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“Sana que sana…;” Primeros auxilios en casa

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13 de abril de 2013 08:04 PM

Papás, mamás, profesores de jardín, tías y abuelas que cuidan, saben de lo que estamos hablando. En los primeros meses de vida, el bebé llorará por la salida de sus primeros dientes, sufrirá las consecuencias de la pañalitis o tendrá fiebre…; entre otras condiciones que logran preocuparnos.
Más adelante, cuando comience a gatear, luego a caminar y después a jugar sin cansarse, los golpes, los raspones, las astillas, las heridas abiertas e incluso las fracturas serán más comunes de lo que muchos creen.
Y ante cada una de esas situaciones, guardar la compostura es clave. Si usted le deja ver al niño su miedo y se lo contagia, complicará las cosas. Así que respire profundo, cuente hasta diez y ármese de curitas, copitos de algodón, antisépticos y otras herramientas más. Aquí le decimos qué hacer en los eventos más comunes y cuándo acudir a urgencias o pedir cita médica.

Revaluando la fiebre
El año pasado, en el Consenso Colombiano de Pediatría realizado en Cartagena, los expertos participaron en un tema interesante: “Abordaje inicial del niño con fiebre”. De acuerdo con el doctor Hernando Villamizar Gómez, decidieron trabajar en ello porque “la fiebre es una de las causas de consulta infantil más comunes, produce mucho temor en los padres y en la mayoría de los casos se afronta y trata de forma incorrecta. La fiebre es mal manejada porque no se entiende su significado e importancia”.
Como la fiebre no es una enfermedad sino un signo de esta, la clave es buscar la causa y tratar de disminuir el malestar del niño. Al ser un mecanismo normal de defensa que se dispara para activar el sistema inmune, cuando  se bloquea puede facilitar que los gérmenes sigan proliferando. “El manejo y la medicación no deben estar dirigidos a quitar la fiebre, sino a procurar que el niño se sienta mejor”, asegura el doctor Villamizar.
Los antipiréticos de venta libre son una primera opción, pero usted debe leer detalladamente la etiqueta para darle la dosis correcta, pues depende de la edad y el estado físico de su niño. Por ejemplo, el ibuprofeno debe utilizarse en mayores de 6 meses, su efecto dura entre 6 y 8 horas, y también ayuda a disminuir las inflamaciones. El acetaminofén no tiene efecto antiinflamatorio y su acción se prolonga de 4 a 6 horas, pero puede administrarse en niños menores, siempre que no padezcan insuficiencia hepática.
A menos que el niño sea menor de 3 meses, ante una fiebre no hay que alarmarse ni correr a urgencias. Por el contrario, es mejor dejarla actuar. Si supera los 38,5°, sí es aconsejable darle un antipirético.
Mantenga al niño hidratado (dele agua, hidratantes específicos, gelatina, caldo). Puede bañarlo con agua tibia durante unos 10 minutos (nunca lo friccione con ninguna sustancia), vístalo con ropa de algodón (sobra decir que no lo arrope) y consulte al médico si la fiebre se ha mantenido alta (superior a 38,5°C) por más de 24 a 36 horas.

Vómito: ¿mejor afuera que adentro?
Regla de oro: ¡nunca obligue al niño a comer! Convénzalo de comer pequeñas cantidades de alimentos que le ayudarán a “sentar el estómago” (así decían las abuelas), como galletas de soda, papa cocinada, arroz, cereal, gelatina, carne sin grasa ni aderezada, verduras cocidas y compota de manzana hecha en casa. No olvide los líquidos: agua y jugos naturales con azúcar; nada de gaseosas u otro tipo de refrescos.
Si el estómago del niño no tolera nada sólido, dele líquido lo más frecuentemente que pueda, pero en sorbitos distanciados. Así no solo evitará que se deshidrate sino que le permitirá al estómago absorberlo y no lo devolverá.
Los pediatras no aconsejan el uso de medicamentos específicos para detener el vómito, sin antes haber visto al  niño en consulta. ¿Cuándo llevarlo al hospital? Cuando, a pesar de sus cuidados y del cambio en la alimentación, sigue vomitando dos días después de iniciado el primer episodio, o si el vómito va acompañado de diarrea, fiebre, cuello rígido y dolor de cabeza.

El primer diente…; ¡qué dolor!
Básicamente, su bebé necesita muchos abrazos, arrullos, cantos de cuna y mimos, acompañados de esos aros para la dentición que después de enfriados en la nevera (¡no congelados!) son un excelente anestésico para las encías inflamadas.
Complemente el “tratamiento” con masajes circulares en la zona donde está brotando el diente; use uno de sus dedos o mejor envuélvalo en una gasa estéril mojada en agua fría.
Ojo con la comida. Asegúrese de que ningún alimento esté caliente…;  ¡aumentará el dolor! Por el contrario, consiéntalo con pequeñas cantidades de helado, yogur frío y gelatina. Y hablando de dolor, si nota que está afectando mucho al bebé, mejor consulte al pediatra.

