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De regreso al trabajo…; ¡Mamá sin culpas!

¿Qué somos las personas, sino una mezcla única de ingredientes tan diversos como la formación familiar y las experiencias compartidas con los amigos? Si nos ponemos a pensar, cualquier suceso -por más pequeño que sea- puede afectarnos de manera especial, y sin que esto signifique algo negativo necesariamente, ser consciente de ello nos ayuda a evitar quererlo controlar todo cuando se trata de nuestros hijos.
En ese orden de ideas, no es fácil alternar los roles femeninos en una fórmula mágica que les funcione a todas y menos con lo competitivo que se ha vuelto el mundo. Pero precisamente gracias a los cambios sociales y al creciente empoderamiento femenino, son muchas las empresas que han flexibilizado sus políticas laborales, evitando el aumento de la deserción femenina; un hecho muy común en madres que tras un par de meses después de reincorporarse al trabajo, deciden volver al hogar.
Sin embargo, más allá de que este sea el caso –o no- de su lugar de trabajo, el primer paso es alejar de su perspectiva historias, opiniones y percepciones que le hayan podido endosar amigos y parientes. Porque independientemente de lo que consideren ellos, lo importante es lo que usted crea mejor para su futuro, el de su hijo y su familia.
Sabemos que es difícil. Lo primero que sufren muchas madres cuando se acerca el momento de abandonar esa burbuja que supone la licencia de maternidad, es una creciente preocupación por varios temas: la lactancia, el bienestar del bebé, el sentimiento de “abandono”, quién es la persona ideal para reemplazarla... ¡Eso es imposible de esquivar, así que lo mejor es solucionarlo pronto!
Aun así, no es menos cierto que para tantas otras mujeres, regresar a su trabajo es una idea muy tentadora.  Llevan meses disfrutando por fin de su hijo, sortearon las dificultades iniciales, y aunque están “muertas de amor” –como las demás-, en su interior sienten que encargarse de  biberones y pañales de manera exclusiva les hace descuidar otra parte fundamental para ellas.
Por eso, lo primordial es empezar a ver las cosas de una forma realista y sincera, pues hay varias razones, consideradas de peso, que valdría la pena replantear. Una de ellas es esa radical creencia que mide la valía de la mujer de acuerdo con su presencia en el hogar, porque a pesar de lo obsoleta que resulta en nuestro mundo (donde los gastos de un hogar reclaman la presencia laboral de los dos padres), influye todavía en los temores de muchas mujeres que están próximas a regresar a su trabajo.
Incluso así, hemos podido demostrar que no nacimos solo para criar a nuestros hijos, que podemos ser seres completos al frente de un hogar o llegando a una meta laboral y que somos, en muchos aspectos de la vida, mucho más fuertes que los hombres. Pero también ellos han demostrado que pueden ser igual de diligentes, sensibles y responsables en la crianza de los hijos y en la forma de compartir las labores domésticas y que hoy se involucran más, hechos que muestran que toda creencia puede ser relativa.
Mamá solo hay una, cierto; es imprescindible amamantar exclusivamente por lo menos los seis primeros meses, cierto; del cariño y cuidados que le dé a  su hijo dependerá su futuro desarrollo emocional y social, cierto. Pero no es menos cierto que las mujeres hemos sabido ganar otros escenarios, y el reto real ahora consiste en saberlos alternar con ese privilegio dado por la naturaleza: el de dar vida.
ANTE TODO, CLARIDAD
La posibilidad de elegir ha logrado, entre muchas otras cosas, que hoy día las mujeres tengamos opiniones tan diversas sobre la maternidad, como formas para abordarla. Lo que pasa, sobre todo si somos primerizas, es que tendemos a desarrollar sentimientos de culpa con mucha facilidad, más aún si nuestra pareja y demás familiares  ven con temor ese  regreso al trabajo.
Sin embargo, si esa culpabilidad es recurrente y viene de la mano con otros sentimientos (indiferentes a los juicios sociales), valdría la pena que analizara a profundidad lo que considera más importante para usted. De todas maneras, no pierda de vista que esta transición es difícil por naturaleza, pues pasar de un estado tan emocional e intuitivo a otro tan racional, siempre generará muchas dudas.
Por eso, si su interior la alienta a renunciar y quedarse en casa, y luego de hablarlo con su pareja están de acuerdo en que económicamente no los afectará…; ¡adelante! Las decisiones no son para toda la vida y seguramente en un tiempo estará lista para regresar al ruedo.
Pero si este no es su caso, sea porque la situación no lo permite o porque en serio lo de quedarse en casa todo el día no es para usted, sepa que hay muchas formas de reintegrarse tranquila y exitosamente. Claro que primero debe quitarse de la cabeza ideas infundadas, como que al irse perderá ciertos derechos o el afecto de su bebé o que él solo está bien en su compañía.
¿QUIÉN LO CUIDARÁ? PUNTO CRUCIAL
Por favor, no disponga de las últimas semanas para solucionar esta cuestión tan importante.  Básicamente, encontrar a la persona indicada para que esté con su hijo mientras usted trabaja, será el factor determinante del éxito en su reintegro laboral. Una madre que no puede estar segura del bienestar de su hijo, difícilmente podrá concentrarse en sus labores.
La primera opción por agotar es buscar la ayuda de un familiar. Generalmente los abuelos están encantados de quedarse a cargo de sus nietos, y en caso de que vivan en la misma ciudad, esta generalmente es la opción más viable, por lo menos hasta que el bebé alcance el primer año de vida (cuando más madres se animan a llevar a sus hijos al jardín).
