La situación en otra planta, la mayor de Europa, en Zaporiyia, es sin embargo compleja. La estación ha estado bajo ocupación rusa durante casi catorce meses.
La exposición constante a las radiaciones ultravioleta ha sido vinculada con cambios en la coloración de la piel, quemaduras y presencia de arrugas prematuras.
Esto trae como principal consecuencia un aumento significativo de la temperatura en la capital del país. Han llegado a registrarse 24 grados centígrados. A lo anterior se le suman bajos niveles de ozono.