Ojo con los pañales
Salpullido, enrojecimiento y calor en la piel son síntomas de pañalitis. Primero, lave el área afectada con un jabón neutro –sin perfumes, los de avena son buenísimos-. Fíjese que decimos “lavar”, porque en este caso los pañitos limpiadores no bastan. Séquela ¡súper bien! y déjela al aire libre el mayor tiempo posible. Después, distribuya uniformemente la crema antipañalitis y póngale el nuevo pañal un poco más flojo de lo usual. Cambiar frecuentemente al bebé y seguir los pasos anteriores durante 2 o 3 días debería bastar.
Si no es así o comienzan a salir ampollitas o puntos rojos, vaya de inmediato al pediatra.

“¡Me duele el oído!”
Primero le vamos a decir lo que no debe hacer: nunca le dé antibióticos por cuenta propia, no le introduzca copitos de algodón y no recurra a gotas (naturales o compradas en la droguería).
Como el dolor de oídos casi siempre se debe a una infección (puede ser del oído medio o del externo), exige consulta pediátrica. Mientras tanto, dele un medicamento de venta libre para disminuir el dolor (insistimos: ¡lea las instrucciones de la etiqueta!).
Mascar chicle (obviamente este consejo no se vale para los muy pequeñitos) también alivia los síntomas.

Atragantamiento: ¡actúe ya!
Un bocado de comida, un pedazo de juguete, un botón…; cualquier pequeño objeto se puede quedar en la garganta, tapando las vías aéreas. La clave es actuar rápidamente y con seguridad.
Si se trata de un bebé, póngalo bocabajo sobre su regazo y con la almohadilla de la mano, dele cinco golpes firmes en la parte central y alta de la espalda. Vuélvalo con cuidado, sosteniendo su cabeza. Esta maniobra debería bastar. Si  no es así, y sigue llorando a intervalos y se ha puesto más rojo o morado, repita los pasos anteriores, pero esta vez, al voltearlo bocarriba utilice tres de sus dedos en forma vertical para hundirlos en la mitad del pecho cinco veces consecutivas. ¿Cómo encontrar ese punto exacto? Está en la mitad de los pezones, unos tres centímetros más abajo. Como prevención, usted debería probar esta maniobra con un muñeco, ubicando el área en cuestión.
¿Y si el niño tiene más de un año? La forma más efectiva de que arroje el objeto o la comida es que tosa fuerte e insistentemente. ¿No dio resultado? Haga que se incline hacia adelante y dele cinco palmadas fuertes en la mitad de la parte superior de la espalda.
Ojo: nunca introduzca los dedos en la boca, podría empujar el objeto y empeorar la situación.

Algo de sangre…; heridas superficiales
Estas son fáciles de tratar. Y como ya sabe que la sangre es escandalosa, podrá mantener la calma. Lo más importante en este caso es lavar la herida muy bien con jabón y abundante agua, de adentro hacia afuera (ayúdese con una gasa esterilizada). Asegúrese que el agua ha arrastrado mugre, tierra, astillas o cualquier otro elemento extraño que podría causar una infección o retrasar el proceso de cicatrización. Si no lo logra o la herida es muy grande, vaya a urgencias.
Después de lavar la herida, presione con una gasa esterilizada para detener la hemorragia. Cuando ésta cese, aplique un antiséptico (no alcohol) usando gasa (no algodón) desde el centro hasta los bordes de la herida; deje que seque mientras le canta a su niño “sana que sana colita de rana” y luego cúbrala con curita o con un trozo de gasa sujeto con microporo. Aplique el antiséptico dos veces al día.

Chichones: asunto cotidiano
Las abuelas cortaban media papa y nos la ponían en el chichón para evitar que se pusiera peor. No hay estudios que determinen su efectividad, así que mejor aplique hielo envuelto en un paño limpio durante 8 a 10 minutos, espere unos 15 minutos, vuelva a poner el hielo y repita la operación por tercera vez. Dele al niño un analgésico pediátrico de venta libre para tratar el dolor. Por el contrario, un golpe en cabeza de un bebé, sí exige acudir a urgencias.
Por fortuna, el 80 por ciento de los golpes en la cabeza de los niños nunca pasan de un mal momento y no revisten gravedad. Sin embargo, recuerde vigilarlo durante las próximas 24 horas (puede dejarlo dormir, pero despertándolo cada cuatro horas para ver su comportamiento). Si tiene los siguientes síntomas, vaya de inmediato a urgencias: el chichón aumenta de tamaño y cambia de color; o hay vómito, pérdida de conciencia, hemorragia nasal, somnolencia, pupilas asimétricas y alteraciones en el equilibrio.