Si esta opción es inviable, amplíe la lista de familiares con quienes podría contar. El momento adecuado para considerarlo es más o menos un mes antes de regresar a la oficina,  porque así podrá explorar las opciones con más tranquilidad y preparar a la persona elegida. Si tiene alguna tía o prima dispuesta a ayudarla, lo primero será hablar sobre las rutinas del bebé, a qué hora lo baña, cómo son sus ciclos de sueño y comida, cada cuánto es necesario cambiarle el pañal, etc.
Una vez claros en ese tema, lo siguiente es convenir los horarios, la forma de pago y otros aspectos prácticos, pues aunque se trate de alguien  cercano, lo mejor es que pueda darle las garantías para que se sienta plenamente retribuido.
Con esos aspectos prácticos aclarados, el paso siguiente es darse un tiempo mínimo de adaptación. Y la mejor forma de estar segura de que hay el entendimiento necesario entre el bebé y la nueva persona a cargo, es estando presente para constatarlo. Así que tras unos días de entrenar y observar a esa persona, el siguiente paso es ausentarse primero por periodos cortos (por ejemplo, puede adelantar algún trámite que requiera de un par de horas), dándoles la oportunidad a los dos de irse adaptando el uno al otro.
Ahora,  si no cuenta con ninguna de las opciones anteriores, el reto se fortalece. Por eso, si usted sabe desde el principio que la ayuda de un familiar es una utopía, lo mejor será comenzar la búsqueda de alternativas mucho antes de un mes, pues lo más viable es que deba encontrar una nana o una guardería.
ENTRE LOS PROS Y LOS CONTRAS
No importa que el panorama parezca desalentador, usted no es la única en esta situación. Por eso cada vez es más común encontrar personas y entidades con excelente preparación para auxiliarla.
Junto con su pareja, establezcan definitivamente qué es lo que no están dispuestos a negociar como padres. Algunos preferirán, por ejemplo, que el bebé no salga de casa y sea cuidado por una persona  amiga o conocida. ¿Saben quién podría ser la persona indicada? ¿Podrían tal vez compartir la nana con su vecina? Las referencias son indispensables, así como preparar  la entrevista que le harán.
A veces no es tan recomendable tener a una empleada doméstica (interna o no) que se encargue a su vez de los cuidados del bebé. Antes esta figura era una opción muy frecuente, pero en la actualidad es mucho más tranquilizadora una persona que centre su preparación e intereses en la atención del bebé, no solo en lo físico sino en cuanto a estimulación temprana.
Y es aquí cuando las prioridades de otros padres hacen virar el rumbo y emprenden su búsqueda entre guarderías y otros lugares especializados. Los pros de ello, sin duda, serán siempre la atención por parte de profesionales garantizados, la rigurosidad en las normas de higiene, la cantidad de juguetes y materiales de estimulación, y los planes de emergencia.
Es clave que no caiga en la tentación de elegir la guardería porque es la más cercana a su casa o la que mayor horario extendido tiene. En ese lugar no solo deberán ser capaces de contestar a todas sus preguntas, sino de respaldar los hechos con infraestructura, personal y plan de acción.
Así que sea para solicitar la ayuda de una nana o de una institución, busque referencias entre amigos o información en la web. Y visite los lugares seleccionados cuantas veces sea necesario, hasta que se sienta segura con la elección.
DE NUEVO AL TRABAJO
Sobre todo cuando se trata de un bebé, la transición será importante para garantizar que está atendido como se debe y que así sea desde su trabajo, usted puede tener sus cuidados bajo control.
Cuando se trata de un lactante, sin duda alguna una de las situaciones más delicadas de manejar es la relacionada con la alimentación, pues con facilidad y frecuencia tan solo basta un par de acontecimientos para que se ceda a la tentación de usar leche de fórmula.
Así que asesórese muy bien con la enfermera que la visitará pocos días después del parto en todo lo relacionado con la extracción de la leche, el almacenamiento adecuado para evitar la pérdida de nutrientes y la contaminación,  y, por supuesto, la forma como deberá dársela al bebé. Si hace todo al pie de la letra, no tendrá nada que temer, pues mientras trabaja puede estar segura de que su hijo estará creciendo con todos los requerimientos y el cariño que necesita.
Regresar al trabajo, de nuevo a las responsabilidades y preocupaciones diarias,  puede resultar gratificante en la medida en que se vuelve a un entorno conocido y en el que se encuentran los retos diarios; a la vez, puede generar mucho angustia y temor, tanto por dejar al bebé como por verse obligada a enfrentar nuevamente situaciones de conflicto, de tensión y de desanimo, si su labor no es la más agradable.
Para esto también hay que prepararse. Después de una larga ausencia las cosas pueden haber cambiado y será necesario retomar el ritmo. Por ejemplo, enterarse de los últimos acontecimientos,  enfrentarse al hecho de que las otras personas están en plena actividad y encontrarse con nuevas decisiones y quizá personas diferentes.   Todo esto puede abrumarla, pero tómelo con calma, organice su tiempo, haga un listado de tareas e  infórmese de los últimos acontecimientos antes de emprender las actividades. Reúnase con su jefe lo más pronto posible y hagan acuerdos de trabajo.
Por último, emprenda con calma el nuevo ritmo, recuerde que tiene su hora de lactancia y debe respetarla y hacer la respetar para bien suyo y de su bebé. Esta es una garantía que ofrece la legislación laboral, la cual le ayuda a la madre a integrarse poco a poco al trabajo, pero también a contar con tiempo para con su bebé.

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Asesoría: Doctora María Claudia Peralta, Doctora en Psicología Social del Trabajo. Directora de la maestría en Investigación, Facultad de Psicología, Universidad de La Sabana. claudia.peralta@unisabana.edu.co

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