La película fue filmada en Cartagena a inicios en los 80, convirtiéndose así en un documento fílmico único. Muchos recordarán con nostalgia el registro.
Tres cabildantes radicaron una iniciativa para salvaguardar el legado musical de la ciudad a través de la champeta erradicando el vestigio taurino del recinto.
Los efectos de la corrupción política y las falencias del sistema educativo se plasman en las paredes. En ellas, muchos jóvenes expresan su frustración y desconfianza.