Revista nueva


Feminidad vs jeans y escotes

EL UNIVERSAL

15 de agosto de 2009 12:01 AM

“Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio”. Proverbio indio. Continuando con mi viaje, hoy les hablaré de las mujeres turcas, su feminidad y la moda. En Estambul conviven muchas culturas y religiones en paz; así lo han hecho desde hace años. Esta ciudad tiene las cuatro estaciones del año y, como les conté antes, Turquía busca entrar a formar parte de la Comunidad Europea. Hay algunas mujeres (muy pocas, debo decir) que se visten totalmente cubiertas; ellas pertenecen al ala tradicional ortodoxa de los musulmanes. Y aunque respeto toda forma de ver la vida, siento que ésta, en especial, opaca a la mujer. No les es permitido mostrarse. El cabello suelto y sin cubrir es sinónimo de coquetería y seducción para otro hombre. Da pie a que los caballeros deseen la mujer del otro. Para los señores, cubrir a sus mujeres es una forma de protegerlas. Y ellas deben permanecer en el hogar, cuidando de los hijos y preparando la comida. Hay otras mujeres (la mayoría) que visten, como diríamos nosotros, occidentalizadas. ¡Y qué mujeres! Viven y gozan su feminidad. Trabajan, salen con sus amigas y les gusta la moda. En Turquía, las esencias son muy estudiadas y conocidas. El aceite de jazmín, de sándalo, de rosas; en fin, una gran variedad de aromas que las mujeres son felices aplicándose. Es una delicia sentirlos en la calle, un jardín de primavera. Cuando ellas acuden a algún sitio, bien sea de rumba o a una cena, van vestidas como mujeres... Quiero decir que llevan vestidos (cortos, a la rodilla) de todos los colores. Si es en la noche, ponen un toque de dramatismo, en especial al color. Vestidos plateados, con la espalda destapada, mostrando los hombros, largos, ceñidos o cortos. Todas de tacones. Todas se arreglan, pero no en exceso porque no quieren mostrar qué tanto maquillaje se aplican, sino resaltar su belleza. Y cuidan de su pelo. Todo esto lo digo porque allá se vive la feminidad en su verdadera dimensión. Y siento que en nuestro país está ocurriendo un fenómeno muy particular. Hoy, ponerse jeans, un escote bien pronunciado y la camisa ceñida, es sinónimo de estar chic y ser femenina. Maquillaje exagerado; todas las mujeres con el pelo igual: mismo color, mismo peinado, mismo largo. Parecen uniformadas. La verdad, queridas amigas, es otra. No hay nada que guste más a los hombres que la feminidad; un escote discreto, un perfume que los acerque y una mujer sin tanto maquillaje ni muestras de exhibicionismo. Hoy quiero proponerles que salgamos con vestidos, en tacones y con perfume (suave para el día y un poco más fuerte en la noche). Veremos el cambio en nosotras y, en especial, en ellos. Y no olvidemos la coquetería sutil, la que de verdad cautiva.

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