El “para toda la vida” se está convirtiendo en “hasta que la plata nos separe”, “hasta que conozca a alguien más joven” o “hasta que nuestros egos lo permitan”. Pero hay relaciones que terminan después de haberlo intentado todo y es ahí cuando aprender la lección o haber sufrido en vano, es determinante para el futuro.
Lo ideal sería encontrar -con la misma facilidad que nos vendieron los cuentos de hadas- a la persona que nos complementa y que fuera para toda la vida. Pero ahora sabemos que algo no concuerda porque, o el mundo era más bonito cuando apareció Disney en nuestras vidas, o porque definitivamente el “vivieron felices para siempre” es tan fantasioso como algunos personajes navideños.
Claro que usted podría recordar a ‘tal pareja’ que se conoció en pre-kínder y ahora, cincuenta años después, siguen juntos. O a los papás de Fulanita, que tras cuarenta y tantos años de casados ni siquiera quieren comer separados. Pues sí, son todos ejemplos muy lindos, pero sentimos decir que en vía de extinción.
Vivir en pareja es un reto que no da tregua en el mundo ‘que nos tocó’. Disfrutado por muchos, eso sí; pero también, sobre todo con el paso del tiempo, mal emprendido por otros, que no encuentran la forma de comunicarse asertivamente o mantener ‘gordito’ el amor.
El comienzo del fin
Sea por la iglesia, por lo civil o por simple convicción y palabra, decidir darle vuelta a la página suele ser tan duro para hombres como para mujeres. Si tienen hijos, más complicado sin duda; pero cuando se acaban los recursos, una separación tranquila y civilizada termina siendo más fácil de agradecer que una casa convertida en campo de batalla.
Porque claro, cuando decimos “sí, acepto”, nos damos cuenta que sin importar cuántos diplomas cuelguen en nuestras paredes, nunca nadie nos preparó para vivir en pareja, y con o sin certezas, aprendimos del ejemplo lo que queríamos y lo que no queríamos, por supuesto. Pero ahora en la práctica, es posible que vivamos una serie de eventos desafortunados que no podíamos prever. Y el resultado es sentir frustración y derrota. ¿Por qué? ¡Porque tampoco nos prepararon para eso!
La doctora Ingrid Gómez es una gran amiga de Nueva, y con toda su experiencia como terapeuta alternativa en diferentes procesos afectivos, nos compartió 10 pasos consignados en lo que llamó Manual para divorciados. Así que si por X o Y, su relación acabó, tómese un momento para emprender el camino de la reconciliación.
1. Antes, hágalo todo
Si usted se concentra en las causas y en los sentimientos de culpa, el espacio para el duelo será tan real como la tierra de Peter Pan. Así que si aún está “en la contrarreloj”, delo todo para salvar su relación, porque no se vale solo sentarse a esperar del otro.
“Es necesario plantear soluciones claras. Si después de esto no hay mejora en la relación o definitivamente tu expareja está cerrada a cualquier intento, puedes estar tranquila de que hiciste lo humanamente posible por seguir. Es hora de continuar con tu proceso de recuperación”, dice la doctora Gómez, fundadora de Prosperlove.
2. Acéptelo en paz
La negación hace parte de todo duelo afectivo, y en las relaciones de pareja suele pasar que alguno de los dos tiene fe en que el otro va a volver. “Esto –asegura nuestra asesora- es un mecanismo psicológico. Es necesario que entiendas que se terminó y que la vida continúa. Pero los dos deben dejar el orgullo -más cuando hay niños de por medio-, para poder cerrar el ciclo de forma conciliadora”.
3. Tómese el tiempo
Es doloroso romper con alguien que amamos y que queremos todavía, porque con esa ruptura los sueños y proyectos en común se vienen abajo con la potencia de un meteorito. Pero es necesario aceptar y vivir el dolor, porque los caminos que parecen fáciles suelen ser los más difíciles.
“El cuerpo humano está dotado para superar las pérdidas afectivas, tú también podrás hacerlo. Pero tomará un tiempo pasar ese ‘valle oscuro’ que parece sin salida, aunque finalmente llegarás al otro lado. Ayúdate de distintas formas: consulta a un terapeuta, asiste a talleres de duelo, lee, busca caminos para salir de esto”.
