¿De qué murió?, era la pregunta que todo el mundo hacía en Arboleda, Sucre. Y la familia de Rita solo decía lo mismo: “De repente”. Crónica de un raro funeral.
Elaín Gabriel no lloró, no podía hacerlo aun cuando el dolor lo devoraba por dentro. Debía seguir, por él, por sus siete hijos, aunque su amada Carmen ya no estuviera en casa.