debían manejar un valor especial por la calidad y la propuesta. “Porque más que una prenda P. F., es una forma de ver la vida, que de a poquitos se va construyendo, está creciendo a medida que da sus pasos y construye su ADN.
Ahora evaluamos abrir mercado en Panamá, pues nos sentimos más fortalecidas para exportar. Ya vendemos en Ecuador y Venezuela, estamos abriendo en Chile y hay una persona interesada en distribuir nuestra marca en Europa”.

VIDA APACIBLE EN CALI
Hasta hace dos años Adriana vivió en Bogotá, por lo que en este momento se está reencontrando con sus raíces y con una ciudad que la tiene asombrada por la diversidad cultural, la hospitalidad de la gente y porque le da tiempo para la familia y los amigos.
“Yo pienso que ya me quedo en Cali; es mi ciudad, aquí vivo, trabajo y es donde tengo a mi amor y mi vida. Bogotá seguirá siendo mi segundo hogar, el lugar donde están mis papás, varios amigos y un camino recorrido, pero no hablo de Bogotá con ningún tipo de nostalgia, porque en este momento de mi vida tengo lo mejor de dos mundos”.
Es por eso que hace pocas semanas P.F. abrió su primera tienda en Ciudad Jardín, un lugar en el que se unen el taller de confección, las oficinas y la boutique.
Desde allí están preparando su pasarela en Cali Exposhow, evento en el que esperan seguir consolidándose como marca. “La pasarela será muy bonita, se van a ver muchos plisados, una mezcla de color interesante -negro, gris y azul eléctrico-, mientras el nude sigue porque es Primavera Verano 2012.
También bordados con piedras, herrajes, zapatos de charol, plataformas muy altas que siguen en furor, maxifaldas, vestidos largos y siluetas anchas”.

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