Revista viernes


Carlos Enrique Almirante, de Cuba para el mundo

HEIDI LLANES

06 de febrero de 2016 12:00 AM

Es actor de verdad, formado en academia, que ahora se desenvuelve en Colombia en el protagónico de una telenovela, pero también lo hace con el mismo profesionalismo en teatro y cine, demostrando una versatilidad que lo ha llevado a trascender las fronteras de su natal Cuba.

Carlos Enrique Almirante hace parte de un bien preparado grupo de actores cubanos que trabajan allí, pero también hacen parte de exitosos proyectos en otros países, incluso su nombre es conocido en la televisión de Miami, donde sus dotes de presentador le abrieron otro espacio.

Egresado de la Escuela Nacional de Arte, Carlos Enrique se inició en la actuación a la edad de 11 años en una serie junto a su padre, el fallecido actor Enrique Almirante y considera que su carrera no ha parado, lo describe como una suerte, aunque para los directores todo está en el talento.

A partir de allí su trayectoria se ha desarrollado en cine, es lo que básicamente ha hecho en la última década, algo que también agradece, pues a sus 32 años, son muchos los títulos que se suman a su hoja de vida actoral.

Ha trabajado en muchas películas con Fernando Pérez, considerado como una cátedra del cine en Cuba, en el teatro también ha estado ligado y perteneció a uno de los grupos más importantes de la isla. Carlos afirma que siempre que tiene la oportunidad regresa a las tablas, una experiencia que siempre extraña, pues para un actor como él entrenarse con una buena obra, viene bien.

Siguiendo por la senda del séptimo arte, Carlos Enrique tuvo la oportunidad de un magnífico papel en la cinta “Fátima o el parque de la Fraternidad”,  dirigida por Jorge Perugorría, donde su interpretación admirable de un gay en Cuba, le ha valido los halagos de la crítica especializada.

Este joven actor advierte que siempre quiso la interpretación de un personaje muy diferente a él, podía ser un travesti o un asesino en serie, pero cuyos matices marcaran su actuación, se trató entonces de una interpretación que queda bien o queda mal, y en sus manos se logró lo primero.

Carlos Enrique dice que no sabe dónde radica su éxito, aunque advierte que muchas cosas se logran en la vida a través de la sencillez, cualidad que ha sabido cultivar en su paso por esta exigente profesión, en la que no se cree galán, pese a los papeles interpretados. Insiste que es algo que aprendió de su padre, quien fue uno de los grandes galanes de Cuba y nunca lo sintió realmente.

 

Sinú y su llegada a Colombia

Desde hace unas semanas, “Sinú, río de pasiones” es el proyecto más reciente desarrollado por este cubano en Colombia, con respecto al mismo y por tratarse de una telenovela con marcado regionalismo, puso nuevamente su talento a consideración.

Adaptarse también fue un reto actoral para Carlos Enrique Almirante, quien llegó al país una semana antes de iniciar grabaciones. Cuenta que fue como trabajar “al vacío” pues no conocía el acento costeño y menos el cordobés, que es el predominante en la historia desarrollada en Montería.

El resultado ha sido satisfactorio para él y todo el equipo de trabajo. Venía de España donde dejó una gran “familia”, no sabía que iba a encontrar en Colombia, pero al llegar superó las expectativas, al punto que afirma que podría seguir en la televisión nacional.

Carlos encontró entre colombianos y cubanos muchas similitudes, eso hace que se sienta como en casa, más cuando la televisión funciona igual en todos lados, la fórmula es la misma, lo demás lo hace el proyecto que se ejecuta.

“Sinú, río de pasiones” es realmente la primera novela para este actor que ha concentrado su trayectoria en cine, teatro y en lo que refiere a televisión, las series juveniles han sido su fuerte en su natal Cuba.

El guión de esta novela fue un buen gancho para captar la atención de Carlos Enrique Almirante, lo cataloga como algo muy distinto a lo que acostumbran las novelas, tiene trama, intriga y elementos que pueden interesar al televidente. De otra parte, él no quería ser el típico galán de textos prefabricados, le gustan las vivencias de Felipe Guerra, su personaje, quien no es del todo bueno, pero tampoco malo.

Cree que trajo un poco de lo que ha hecho, también algo propio para construir a Felipe, ante todo, su verdad y con eso lo armó, llegando a un personaje sincero que se adapta perfectamente a las escenas programadas.

En Miami tuvo una experiencia muy particular, allí condujo el programa concurso “Un minuto de fama”, cuyo formato fue fácilmente adaptable, más porque compartió set con la misma presentadora que había trabajado en Cuba en sus inicios como presentador. Fueron ocho meses hasta cuando comenzó la grabación de la serie que además de grabar en Cuba,  lo llevó a España.

De Cuba extraña a su familia y amigos, por eso cada vez que puede los visita, pues desde hace algún tiempo la flexibilidad de las leyes permite que se cumpla ese proceso y afirma que nunca ha pensado dejar la isla, más si está haciendo lo que le gusta, actuar.

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