Este espécimen fue hallado hace dos años en las Islas Galápagos y, tras un análisis genético, se descubrió que hacia parte de una especie ya desaparecida.
Las tortugas, entre ellas una verde y 88 carey, fueron entregadas voluntariamente por pescadores al Centro de Investigación, Educación y Recreación Ceiner.
La idea es convencer a los pobladores y al mundo que el “oro verde”, la biodiversidad de la Amazonía, representada en este caso por las tortugas, vale más que el “oro negro o el oro amarillo” por su carácter sostenible.
Intentaban inseminarla cuando murió. El zoo, donde vivía, ya había tratado de fecundarla de forma artificial en cuatro ocasiones desde 2008, todas ellas sin éxito.