Un hueso roto
Los dos estarán muy asustados, así que a usted le corresponde mostrar serenidad y calmar a su hijo. Primera regla: nunca trate de enderezar el hueso (eso déjeselo a los héroes de las películas). Segunda: cuando vaya a mover al niño para ir al hospital (aunque lo mejor es llamar a una ambulancia), hágalo con mucho cuidado porque podría empeorar la condición (por ejemplo, la astilla dañaría nervios y músculos cercanos); pida ayuda a otras personas y sostenga el miembro fracturado sobre cojines o cobijas enrolladas.
En caso de que la fractura haya abierto una herida, prevenga la infección cubriendo el área con una gasa o un apósito esterilizado (no lave ni limpie) y llame una ambulancia.

Naricitas que sangran
Un golpe, un estornudo muy fuerte, un objeto extraño en el interior o hurgarse (¡eso lo hacen muy bien los niños!), son las causas más frecuentes de las hemorragias nasales.
¿Qué hacer? Siente al niño con la cabeza levantada, dígale que respire por la boca y presione durante 10 minutos la raíz de la fosa nasal por la cual tiene la hemorragia. Cuando se detenga, límpiele la nariz suavemente con un algodón empapado en agua.
Si la hemorragia no se detiene a la media hora o regresa, mejor vaya al médico.

“¡Mami, se me metió una astilla!”
De madera, de vidrio, de porcelana, de metal, de plástico…; de cualquier objeto que el niño esté manipulando, es posible que una astilla se meta debajo de la piel. Primer paso: en su botiquín debería tener unas pinzas; límpielas muy bien con una mota de algodón empapada en antiséptico o póngalas a hervir en agua durante 10 minutos (un depilador de cejas puede funcionar; no use agujas). Luego lave el área con agua y jabón. Después, saque la astilla con las pinzas, en la misma dirección en que entró; vuelva a lavar la herida, vierta antiséptico y cubra con una bandita.
Advertencias: si no pudo sacar la astilla o solo logró sacar un pedazo…; rumbo al médico. Lo mismo si el área donde estuvo el elemento se pone roja, caliente y causa dolor.

Solo una quemadura atendida en casa
Es la de primer grado. Las otras dos…; de inmediato a urgencias. Un analgésico para niños le ayudará a combatir el dolor. Luego ponga un paño limpio empapado en agua fría (pero no hielo) y repita el procedimiento hasta que el niño sienta alivio.
Sobra decirlo, pero por si acaso: nada de cremas, ungüentos, grasas, café y etcétera sobre la quemadura. Si después de 48 horas hay fiebre o la apariencia del área afectada se pone peor, deben ir al hospital.

Un botoncito en el oído…; o en la nariz
¿Por qué será que a los más pequeños les encanta meterse cosas en los oídos y en la nariz? A ellos les parecerá muy divertido, pero esto puede causarles daños en el tímpano  u obstrucción en las vías altas respiratorias. ¿Entonces? La fórmula es fácil: no intente sacar el objeto y lleve a su hijo a urgencias.
Si un insecto se le metió en el oído del niño…; ¡tranquilos los dos! Tibie un poco de agua y vierta unas cuantas gotas. ¡El bicho debería salir! Si se niega…; adivinó: a urgencias.

Se tomó algo de limpiapisos
O de desengrasante o de limpiador de vidrios o un medicamento para grandes. O cualquier otro producto que podría ser un veneno para él. Primero, pregúntele qué ingirió; si no es posible  que lo diga, intente identificarlo usted misma.
Aunque las etiquetas de estos productos explican en detalle qué hacer, llame a su central médica de urgencias y explique la situación teniendo a mano el producto. Allí le dirán cómo actuar. 

Cuando le tumban un diente
Algunos juegos son ideales para tumbar dientes. Digamos que usted tuvo la fortuna de estar allí y puede recuperar el diente completo: lávelo de inmediato con agua e intente ponerlo en su lugar, cúbralo con una gasa limpia (una bolsa de té o de agua aromática húmeda también funciona) y pídale al niño que la muerda suavemente. ¡Y corran a urgencias odontológicas!
Si su hijo es muy pequeño y usted cree que puede tragarse el diente, mejor coloque una gasa o un paño impregnado en agua fría sobre el hueco que dejó el diente y a este póngalo en un recipiente cubierto con leche. Llévelo al odontólogo para el reimplante.

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