Que una institución de educación superior cuente con la acreditación de alta calidad, es garantía para determinar que la formación impartida allí, cumple con todos los parámetros legales para el título otorgado a sus egresados.
La acreditación en calidad, que en Colombia es otorgada por el Ministerio de Educación, no sólo se mide en el segmento académico, pues la gestión administrativa debe incluirse en esta la misma, para que la integralidad rodee cada uno de los procesos.
Lo anterior permite cumplir condiciones adicionales, que llevan a brindar un servicio con calidad en la parte de docencia, investigación y proyección social, además de contar con los recursos necesarios para brindar el servicio educativo de la mejor forma, con una biblioteca dotada y actualizada, docentes con alta formación, que incluya maestrías, doctorados y trayectoria con alto impacto en la educación o el ejercicio profesional, indica la doctora Martha Benítez Izquierdo, Coordinadora de Postgrados de la Universidad Libre seccional Cartagena.
Las instalaciones donde se ubica la institución son materia de observación al solicitar la acreditación en alta calidad, de la misma manera el bienestar del estudiante, pues la universidad debe contar con principios, valores y ante todo misión y visión encaminada a brindar esa calidad en los tres componentes de la educación superior que son investigación, docencia y proyección social. Estos tres ejes básicos son un punto de partida para la medición del Ministerio de Educación, advierte la doctora Benítez.
¿Cuándo llega la acreditación?
Al momento que una institución de educación superior cuenta con programas acreditados de alta calidad, tiene un reconocimiento y el impacto de sus egresados se refleja en el medio, el paso a seguir es solicitar esta acreditación.
El éxito de una universidad se ve reflejado en el impacto del egresado en el medio, cuando cuenta con trascendencia en la vida nacional, referencias que no sólo se encuentran en su currículum, sino en la historia que van escribiendo y que sirve de semejanza para generaciones venideras, advierte la coordinadora.
Generalmente la trayectoria de la institución también cuenta con otro medidor que puede darse en la docencia, pues sus profesionales están calificados para impartir conocimiento en otras universidades y sus especializaciones.
¿Y el tiempo?
Como todos los procesos de crecimiento, la acreditación en alta calidad requiere la madurez total de las fases que lo integran y que cuente con un potencial de estudiantes que hayan sido beneficiados.
Es de aclarar que la acreditación de programas requiere más de cuatro cohortes, una trayectoria que indique el impacto que ha tenido en el medio, es decir, el tiempo cuenta mucho para este reconocimiento, indica la funcionaria.
De otra parte, cuando el Ministerio de Educación otorga la acreditación en alta calidad a una institución de educación superior, ésta lo ostenta por un tiempo determinado, inicialmente por cuatro años, a fin de implementar “planes de mejora” en su autoevaluación, por lo que la alta calidad se mide en la mejora continua.
Acto seguido, el tiempo se aumenta a siete años y de esta manera se le sigue otorgando pues una vez renovado, se adquiere un compromiso que se incrementa en cada proceso, aumentando indicadores de gestión académica.
Mantenerse y superarse
La educación impartida no sólo se evidencia en los estudiantes, la docencia requiere especial atención. Velar porque su capacitación sea cada vez más exigente y viable a especializaciones, es parte de ese crecimiento que mantiene la calidad.
Los procesos educativos a ese segmento formador, es en buena medida el camino a seguir para mantener la acreditación de alta calidad en una universidad.
Las especializaciones no requieren de esta acreditación, se hace un registro calificado que se renueva cada siete años, mientras que el pregrado, las maestrías y doctorados, si se someten a la calificación para lograr este registro.
La acreditación de alta calidad es un sello distintivo para que la universidad marque un diferenciador ante las demás. Es una inversión, incluso económica, que se verá reflejada en todo el personal que la integra.
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