4. Todo al día
Como dicen por ahí, “al caído caerle’, y mientras usted enfrenta la peor ‘tusa’ de la historia, sus finanzas agonizan. Porque claro, el matrimonio -tanto como la unión libre- termina siendo una empresa que al verse liquidada se entrega a un caos transitorio.
“Toma tiempo reorganizarse y llegar a los acuerdos pertinentes haya o no hijos. Es necesario que te organices y te adaptes a las nuevas obligaciones financieras. Alguien experto te puede dar una buena orientación de cómo llevar a cabo esta nueva forma de vida cuidando tu bolsillo”.
5. Legalmente sola
Para odiar mucho solo hace falta amar demasiado, y desgraciadamente, en las situaciones adversas es cuando conocemos a cabalidad las dos caras de la moneda. “El dolor lleva a muchas personas a actuar desde la rabia y se van a guerras legales fuertes, cuando en realidad deberían llegar a conciliaciones justas para ambos. Un abogado de familia –continúa la experta- los puede orientar sobre sus deberes y derechos, y ayudarlos a hacerlo de manera conciliada. Estos procesos hay que llevarlos desde el amor y no desde el odio; no se trata de ganar o perder, se trata de cerrar en paz, eso hará que sea más fácil recuperarse del duelo y sanar”.
6. Padres por siempre
Esto es claro: los que se separan son los padres, pero no hay ninguna justificación para alentar o permitir que los hijos pierdan a alguno de los dos. Recuerde: usted está ante uno de los retos que más le inspiran miedo, porque de cómo lo sortee dependen muchas cosas en el futuro de todos.
“Sucede con frecuencia que los padres se vuelven alcahuetas y les permiten todo a sus hijos, los llenan de regalos y no les exigen, dejándoles esa tarea a las madres, y así no debe ser. Porque es muy común que ellas se sientan abrumadas, y con la actividad adicional y sin querer, descuidan un poco a los hijos o se muestran irritables. No debes olvidar que ellos también están pasando por un duelo y que por lo general sufren por el padre que se va y sienten rabia por la que se queda.
7. Rodéese bien
Cuando de dolores profundos se trata, los hombres y mujeres canalizan ese sentimiento con conductas que a veces empeoran su estado. “El alcohol pareciera que anestesia la pena, pero lo que hace es aumentarla; es mejor que lo evites. Lo más adecuado es rodearse de personas positivas, buenos amigos, la familia y otras redes de apoyo que te hagan sentir acompañada y con la fuerza para salir adelante”.
8. El mejor proyecto de todos
Algunas veces las relaciones amorosas son tan profundas, que lo que comienza con dos personas diferentes, termina con una especie de ‘bicho de dos cabezas’. Por eso, parte vital de la recuperación es retomar pasatiempos o proyectos abandonados, y la mejor forma es poniéndose metas a corto y mediano plazo.
¿El consejo de la doctora Gómez? “Vive un tiempo contigo misma, disfruta tu libertad afectiva y encuéntrate, conócete, aprende a amar y a gozar de la vida. Este es el primer paso para recargarte de energía, recuerda que es tiempo para pensar en ti”.
9. “Por lo sano”
“Aliviar el dolor es adaptarse a vivir sin esa persona, y sanarlo, pensar qué le dejó todo lo vivido. Esa es tu tarea, ver cómo esto te convierte en una persona más íntegra, evolucionada y feliz. De eso, finalmente, se trata este paseo y la vida misma”.
10. Felizmente soltera
Divorciado es sinónimo de disponible. Y seguramente para muchas personas usted es alguien muy interesante. De hecho, según nos cuenta la doctora Gómez, varias investigaciones han determinado lo atractivas que resultan personas en esta situación, siempre y cuando hayan cerrado su pasado afectivo.
“Pasados unos meses de haber terminado, y luego de haberte dado un tiempo para ti, ábrete a la posibilidad de conocer alguien, pero esta vez escoge una persona que se conecte con su propio interior y con sus reales necesidades afectivas. Alguien en una situación similar a la tuya te entenderá y fluirá mejor en una relación”.
Destacados
Hacerlo todo por evitar la ruptura de su relación le ayudará a no culparse después si las cosas no salen como esperaba.
Recuerde que ante la separación, sus hijos también están pasando por un duelo y que por lo general sufren por el padre que se va y sienten rabia por la madre que se queda.
Rodearse de personas positivas y entregarse a los pasatiempos favoritos es determinante en un duelo sano.
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