Por sus manos han pasado rostros y cabelleras de famosas cantantes y modelos. Rocío Durcal, Celia Cruz, Thalía y Natalia Paris son algunas de las celebridades que han confiado su imagen a Camilo Herrera, un paisa obsesivo por buscar la originalidad en una profesión que exige el máximo en el mundo de la farándula.
En su adolescencia, a Camilo no le pasó por la cabeza que sería uno de los profesionales de la estética más reconocidos en Colombia. De hecho, a los 14 años lo que ocupaba sus días era la Mecánica Industrial, pues como él mismo dice: “Era la línea a seguir en el colegio”.
Fue en Bogotá donde descubrió su talento para el mundo de la estética al trabajar como extra en novelas del Canal A. Allí aprovechaba sus ratos libres ayudando a la maquilladora del set. Desde ese momento su formación ha estado marcada por su propio potencial y pasión por el arte, factores que le han permitido crear uno de los centros de estética más importantes de Medellín, lugar visitado por las más bellas, entre ellas Natalia Paris, Isabel Cristina Estrada, Tatiana de los Ríos, Claudia Perlwitz, Mara Roldán y Sara Corrales, de quien dice es su gran amiga.
Entre divas
No es secreto que maquillaje y peinado son dos temas de profunda seriedad para las celebridades, sobre todo si de mujeres se trata. Por ello, la mejor carta de presentación de un estilista, es la lista de clientas que figuran en su hoja de vida.
Esto lo sabe de sobra Camilo, quien todavía se emociona al recordar el personaje que más se enorgullece de haber maquillado. “Sin dudarlo, Rocío Durcal. La abrazaba y la sentía como mi madre; fue lo máximo. Siempre he amado su música y además era una mujer extraordinaria”, asegura.
De Celia Cruz recuerda su alegría y la autorización que le dio para aplicarle todo el color que pudiera en el maquillaje. “No tengo claro exactamente hace cuánto fue, pero es uno de los mejores recuerdos que tengo: me pedía mucho color, porque por su tez se le atenuaba con mucha facilidad”.
Lo que viene
El secreto de su éxito está basado en dos pilares: “No pensar que soy el mejor y buscar la originalidad todo el tiempo”. Así, poco a poco, pretende conseguir uno de sus principales propósitos: cambiar el concepto sobre los estilistas en Colombia. “Nos consideran como unos profesionales superficiales y eso no es verdad”.
En su proyección a mediano plazo, se ve en la ciudad donde estableció su base, Medellín, con un negocio más grande y estructurado. “No creo que me vaya del país antes de 20 años; no me interesa, estoy feliz de hacer lo que hago donde lo hago”.
Hacer sentir diferente a la gente, que al salir de su centro de estética las personas se vean mejor y más seguras de sí mismas, es la retribución que recibe Camilo por su trabajo, pues, como él concluye, “yo no tengo un negocio, tengo un don para servir”.
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